ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE UNA NUEVA NOTA DEL SEÑOR GRAZIANI
NOTA ACLARATORIA
Como resultado de nuestra anterior réplica a su nota sobre Rusia en el siglo XXI, Tiberio Graziani envió una nueva nota a la página de Tsunami Político explicando que la misma había sido escrita hace exactamente un año por lo que de esta manera quería explicarnos las razones de sus inexactitudes, sin embargo le agrega otra reciente de hace unos días en la que aparecen otras mucho más groseras que pasaremos a reseñar.
El Sr. Graziani se ha dado cuenta de que los argentinos no comemos vidrio por lo que ha tratado ahora de enmendarnos el error que cometiera anteayer al enviarnos un material desactualizado con un año de antigüedad en el que se cometían innumerables imprecisiones como las que hiciéramos notar oportunamente en nuestra anterior réplica. Hoy, tras comprobar que los argentinos estamos informados de lo que pasa en el mundo, nos envía un texto más actual. Sin embargo no por ello deja de cometer muchos de los errores que le achacáramos en el anterior. Debemos acotar al respecto que lo que diferencia a éste del texto del año pasado es que ahora han cesado los efusivos entusiasmos y optimismos que para su causa le suscitaba el actual régimen del tándem Putin-Medvedyev redactando una nota que pretende a primera vista ser más moderada aunque lamentablemente (para él) no lo logra. Por ejemplo si antes nos decía que Rusia se había erguido como una barrera de contención de la Otan, ahora, a la luz de los últimos acontecimientos, nos habla de un ‘partenariado Rusia-Otan’ en el cual no es que el ex régimen bolchevique se ha unido con los norteamericanos para hacer frente a su enemigo común, el fundamentalismo islámico, sino que la participación rusa en la Otan es para ‘contener el dispositivo militar atlántico’. Es decir, no solamente nosotros comeríamos vidrio, sino al parecer los mismos norteamericanos que habrían invitado a Rusia a integrase a la Otan para ser contenidos.
Digamos que el término ‘contención’ para referirse a los logros de su ídolo Putin aparece en todas partes. Sigue insistiendo en que habría ‘contenido los impulsos secesionistas’ de Chechenia, a pesar de que es público y notorio, reconocido hasta por el mismo gobierno ruso, que su política en tal región ha fracasado abiertamente. La gran diferencia entre el régimen de Putin y el anterior de Yeltsin es que si antes se hablaba solamente de secesionismo chechenio, hoy el movimiento se ha expandido también a Dagestán, a Ingushetia y en el día de ayer también a las provincias confederadas de Balkaria, Kabarda y Karachai en donde en un ataque certero fue muerto su jefe policial. Es decir que ahora con Putin cada día que pasa nos enteramos de que hay un nuevo Estado que se quiere separar de Rusia.
Pero en esta última nota agrega Graziani unas perlas realmente imperdibles. Por supuesto que él continúa desarrollando acá también su esquema geopolítico por el cual los únicos sujetos de la historia son las naciones y que a su vez es la geografía y no la manera de pensar que se tenga lo que determina el modo de ser de éstas. Por ejemplo no es que los EEUU se hayan convertido en una potencia imperialista porque en tal país primó desde su misma fundación un protestantismo mesiánico que diera cabida a su actual sionismo expansionista, sino que es su condición marítima ‘lo que le impone los comportamientos colonialistas’. Nos preguntamos al respecto por qué la Argentina o Chile o Brasil que son también países marítimos no han desarrollado tales comportamientos.
