A propósito de una nota del periodista Juan Gelman en Página 12
LA NOSTALGIA DE LOS BOLCHEVIQUES
No hay duda alguna de que el 11S y la consecuente aparición en escena del fundamentalismo islámico como fuerza alternativa al capitalismo occidental, vencedor de la guerra fría, ha creado en más de un bolchevique consuetudinario un estado de severa crisis y desazón.
Acostumbrados como estaban a hacernos creer que el comunismo era la antítesis del capitalismo, no se han cansado de hacernos creer que en 1989 el muro del Berlín se cayó sólo formalmente y que Rusia y China se habrían en cambio travestido de capitalistas con la finalidad oculta de poder golpear mejor a su gran enemigo los EEUU simulando haberse hecho ellos también de su misma ideología para poder derrotarlo así con sus mismas armas.
¿Pero cómo explicar dentro de tal contexto el fenómeno de Al Qaeda y de los atentados del 11S? Para los bolcheviques, para quienes no existe enemigo posible del sistema capitalista que no sean ellos mismos, la explicación del hecho sólo es atribuible a un hábil montaje de la CIA la cual del mismo modo que se autoatentó para justificar una invasión del Asia Central, no estaría en realidad perdiendo la guerra en Afganistán, Irak, Somalia y Pakistán, sino en cambio ¡oh sorpresa! la estaría ganando. En realidad de acuerdo a la lógica de Chomsky, Fidel Castro y ahora también Juan Gelman en su nota del día de hoy en Página 12 (La guerra inflada), Al Qaeda en realidad no existiría, en tanto que serían apenas unos 50 militantes, posiblemente antes eran 70, pero se les murieron 20 en las Torres Gemelas, los talibanes del mismo modo que en el caso anterior serían inventados. Serían en realidad agentes de ellos como lo fueran antes en la guerra contra los rusos y ahora los seguirían obedeciendo simulando ganar la guerra ‘un poco’ para así justificar más presencia de fuerzas norteamericanas en el Asia, así como se hiciera antes con el estallido de las Torres. Es decir que de acuerdo a Gelman, Obama infla la guerra a propósito, da cifras falsas así puede mandar más soldados a Afganistán y para ello cuenta con la extraordinaria ayuda de los talibanes a los que a propósito les deja ganar un poquitito. ¿Y para qué todo ello? Pues bien, de acuerdo a la lógica bolchevique, esta estratagema maquiavélica tendría un destinatario seguro: sería para atacar a Rusia, o a ‘Eurasia’ empezando primero por Irán el gran aliado de la Rusia de Putin, para después terminar con éste. Es decir que de acuerdo a los bolcheviques Al Qaeda y los talibanes habrían sido inventados por los norteamericanos para controlar el mundo entero a fin de hallar ‘excusas’ para poder invadirlo y poder derrotar de una vez por todas al comunismo travestido de capitalismo. Es pues una guerra astuta entre enemigos que se han camuflado en sus fines.
Pero lo que no nos pueden explicar los nostálgicos bolcheviques, a los cuales se les han asociado fascistas de izquierda y sionistas travestidos de antiyanquis, es por qué curiosamente coinciden con la CIA en querer reducir a la nada a la única organización que los está derrotando realmente.
Así pues en tanto Al Qaeda no serían más de 50 hombres para Gelman lo de Somalia no sería nada, sino que se trataría de un nuevo invento, a pesar de que la organización de Bin Laden ya esté luchando en las calles de Mogadiscio, por supuesto que nada tampoco respecto del Magreb y de la guerra que estallara anteayer entre Al Qaeda y el gobierno títere de Mauritania. Sería una vez más todo un invento y por lo tanto, de la misma manera que la prensa occidental, el cronista bolchevique hace un silencio aparatoso respecto de todo lo sucedido. Por supuesto que nada tampoco respecto de las 290 acciones de guerra que el movimiento talibán en alianza estrecha con la organización de Bin Laden efectuara tan sólo en el día de ayer para lograr interferir con el proceso electoral organizado por Obama en tal país. Y por supuesto que nada tampoco, y dando cada vez más cabida a la desinformación, respecto a que Rusia y China hoy se han aliado con los norteamericanos y la Otan para hacer frente al fundamentalismo islámico que tienen en el seno mismo de sus países. Rusia en el Norte del Cáucaso y China en el Turquestán del Este. La reciente reunión de la CSO de la que participaran ambas naciones manifestó expresamente que el principal enemigo que hoy tienen no es Norteamérica sino… el ‘terrorismo internacional’, es decir el mismo enemigo que hoy tienen los EEUU.
