CONTRA EL NACIONALISMO
Desde un punto de vista opuesto al nuestro el comentarista Terragno -de quien en su momento años atrás formuláramos una rotunda crítica a sus perspectivas fanáticamente modernas (Véase nota nuestra titulada 'El terrorífico mundo del Dr. Terragno' en la revista Cabildo de 1985)- llega a conclusiones que son parecidas a las nuestras *.
Nos manifiesta que existe hoy en día una tendencia generalizada en diferentes sectores de la sociedad a confundir los medios con los fines. Y esto puede valer en especial para todos aquellos que se han dejado impresionar con la figura de Trump que levanta consignas que han sido propias del nacionalismo tales como el proteccionismo, la defensa de las propias fronteras, el sentimiento de potencia por la propia nación, etc. Frente a tales posturas se sostiene que el enemigo serían en cambio aquellos que sostienen lo contrario: la globalización, el universalismo, el mundo sin fronteras, etc. Sin embargo se trata aquí de dos caras de una misma moneda que no deben confundirnos en manera alguna. Es el mismo sistema que alternativamente y de acuerdo a sus conveniencias utiliza ambas posturas en apariencias contrarias. Desde una perspectiva económica pasar de la libertad de mercado al proteccionismo no es un signo de ideología sino de pragmatismo. Yendo al ejemplo concreto de la industria automotriz tan promocionado por Trump, en los últimos tiempos la misma ha estado amparada por el libre comercio implementado por el NAFTA. Es indudable que produciendo los autos en Méjico, en razón de la diferencia cambiaria que permitía pagar salarios más bajos, a los empresarios yanquis les conviniera tal país para poder vender más vehículos, pero esto significó con el tiempo el empobrecimiento y desocupación del obrero norteamericano, es decir del potencial comprador de lo que se producía más barato; por lo tanto para recomponer su poder adquisitivo, ahora el paso siguiente ha sido el proteccionismo, es decir que se vuelvan a producir en el propio país. Por lo tanto el 'nacionalismo' de los norteamericanos, y podríamos decir también de los europeos o de los chinos, que se basa en valores prioritariamente económicos y por lo tanto modernos, es algo que no solamente no nos incumbe, sino contra el cual deberíamos combatir de la misma manera e intensidad con que lo hacemos en contra de su globalismo, la otra cara de una misma moneda. De la misma manera podríamos decir -y apartándonos esta vez de Terragno- que también desde una perspectiva tradicional se puede ser alternativamente nacionalistas y globalistas de acuerdo a nuestra propia conveniencia. En el primer caso el nacionalismo sólo es válido cuando de lo que se trata es de resaltar de nuestro pasado valores propios de una tradición que por ser tal trascienden nuestra dimensión propiamente particular y en ese sentido es que somos 'globalistas' o universales en cuanto rescatamos valores que en tanto superiores y metafísicos son de todos y no solamente de un pueblo que habita en un circunstancial espacio geográfico.
* http://www.clarin.com/opinion/trump-pone-unidos-patas-arriba_0_rkAI9Ha8l.html