Pero la perla viene ahora. Según él hay tres tipos de países, los hegemónicos entre los cuales ubica a EEUU, Rusia, China y la India (¿), los subordinados y los emergentes que serían aquellos que se han independizado respecto de los anteriores y quieren ocupar un lugar en la política internacional y entre éstos ubica a los países de la América meridional, entre los cuales se encuentra especialmente la Argentina de Kirchner. Dejando por un momento la Venezuela de Chávez, respecto de la cual bien sabemos que si bien sostiene un antiimperialismo norteamericano éste es puramente verborrágico, ya que les vende petróleo, realmente habría que preguntarse cuáles serían las políticas de este gobierno que lo ubican como enfrentado a los EEUU. Casualmente en el día de ayer, tras la reunión de nuestra presidenta con su par Obama, ha quedado absolutamente en claro el total y pleno apoyo que se le brinda a tal potencia.
Pero más absurdo todavía es que Graziani, para el cual obviamente en tanto no se trata de un Estado el fundamentalismo islámico no existe, cuando se refiere a la crisis que hoy viven los EEUU nos habla de un ‘impasse militar en el teatro afgano’ (la palabra talibán o Al Qaeda no aparece una sola vez en su discurso) que no sería tan grave como en cambio la ‘pérdida de control de vastas porciones de América meridional’. Es decir que Chávez y Cristina les habrían causado mucho más daño a los norteamericanos que el movimiento talibán. Por lo cual el fundamentalismo no estaría derrotando hoy en día a los EEUU y a sus aliados de la Otan, entre los cuales se encuentra también su partenaire Rusia, sino que se estaría viviendo solamente una impasse ya que la modernidad de la cual todos estos países participan con seguridad va a terminar ganando la partida.
Graziani termina su nota con una expresión de deseos, a diferencia de la anterior de un año atrás en la que daba por descontado que Putin iba a restaurar la Unión Soviética haciendo frente a los EEUU. Invita a su mentor a que lo apoye a Irán en su programa atómico. Lamentablemente tampoco en esto ni la potencia hegemónica rusa ni la China le han hecho caso. Han condenado al régimen iraní conminándolo a que suspenda su programa nuclear y han firmado un tratado para hacer frente todos juntos a un mismo enemigo, del cual por supuesto el pobre Graziani ni siquiera le dedica una línea, el fundamentalismo islámico.
Por último no podemos menos que manifestar nuestro profundo desagrado por el calificativo que nos dedica a todos los que somos de esta región. Nos llama América indiolatina. Queremos contestarle que nosotros no somos ni indios ni latinos, somos simplemente americanos del sur. El término latino fue utilizado por los yanquis para diferenciarnos de ellos que se reputaban como los auténticos americanos. En Europa suele decirse América para denominar a la sigla EEUU. Ellos no tienen el monopolio de ese término, forman parte de la región norte de un mismo continente. Menos aun somos indio americanos, término utilizado con una connotación descalificatoria hacia nuestro período colonial que reivindicamos. No casualmente el movimiento guerrillero marxista de nuestro país se calificaba a sí mismo como indoamericano.
Marcos Ghio
14/04/10
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jueves, 15 de abril de 2010
martes, 13 de abril de 2010
RÉPLICA A LA NOTA DE TIBERIO GRAZIANI: RUSIA EN EL SIGLO XXI
Se acaba de publicar en castellano en la página Tsunami Político un artículo de italiano Tiberio Graziani en el que se exalta la política exterior de Rusia a través de sus nuevos gobernantes, Putin-Medvediev. En tanto lo consideramos como el texto que con mayor fundamentación ha efectuado la defensa de tal postura hemos decidido realizar una réplica del mismo, la que se encuentra en una línea similar a la que meses pasados efectuáramos de dos publicaciones afines, una chilena y otra argentina (1).