Pero hay una razón complementaria por la cual el ex montonero marxista Gelman, habitual columnista del matutino hoy kirchnerista Página 12, concuerda con los EEUU en su condena del fundamentalismo islámico. Dicha vertiente, a diferencia del marxismo y del capitalismo liberal, está en contra del Estado laico y sostiene en cambio el carácter sagrado de la función política, considera que la meta de la vida del hombre no se encuentra en la inmanencia expresada por la libido sexual y por el materialismo económico, como en manera común opinan marxistas y capitalistas, sino en la trascendencia alcanzada a través de la vía heroica de la jihad. Por ello resultan comprensibles sus ataques compartidos con la CIA. Tal como dijera Heidegger, comunismo y capitalismo son metafísicamente iguales.
Walter Preziosi
19/09/10
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domingo, 19 de septiembre de 2010
jueves, 9 de septiembre de 2010
LA GUERRA DE CIVILIZACIONES QUE ESTALLÓ UN 11S
En estos días y en los que se acercan varios temas concurrentes conmoverán a la opinión pública mundial. Se aproxima una fecha de significativa importancia que merece una serie de interpretaciones. Si lo juzgáramos desde el punto de vista moral el 11S del 2001 fue un hecho repudiable porque murieron intempestivamente unas 3000 personas y eso está muy mal como son malas todas aquellas guerras en las cuales mueren civiles que no se encuentran en el frente de batalla, como fue malo Hiroschima, como hoy lo es también Falluja en Irak en donde, a causa de las bombas de fósforo blanco enriquecido con uranio que lanzaran los norteamericanos, nacen niños malformados. Y como también sucede con los recién nacidos en el valle Afgano de Kunduz, y como todas esas inútiles masacres que conlleva esta guerra interminable. Guerra de la cual los medios no hablan habitualmente pues, a diferencia de las otras, se trataría de una ‘misión humanitaria’ para liberar a las mujeres de una opresión milenaria o para combatir al ‘terrorismo internacional’ por lo que no adquiere la categoría de las guerras convencionales entre naciones enfrentadas.
Pero nosotros el análisis lo queremos hacer desde un punto de vista político y no moral. Juzgamos pues los hechos y, tal como diría Karl Schmitt, la lucha antagonística entre amigo y enemigo, esa lucha irreversible que se ha dado en combatir independientemente de que nos guste o no. Dos bandos se han perfilado a partir de tal fecha en una guerra que podemos definir sin más como de civilizaciones y que ya lleva nueve años de existencia y que tiene visos de prolongarse mucho más en el tiempo. Pero acá, ya que hemos acudido a un concepto bastante trillado, queremos corregir en el uso del mismo al politólogo yanqui Samuel Huntington el cual, siguiéndolo a Spengler y a Toynbee, equipara tal guerra con un conflicto entre naciones, entre la nación islámica representante del Oriente contra la nación cristiana representante del Occidente. Y esto, lo hemos dicho hasta el cansancio, es una falacia absoluta ya que ni Al Qaeda o los talibanes se singularizan meramente por ser islámicos, ni tampoco Obama, o Zapatero, o Sarkozy por ser en cambio cristianos. Acá es en vez una lucha entre dos concepciones del mundo contrapuestas, lucha en la cual pueden participar de los dos bandos sea cristianos como musulmanes o budistas. Se trata de un proceso, el de la modernización, del cual las religiones no han permanecido ajenas, y la nuestra, la católica, en especial a partir del último Concilio en donde el papado, y tal lo demostrara con nosotros en la guerra de Malvinas, se encuadra abiertamente del lado del mundo moderno, el de la vida y el de la paz a cualquier precio aunque la misma signifique la pérdida del honor, siempre y cuando quede en pié nuestro pellejo.
