lunes, 18 de febrero de 2013


EL FORTÍN


Nº 67 (Enero-Febrero 2013)
LA CLAVA
(Columna de combate doctrinario)
RACISMO FRAUDULENTO

A continuación citamos partes de un texto aparecido en el Foro Traditio et Revolutio en donde se estableciera un debate esclarecedor respecto de las relaciones entre Evola y el nazismo. En el mismo aparecen por un lado sectores nacionalistas europeos que insisten en considerar, aun hoy en día, la superioridad de la propia raza respecto de todas las restantes y por el otro nosotros que sostenemos en cambio que el autor que inspira a este Centro no era de tal ideología, es decir no era un pensador ‘europeo’ o ‘indoeuropeo’, tal como pretende tal sector, sino que, sin importar a la etnía a la cual se perteneciere, escribió para todos aquellos que estuviesen dispuestos a hacer primar lo superior que existe adentro de sí mismos. Hemos suprimido del texto aquellas partes que se refieren expresamente a acontecimientos sucedidos durante debates anteriores a fin de no generar confusiones inútiles. (SIGUE)
A propósito de la reciente renuncia de Benedicto XVI
IMPORTANTES REVELACIONES SOBRE EL ASESINATO DE OSAMA

REPORTES DE LA AGENCIA DE NOTICIAS KALI-YUGA (por Walter Preziosi)