Sr. Director de Tsunami:
En el día de ayer su honorable página web ha editado un lamentable artículo de un autor italiano, Tiberio Graziani, conocido por su postura abiertamente favorable a los intereses de un imperialismo ruso que intenta resucitar, afortunadamente sin éxito, la dupla Putin-Medyediev, en un fallido intento por querer reproducir la triste experiencia que fuera para el mundo la desaparecida Unión Soviética, con sus millones de mártires y perseguidos, aunque, tal como veremos seguidamente, con ciertos inconvenientes adicionales. Ignoramos la fecha de esta nota pero por lo desactualizada suponemos que debe haber sido escrita al menos hace un año, de lo contrario no se entendería el pasaje en donde el aludido afirma que entre los varios éxitos obtenidos por el déspota ruso ex KGB Putin se encontraría el de haber logrado «contener con firmeza el secesionismo chechenio y daguestano e infundir confianza a la población». Demás está decir que esta información es notoriamente falsa y desactualizada. Diariamente en tal región se suceden acciones de guerra producidas por los grupos que luchan por la independencia de su país ilegítimamente ocupado y éstas incluso se han extendido hasta el mismo territorio ruso en acciones de represalia, tales como los recientes atentados contra el expreso Moscú- San Petersburgo y contra el subte de Moscú en la semana pasada entre otros.
Pero yendo puntualmente a la fundamentación que el autor da a su postura, digamos que la misma en lo esencial no es muy diferente de la que sostiene el marxismo y por tal causa no resulta un hecho casual su apoyo al régimen del ex bolchevique Putin. De acuerdo a Carlos Marx las ideologías son superestructuras mutables de una invariable económica que las sustenta en su condición de justificativos de sus acciones de dominio en circunstancias distintas. Así pues para un marxista tanto la religión como las distintas concepciones políticas que no son la propia, como el liberalismo y el fascismo por ejemplo, son expresiones mutables de una misma realidad que es la clase burguesa opresora, siendo por lo tanto discursos diferentes y circunstanciales elaborados con la misma finalidad de justificar el propio dominio sobre las otras clases. La concepción ‘geopolítica’ formulada por Graziani sustituye al concepto de clase económica el de ‘espacio geográfico’ por lo cual, mientras que el marxista concibe la historia como una incesante lucha entre clases por el control de la economía, el geopolítico del estilo de Graziani considera que lo es entre espacios geográficos dispares los cuales también utilizarían a las diferentes ideologías como instrumentos de dominio de acuerdo a las circunstancias mutables. De este modo no habría para él una diferencia sustancial dentro del espacio geográfico ruso entre lo que fuera el zarismo y el comunismo soviético, del mismo modo que entre éstos y el actual régimen de Putin, pues representan todos ellos formas diferentes por la que se ha expresado en el tiempo una misma realidad determinada por una finalidad de dominio.
Nosotros partimos del concepto exactamente opuesto sea al de los geopolíticos como de los marxistas. Para nosotros son las ideas y las concepciones del mundo lo que diferencian a las personas y no las distintas condiciones materiales, sean las clases sociales, sean los espacios geográficos, u otras categorías similares. Para nosotros así como no es la clase social lo que determina nuestra manera de pensar, tampoco ello acontece con nuestra situación geográfica o histórica. Que en tanto el hombre es un ser libre por naturaleza, son las ideas las que determinan su manera de ser y no a la inversa. Somos nosotros los que pensamos y no los que somos pensados. Desde tal punto de vista, es decir en tanto medido a partir de lo que son los principios, por ejemplo el comunismo está mucho más cerca del liberalismo que del zarismo a pesar de que el primero y el último puedan haber tenido un mismo origen territorial, en la medida que mientras que las dos primeras posturas se fundan en principios inmanentes y seculares, es decir materialistas, el zarismo era en cambio una concepción sagrada, imperial y metafísica de la política. De acuerdo a lo que afirmara un grande como Solzyenitzyn, a diferencia de lo que manifiesta en cambio el Sr. Graziani, el comunismo no ha sido la continuidad sino la derogación del antiguo zarismo.