En dicha guerra -y esto es lo que la distingue de otras- el antagonismo que existe es entre principios, en cambio en la guerra de naciones lo que contrastan son intereses, y los que allí luchan lo hacen en función de un mismo principio, consistente en un apetito de dominio de bienes materiales principalmente económicos o el mero despliegue de una voluntad de potencia. Con la modernidad, a diferencia de otras épocas, las guerras comenzaron a ser por meros intereses, la última guerra en la que se combatió por principios fue la Primera Guerra Mundial, la Segunda en cambio comenzó siendo por intereses y por conquista de espacios vitales para irse convirtiendo, finalizando casi la contienda, en una lucha entre concepciones del mundo simbolizada como democracia contra fascismo. En la guerra fría el conflicto fue abiertamente por intereses y se lo vio diáfanamente a través de su conclusión en tanto Rusia y Norteamérica luchaban por un mero dominio espacial y material del planeta. Ambos eran materialismos que disputaban para ver cuál de los dos era el más poderoso. En cambio ahora en los distintos frentes de batalla que se abrieron luego del 11S sea en Asia como en África, lo que se combate es por concepciones del mundo. Es un error hablar de lucha religiosa entre el Islam y el cristianismo como cree Huntington recreando nuevamente el espíritu de las Cruzadas. Hay islamistas modernos del mismo modo como hay cristianos tradicionales y fundamentalistas. Lo que distingue a uno de otro es el eje existencial en el que las dos civilizaciones se han encuadrado. O lo que es simple vida, comprendida como un despliegue ilimitado de libido y de apetitos materiales plasmados en un orden conocido como de democracia, tal es la modernidad, o en cambio lo que es supravida, eternidad, dimensión metafísica y en consecuencia un orden en el que el Estado se superpone a la sociedad en tanto se asocia con lo sacro, de allí el Califato, que es el equivalente a nuestro ideal de Imperio. Dicha figura no queda restringida a meros intereses nacionales, por tal razón por ejemplo Al Qaeda no lucha tanto por la independencia de Irak o de Afganistán o de otro país en donde está presente, sino por la derrota del mundo moderno y la instauración de su sustituto, un califato o un imperio universal.
Pero asociado a tales hechos el 11S ha tenido el valor de romper con un mito arraigado en nuestra civilización tras tantas décadas de Hollywood y de series televisivas pintándonos un imperio invencible, único, superior en eficiencia a todos los que han existido en la historia y además contando para ello con el auxilio de una serie de ideólogos que se han encargado de resaltarlo sea en forma de proselitismo como Fukuyama que llegaba a decir que con la caída del comunismo se había terminado la historia con la constitución de un imperio universal con sede en Nueva York, como pretendidamente negativa a través de toda esa pululación de teorías montajistas que adscriben al inventario de su poderío todo lo que sucede en la historia aun lo que en apariencias lo dañaría.
El mito de Rambo, es decir del Imperio omnipotente elaborado por el cine yanqui y retransmitido en clave intelectual por una interminable serie de escritores que lo han estado sirviendo en forma irresponsable en todos estos tiempos, se ha derrumbado estrepitosamente un 11S. Y esto no lo decimos simplemente por el hecho de que se demostró la ineficiencia del Imperio en poder derrotar a una simple organización que luego de aquella fecha ha multiplicado sus frentes de combate, sino por las diarias evidencias que cotidianamente se manifiestan en relación a tal hecho.
Hace un par de días la emblemática Condolezza Rice, principal secretaria de Estado y asesora del gobierno de Bush, nos ha narrado ciertos pormenores que nos ilustran en forma sintomática lo que fue aquella fecha. Resulta ser que en el mismo momento en que 19 mártires se inmolaban en las Torres Gemelas destruyendo unos 30 bancos y unas 100 mesas de dinero en el centro financiero del planeta, Condolezza nos explica cómo del lado contrario, el del mundo que privilegia la vida, el sexo y la economía entraba en un verdadero estado de colapso, cosa increíble en un Imperio del cual Fukuyama, Hollywood y la interminable falange de escritores y periodistas nos contaran gestas y capacidades inigualables. Resulta ser que el bunker de la Casa Blanca se llenó estrepitosamente de gente temerosa de correr la misma suerte que los habitantes de las Torres. El aire prontamente se convirtió en irrespirable y hubo que intervenir con la fuerza para sacar de allí a aquellas personas que no eran tan imprescindibles. Se quedó así la élite, pero no toda. Nos relata también al respecto que Bush le manifestó desde el lugar de dónde estaba su intención de dirigirse al bunker, pero Condolezza primeramente le sugirió y luego lo conminó a los gritos que se quedara en dónde estaba… Y Bush obedeció. Ya en ese momento una persona de color tomaba las grandes decisiones de la política del ‘imperio’. Pero lo más insólito fue lo siguiente. En menos de un instante colapsaron todos los medios de comunicación ultrasecretos de la dirigencia norteamericana y las comunicaciones importantes se tuvieron que hacer por celular, lo cual de haberse planeado en ese entonces un ataque de mayor envergadura hubiera terminado en pocos minutos con todo el poderío norteamericano por lo fácil que hubiese sido interferir esas comunicaciones.