por Ferran C. Vidal


miércoles, 13 de febrero de 2013


IMPORTANTES REVELACIONES SOBRE EL ASESINATO DE OSAMA

LA NOCHE MÁS OSCURA


Pocas veces el cine ha resultado tan útil para el conocimiento y develación de hechos históricos esenciales como en el caso de la recientemente estrenada en la Argentina película norteamericana, La noche más oscura, que trata respecto del sensacional acontecimiento de hace casi dos años consistente en el operativo de asesinato del enemigo público número uno de los EEUU, Osama Bin Laden. Acotemos además, respecto de la misma, que aproximadamente un mes antes habíamos leído un comentario significativo escrito por alguien ubicado en una trinchera antagónica de la nuestra, el escritor peruano Vargas Llosa, y del cual hablaremos al final de esta nota.
Pero yendo ahora al contenido de la película podemos acotar que su valor estriba en el hecho de que la misma, sin que ello haya sido hasta el momento refutado por nadie, se basa en un relato de primera mano efectuado por un anónimo participante del operativo permitiéndonos así recabar una visión más clara respecto de la situación de guerra de civilizaciones que vive actualmente nuestra época en su fase terminal.
En primer lugar la película nos devela algo que no se sabía o de lo cual se había ex profeso informado de manera falsa. Que el operativo contra el bunker de Abbotabad no fue efectuado en manera alguna con la certeza plena de que Bin Laden se encontraba escondido en el mismo. Si bien es verdad que se intentó previamente a ello corroborar su presencia simulando una campaña de vacunación a fin de extraerles muestras de ADN a los habitantes del lugar con la finalidad de identificarlos, en la película se devela que, a diferencia de lo que se dijo, ese operativo previo fracasó y por lo tanto el asalto al bunker se efectuó sin evidencia alguna y basándose meramente en una sospecha muy intensa que tenía uno de los jefes de la CIA del cual luego hablaremos.
Es significativo al respecto reseñar alguno de los diálogos. Ante esta falta de pruebas uno de los comandos alega que no desearía que se repitiese una circunstancia similar de la que participara y en la cual, debido a una falsa pista, murieron dos compañeros suyos sin haberse obtenido logro alguno. Por supuesto que no hay allí ningún remordimiento respecto de las personas inocentes que también murieron debido a tal ‘error’.
Indudablemente en tal diálogo y en otros de los que hablaremos seguidamente, queda perfectamente en claro la mentalidad que rige en  el mundo yanqui. Norteamérica se considera a sí misma como la expresión ostensible de la justicia y el bien universal y, respecto de ella y en función de la ejecución de sus fines, todo debe resultarle permitido. Henos aquí entonces que ciertas prácticas que en otras partes resultarían sumamente condenables haciendo a las personas responsables de las mismas pasibles de juicios y largas condenas por ‘violación a los derechos humanos’ o ‘genocidios’, en el caso del norteamericano en cambio, por tratarse de una comunidad elegida y con especiales privilegios, todo debe serle aceptado. Al respecto la película no ahorra escenas de torturas de lo más deleznables e inverosímiles contra los presos de Al Qaeda respecto de los cuales se sospecha que mantienen algún tipo de contacto con Bin Laden. Desde el famoso submarino, práctica por la cual varios ‘represores’ argentinos hoy purgan larguísimas penas de prisión hasta algunas realmente novedosas y no por ello menos deleznables como hacer ingerir excrementos por la fuerza a los torturados o dejarlos sin dormir mediante la emisión sin cesar y rimbombante de las músicas actuales durante días enteros, lo cual sin lugar a dudas debe ser la peor de todas las torturas. A todo esto son interesantes los diálogos que intercambian los torturadores, los cuales tienen la peculiaridad de aparecérsenos como personas comunes sin ningún rasgo especial que denote cinismo o crueldad, habiendo entre ellos y especialmente mujeres amas de casa que presencian en vivo y directo las torturas sintiendo por ello un verdadero placer. Recordemos al respecto las famosas fotos de la prisión de Abu Graib en Irak en donde quienes más se destacaban por torturar y humillar a los prisioneros eran justamente mujeres. En los diálogos resulta notorio que los torturados a los cuales se les quiere doblegar la voluntad a fin de que ‘confiesen’ nunca saldrán con vida de allí en tanto que nadie se encuentra enterado de que están detenidos y hasta se desconoce el lugar de la prisión de la CIA que es secreta y ubicada afuera del territorio norteamericano, en alguno de los países que cuentan con gobiernos serviles. Es decir muchos prisioneros de Al Qaeda hoy engrosan una nueva lista de ‘desaparecidos’, con la venia y el conocimiento pleno del actual presidente de los EEUU, pero una vez más el trato que éste recibe es muy distinto del de su antecesor y par argentino. Mientras que el ex presidente Videla hoy purga por tal causa varias condenas a cadena perpetua, a Obama en cambio se le ha dado el premio Nobel de la Paz.
Volviendo a los interesantes diálogos que aparecen en la película, se formulan allí razones expresas por las cuales se justificaría la tortura y la desaparición de personas. Uno de los operadores de la CIA explica que el enemigo con el cual se enfrentan ahora los EEUU es muy diferente del de la época de la guerra fría. A los comunistas se los podía sobornar fácilmente para que, a cambio de una jugosa pensión de por vida, develaran los secretos que conocían, en cambio ahora, como aquí nos encontramos con una concepción trascendente de la existencia y no con un materialismo gemelo como en el caso anterior, sólo la tortura es el medio para develar un secreto. Es decir que se reconoce expresamente que el fundamentalismo es un enemigo mucho más serio para los norteamericanos que el comunismo bolchevique con el cual se compartía un trasfondo materialista.
Pero henos aquí que, a pesar del esmero de los torturadores, los que demuestran en todo momento mucho profesionalismo, habiendo logrado doblegar la voluntad del más fiel miembro de la organización de Bin Laden haciéndolo ‘confesar’, los resultados no pueden ser más deprimentes. Lo único que puede dar es un dato de alguien que es un mensajero del líder pero con el cual sólo se comunica en forma telefónica. Y esto sucede además con todos los que ‘confiesan’, aun con los que lo han hecho sin pasar por la tortura. Como indudablemente el enemigo contra el cual combaten se trata de un gran estratega que conoce los hábitos de cinismo e hipocresía del norteamericano, siempre capaz de acudir al más ruin de todos los medios para obtener sus objetivos, éste ha tenido la habilidad suficiente de evitar cualquier contacto directo con los miembros de su organización. Ante esta lamentable, para ellos, constatación, luego de casi 10 años de torturar inútilmente, se produce entonces una crisis en el seno de la CIA. El torturador principal resuelve unilateralmente tomarse una vacación manifestando que en última instancia se puede seguir contando con la colaboración de tantos analistas funcionales que sostienen, aun en contraste verbal con los norteamericanos, que Bin Laden ha ya muerto o que se trata de una producción de ellos y que por lo tanto en caso de no poderlo cazar nunca la organización no se vería sacudida entonces en su prestigio. Las otras dos torturadoras mujeres, una de ellas la jefa oficial de la organización en la zona de Afganistán y Pakistán, deciden en cambio continuar con la cacería mostrando de este modo el carácter abiertamente ginecocrático de la sociedad norteamericana (digamos de paso que es también una mujer la realizadora de tal película). Pero aparece aquí una discrepancia entre ambas. La jefa, posiblemente en razón de su veteranía y habituada a los sobornos de la época de la guerra fría, cree aun que es posible acudir a ellos para dar con el paradero del gran enemigo en tanto que le resulta imposible pensar que pueda existir alguna persona que no tenga precio. Se ha sabido de un médico jordano que estaría dispuesto a ‘colaborar’ a cambio de la jugosa suma de 25 millones de dólares. Está convencida de que como por su enfermedad de riñones Osama precisa de diálisis permanente, un médico podría romper con el cerco impenetrable. La subjefa en cambio, que ha comprendido el carácter incorruptible del enemigo cree en cambio que hay que seguir torturando hasta el final. Pero como las dos tácticas no se contraponen, henos aquí que en la película se llega a develar finalmente lo que sucediera en la base Camp Chapman en Afganistán en octubre de 2009. El médico jordano fue a la cita para recibir el dinero a cambio pero cargado con un chaleco de explosivos. Ese día se inmoló junto a la plana mayor de la CIA en la región. Se supo al fin qué fue lo que realmente pasó y de quién se trataba esa pobre ama de casa madre de tres hijos en los EEUU que murió en una remota base de Afganistán.
Para finalizar la historia digamos que una mera casualidad por la atención especial de un dato antes pasado por alto, pero ahora atendido por otra agente mujer, se llega a dar con el paradero de quien aparentemente enviaría los mensajes a los miembros de la organización diseminados por el mundo a través de un simple teléfono celular usado mientras se manejaba un jeep. Tal como dijéramos, el operativo que se resuelve en contra de la casa desde donde salía tal vehículo y donde se pensaba que podía estar Bin Laden resulta finalmente exitoso y henos aquí llegados al final de la película.
La vi en mi casa habiendo conseguido una copia por Internet, afortunadamente con un doblaje al castellano por lo que pude escuchar la totalidad de los diálogos. Un mes antes, tal como decíamos, Vargas Llosa estuvo presente en su estreno en Nueva York y, tras relatarnos la ingrata impresión que le causaron a él también las torturas, nos manifiesta que no pudo menos que sentirse esperanzado porque el público presente terminara aplaudiendo el final de la película prescindiendo así de los actos aberrantes que precedieran a tal desenlace. Debería en cambio haberse preguntado ¿qué clase de pueblo puede ser el que justifica la tortura y la desaparición de personas? ¿Eran realmente inocentes las 3000 personas que murieron un 11 de septiembre del 2001?

Marcos Ghio