En su lamentable trabajo, que ni siquiera hubiera sido capaz de escribir un comunista estaliniano, Graziani se manifiesta preocupado porque luego de la caída del comunismo EEUU haya avanzado por Europa. Desde ya que a nosotros como tradicionalistas no nos puede gustar en manera alguna el progreso de los EEUU, pero menos todavía nos hubiera gustado un mundo en el que el comunismo hubiese ganado la partida. Y esto por la siguiente razón, que si bien los dos, EEUU y URSS, son materialistas, con el primer régimen por lo menos tenemos la posibilidad de estar escribiendo estas cosas, de haber sido el comunismo el vencedor con seguridad que habríamos sido enviados a clínicas de recuperación mental o a Gulags como Solyenitzyn quien cometiera durante la guerra el grave delito de haber llamado ‘papito’ a Stalin en una carta personal.
Graziani, en su enfoque geopolítico, prescinde de señalarnos las diferencias entre la ex Unión Soviética y el actual régimen de Putin. Manifiesta que lo bueno de este último es que intenta recrear el antiguo imperio soviético luego de la gran crisis del 90 que produjo su desintegración. Le explicaré la diferencia que en cambio existe entre ambos. Con el comunismo, debido a la gran censura existente, en Occidente no se sabía o se disimulaba un poco que los grandes jerarcas eran, además de representantes de los ‘intereses históricos del proletariado’, también multimillonarios. Hoy esto además de saberse se exhibe en público de manera indecorosa y sin ningún tapujo. Es más, los grandes jerarcas rusos son actualmente también multimillonarios obscenos, como el caso entre otros tantos de Abramovich, dueño de un club de futbol inglés y dispensador de gran cantidad de castillos europeos a sus múltiples amantes. Pero esta gran afinidad entre capitalismo y comunismo no es sólo una cuestión de la Rusia actual, sino también de China en donde es el partido comunista el que promueve el consumismo y la gran economía de mercado, siendo el principal sostén del dolar norteamericano.
Causan literalmente risa los logros geopolíticos que según Graziani habría obtenido Putin en política internacional desde que gobierna. Dice que a diferencia de lo que aconteciera con sus predecesores en la primera invasión a Irak en 1990, en el 2003 Rusia «se marginó de la agresiva intervención militar en el Iraq de Saddam Hussein». Le refrescaremos la memoria. Si en 1990 hubo un sector de patriotas rusos, capitaneados en ese entonces por el nacionalista Zyrinowsky, que envió voluntarios para luchar del lado de Saddam Hussein, en el 2003, Putin ni siquiera esbozó una protesta formal a la invasión que determinó la caída y posterior ejecución de Saddam.
Resulta llamativo además el gran silencio que brinde a la invasión a Afganistán. ¿En este caso Putin ‘se marginó’? Todo lo contrario colaboró decisivamente en tal invasión prestando sus Estados satélites del Asia central bases para que los norteamericanos pudiesen invadir. Y hoy en día, ante la ofensiva talibán, no son los Estados satélites de Rusia los que prestan sus instalaciones sino el mismo Estado ruso quien posibilita que por sus territorios transiten los convoyes logísticos que llevan pertrechos a las fuerzas de la Otan que allí luchan.
Causan gracia y también malestar los profundos silencios del autor. Él se indigna porque EEUU haya cooptado en la Otan a muchos Estados que antes formaban parte o estaban asociados con la antigua URSS, sin embargo silencia ciertos hechos esenciales. Que la Otan, de acuerdo a lo que ha explicado recientemente su actual secretario general, Anders Rasmussen, ha dejado de ser el organismo pensado en función de poner freno a la expansión comunista, pues tal peligro ha desaparecido, para en cambio convertirse en un freno del avance del fundamentalismo islámico o del ‘terrorismo internacional’, término este último compartido por Putin y que es utilizado para calificar a los patriotas caucásicos que luchan por su independencia. No por casualidad, además de prestarle a tal organización enemiga sus territorios para que invadan a una nación fundamentalista, sino que también Graziani silencia el hecho de que Rusia tiene un veedor permanente en tal organización. Es decir ahora que con Putin y con China el comunismo se ha sacado la careta y se ha mostrado como lo que realmente era, un capitalismo de tono mayor, hay que ocuparse del enemigo verdadero.
Más gracioso todavía es que nos diga que Putin ha reivindicado al Islam como parte integrante de la idiosincrasia rusa y que no lo está persiguiendo, como en cambio habían hecho sus predecesores. Pero eso no es muy diferente de lo que está haciendo Obama ; no es que no quieran al Islam, sino que desean un Islam tibio, moderno, capitalista. Es por eso que lo quieren en la Unión Europea con Turquía pues piensan democratizarlo. El otro Islam, el verdadero, el que no acepta el materialismo capitalista comunista, ése está en contra de Putin y le disputa soberanía en el Cáucaso, tras haber constituido un Emirato en tal región. Lástima que tampoco Graziani haga mención de ello.
Insistimos : causa mucha gracia Graziani. Quizás si el autor de la traducción hubiese puesto la fecha de su nota a lo mejor nos hubiésemos podido explicar por qué no dice nada del reciente tratado de Praga firmado entre Obama y Medvedyev evitando que otros países, como Irán por ejemplo, puedan tener armas nucleares con lo cual, tal como dijera ayer nuestro colega Preziosi, los imperios del mar y de la tierra han terminado uniéndose en los logros geopolíticos comunes.
Descartamos que el Sr. Graziani conteste a esta nota, pero sería sumamente provechoso que lo hiciesen en su defensa todos aquellos que en este país y en Chile promueven sus ideas.
Con cordiales saludos.
Marcos Ghio
13/04/10
Se acaba de publicar en castellano en la página Tsunami Político un artículo de italiano Tiberio Graziani en el que se exalta la política exterior de Rusia a través de sus nuevos gobernantes, Putin-Medvediev. En tanto lo consideramos como el texto que con mayor fundamentación ha efectuado la defensa de tal postura hemos decidido realizar una réplica del mismo, la que se encuentra en una línea similar a la que meses pasados efectuáramos de dos publicaciones afines, una chilena y otra argentina (1).
Sr. Director de Tsunami:
En el día de ayer su honorable página web ha editado un lamentable artículo de un autor italiano, Tiberio Graziani, conocido por su postura abiertamente favorable a los intereses de un imperialismo ruso que intenta resucitar, afortunadamente sin éxito, la dupla Putin-Medyediev, en un fallido intento por querer reproducir la triste experiencia que fuera para el mundo la desaparecida Unión Soviética, con sus millones de mártires y perseguidos, aunque, tal como veremos seguidamente, con ciertos inconvenientes adicionales. Ignoramos la fecha de esta nota pero por lo desactualizada suponemos que debe haber sido escrita al menos hace un año, de lo contrario no se entendería el pasaje en donde el aludido afirma que entre los varios éxitos obtenidos por el déspota ruso ex KGB Putin se encontraría el de haber logrado «contener con firmeza el secesionismo chechenio y daguestano e infundir confianza a la población». Demás está decir que esta información es notoriamente falsa y desactualizada. Diariamente en tal región se suceden acciones de guerra producidas por los grupos que luchan por la independencia de su país ilegítimamente ocupado y éstas incluso se han extendido hasta el mismo territorio ruso en acciones de represalia, tales como los recientes atentados contra el expreso Moscú- San Petersburgo y contra el subte de Moscú en la semana pasada entre otros.
Pero yendo puntualmente a la fundamentación que el autor da a su postura, digamos que la misma en lo esencial no es muy diferente de la que sostiene el marxismo y por tal causa no resulta un hecho casual su apoyo al régimen del ex bolchevique Putin. De acuerdo a Carlos Marx las ideologías son superestructuras mutables de una invariable económica que las sustenta en su condición de justificativos de sus acciones de dominio en circunstancias distintas. Así pues para un marxista tanto la religión como las distintas concepciones políticas que no son la propia, como el liberalismo y el fascismo por ejemplo, son expresiones mutables de una misma realidad que es la clase burguesa opresora, siendo por lo tanto discursos diferentes y circunstanciales elaborados con la misma finalidad de justificar el propio dominio sobre las otras clases. La concepción ‘geopolítica’ formulada por Graziani sustituye al concepto de clase económica el de ‘espacio geográfico’ por lo cual, mientras que el marxista concibe la historia como una incesante lucha entre clases por el control de la economía, el geopolítico del estilo de Graziani considera que lo es entre espacios geográficos dispares los cuales también utilizarían a las diferentes ideologías como instrumentos de dominio de acuerdo a las circunstancias mutables. De este modo no habría para él una diferencia sustancial dentro del espacio geográfico ruso entre lo que fuera el zarismo y el comunismo soviético, del mismo modo que entre éstos y el actual régimen de Putin, pues representan todos ellos formas diferentes por la que se ha expresado en el tiempo una misma realidad determinada por una finalidad de dominio.
Nosotros partimos del concepto exactamente opuesto sea al de los geopolíticos como de los marxistas. Para nosotros son las ideas y las concepciones del mundo lo que diferencian a las personas y no las distintas condiciones materiales, sean las clases sociales, sean los espacios geográficos, u otras categorías similares. Para nosotros así como no es la clase social lo que determina nuestra manera de pensar, tampoco ello acontece con nuestra situación geográfica o histórica. Que en tanto el hombre es un ser libre por naturaleza, son las ideas las que determinan su manera de ser y no a la inversa. Somos nosotros los que pensamos y no los que somos pensados. Desde tal punto de vista, es decir en tanto medido a partir de lo que son los principios, por ejemplo el comunismo está mucho más cerca del liberalismo que del zarismo a pesar de que el primero y el último puedan haber tenido un mismo origen territorial, en la medida que mientras que las dos primeras posturas se fundan en principios inmanentes y seculares, es decir materialistas, el zarismo era en cambio una concepción sagrada, imperial y metafísica de la política. De acuerdo a lo que afirmara un grande como Solzyenitzyn, a diferencia de lo que manifiesta en cambio el Sr. Graziani, el comunismo no ha sido la continuidad sino la derogación del antiguo zarismo.
En su lamentable trabajo, que ni siquiera hubiera sido capaz de escribir un comunista estaliniano, Graziani se manifiesta preocupado porque luego de la caída del comunismo EEUU haya avanzado por Europa. Desde ya que a nosotros como tradicionalistas no nos puede gustar en manera alguna el progreso de los EEUU, pero menos todavía nos hubiera gustado un mundo en el que el comunismo hubiese ganado la partida. Y esto por la siguiente razón, que si bien los dos, EEUU y URSS, son materialistas, con el primer régimen por lo menos tenemos la posibilidad de estar escribiendo estas cosas, de haber sido el comunismo el vencedor con seguridad que habríamos sido enviados a clínicas de recuperación mental o a Gulags como Solyenitzyn quien cometiera durante la guerra el grave delito de haber llamado ‘papito’ a Stalin en una carta personal.
Graziani, en su enfoque geopolítico, prescinde de señalarnos las diferencias entre la ex Unión Soviética y el actual régimen de Putin. Manifiesta que lo bueno de este último es que intenta recrear el antiguo imperio soviético luego de la gran crisis del 90 que produjo su desintegración. Le explicaré la diferencia que en cambio existe entre ambos. Con el comunismo, debido a la gran censura existente, en Occidente no se sabía o se disimulaba un poco que los grandes jerarcas eran, además de representantes de los ‘intereses históricos del proletariado’, también multimillonarios. Hoy esto además de saberse se exhibe en público de manera indecorosa y sin ningún tapujo. Es más, los grandes jerarcas rusos son actualmente también multimillonarios obscenos, como el caso entre otros tantos de Abramovich, dueño de un club de futbol inglés y dispensador de gran cantidad de castillos europeos a sus múltiples amantes. Pero esta gran afinidad entre capitalismo y comunismo no es sólo una cuestión de la Rusia actual, sino también de China en donde es el partido comunista el que promueve el consumismo y la gran economía de mercado, siendo el principal sostén del dolar norteamericano.
Causan literalmente risa los logros geopolíticos que según Graziani habría obtenido Putin en política internacional desde que gobierna. Dice que a diferencia de lo que aconteciera con sus predecesores en la primera invasión a Irak en 1990, en el 2003 Rusia «se marginó de la agresiva intervención militar en el Iraq de Saddam Hussein». Le refrescaremos la memoria. Si en 1990 hubo un sector de patriotas rusos, capitaneados en ese entonces por el nacionalista Zyrinowsky, que envió voluntarios para luchar del lado de Saddam Hussein, en el 2003, Putin ni siquiera esbozó una protesta formal a la invasión que determinó la caída y posterior ejecución de Saddam.
Resulta llamativo además el gran silencio que brinde a la invasión a Afganistán. ¿En este caso Putin ‘se marginó’? Todo lo contrario colaboró decisivamente en tal invasión prestando sus Estados satélites del Asia central bases para que los norteamericanos pudiesen invadir. Y hoy en día, ante la ofensiva talibán, no son los Estados satélites de Rusia los que prestan sus instalaciones sino el mismo Estado ruso quien posibilita que por sus territorios transiten los convoyes logísticos que llevan pertrechos a las fuerzas de la Otan que allí luchan.
Causan gracia y también malestar los profundos silencios del autor. Él se indigna porque EEUU haya cooptado en la Otan a muchos Estados que antes formaban parte o estaban asociados con la antigua URSS, sin embargo silencia ciertos hechos esenciales. Que la Otan, de acuerdo a lo que ha explicado recientemente su actual secretario general, Anders Rasmussen, ha dejado de ser el organismo pensado en función de poner freno a la expansión comunista, pues tal peligro ha desaparecido, para en cambio convertirse en un freno del avance del fundamentalismo islámico o del ‘terrorismo internacional’, término este último compartido por Putin y que es utilizado para calificar a los patriotas caucásicos que luchan por su independencia. No por casualidad, además de prestarle a tal organización enemiga sus territorios para que invadan a una nación fundamentalista, sino que también Graziani silencia el hecho de que Rusia tiene un veedor permanente en tal organización. Es decir ahora que con Putin y con China el comunismo se ha sacado la careta y se ha mostrado como lo que realmente era, un capitalismo de tono mayor, hay que ocuparse del enemigo verdadero.
Más gracioso todavía es que nos diga que Putin ha reivindicado al Islam como parte integrante de la idiosincrasia rusa y que no lo está persiguiendo, como en cambio habían hecho sus predecesores. Pero eso no es muy diferente de lo que está haciendo Obama ; no es que no quieran al Islam, sino que desean un Islam tibio, moderno, capitalista. Es por eso que lo quieren en la Unión Europea con Turquía pues piensan democratizarlo. El otro Islam, el verdadero, el que no acepta el materialismo capitalista comunista, ése está en contra de Putin y le disputa soberanía en el Cáucaso, tras haber constituido un Emirato en tal región. Lástima que tampoco Graziani haga mención de ello.
Insistimos : causa mucha gracia Graziani. Quizás si el autor de la traducción hubiese puesto la fecha de su nota a lo mejor nos hubiésemos podido explicar por qué no dice nada del reciente tratado de Praga firmado entre Obama y Medvedyev evitando que otros países, como Irán por ejemplo, puedan tener armas nucleares con lo cual, tal como dijera ayer nuestro colega Preziosi, los imperios del mar y de la tierra han terminado uniéndose en los logros geopolíticos comunes.
Descartamos que el Sr. Graziani conteste a esta nota, pero sería sumamente provechoso que lo hiciesen en su defensa todos aquellos que en este país y en Chile promueven sus ideas.
Con cordiales saludos.
Marcos Ghio
13/04/10