Un tigre de papel, un imperio débil y crepuscular, el mundo moderno en su fase final de Kali-yuga.
Marcos Ghio
9/9/10
En estos días y en los que se acercan varios temas concurrentes conmoverán a la opinión pública mundial. Se aproxima una fecha de significativa importancia que merece una serie de interpretaciones. Si lo juzgáramos desde el punto de vista moral el 11S del 2001 fue un hecho repudiable porque murieron intempestivamente unas 3000 personas y eso está muy mal como son malas todas aquellas guerras en las cuales mueren civiles que no se encuentran en el frente de batalla, como fue malo Hiroschima, como hoy lo es también Falluja en Irak en donde, a causa de las bombas de fósforo blanco enriquecido con uranio que lanzaran los norteamericanos, nacen niños malformados. Y como también sucede con los recién nacidos en el valle Afgano de Kunduz, y como todas esas inútiles masacres que conlleva esta guerra interminable. Guerra de la cual los medios no hablan habitualmente pues, a diferencia de las otras, se trataría de una ‘misión humanitaria’ para liberar a las mujeres de una opresión milenaria o para combatir al ‘terrorismo internacional’ por lo que no adquiere la categoría de las guerras convencionales entre naciones enfrentadas.
Pero nosotros el análisis lo queremos hacer desde un punto de vista político y no moral. Juzgamos pues los hechos y, tal como diría Karl Schmitt, la lucha antagonística entre amigo y enemigo, esa lucha irreversible que se ha dado en combatir independientemente de que nos guste o no. Dos bandos se han perfilado a partir de tal fecha en una guerra que podemos definir sin más como de civilizaciones y que ya lleva nueve años de existencia y que tiene visos de prolongarse mucho más en el tiempo. Pero acá, ya que hemos acudido a un concepto bastante trillado, queremos corregir en el uso del mismo al politólogo yanqui Samuel Huntington el cual, siguiéndolo a Spengler y a Toynbee, equipara tal guerra con un conflicto entre naciones, entre la nación islámica representante del Oriente contra la nación cristiana representante del Occidente. Y esto, lo hemos dicho hasta el cansancio, es una falacia absoluta ya que ni Al Qaeda o los talibanes se singularizan meramente por ser islámicos, ni tampoco Obama, o Zapatero, o Sarkozy por ser en cambio cristianos. Acá es en vez una lucha entre dos concepciones del mundo contrapuestas, lucha en la cual pueden participar de los dos bandos sea cristianos como musulmanes o budistas. Se trata de un proceso, el de la modernización, del cual las religiones no han permanecido ajenas, y la nuestra, la católica, en especial a partir del último Concilio en donde el papado, y tal lo demostrara con nosotros en la guerra de Malvinas, se encuadra abiertamente del lado del mundo moderno, el de la vida y el de la paz a cualquier precio aunque la misma signifique la pérdida del honor, siempre y cuando quede en pié nuestro pellejo.
En dicha guerra -y esto es lo que la distingue de otras- el antagonismo que existe es entre principios, en cambio en la guerra de naciones lo que contrastan son intereses, y los que allí luchan lo hacen en función de un mismo principio, consistente en un apetito de dominio de bienes materiales principalmente económicos o el mero despliegue de una voluntad de potencia. Con la modernidad, a diferencia de otras épocas, las guerras comenzaron a ser por meros intereses, la última guerra en la que se combatió por principios fue la Primera Guerra Mundial, la Segunda en cambio comenzó siendo por intereses y por conquista de espacios vitales para irse convirtiendo, finalizando casi la contienda, en una lucha entre concepciones del mundo simbolizada como democracia contra fascismo. En la guerra fría el conflicto fue abiertamente por intereses y se lo vio diáfanamente a través de su conclusión en tanto Rusia y Norteamérica luchaban por un mero dominio espacial y material del planeta. Ambos eran materialismos que disputaban para ver cuál de los dos era el más poderoso. En cambio ahora en los distintos frentes de batalla que se abrieron luego del 11S sea en Asia como en África, lo que se combate es por concepciones del mundo. Es un error hablar de lucha religiosa entre el Islam y el cristianismo como cree Huntington recreando nuevamente el espíritu de las Cruzadas. Hay islamistas modernos del mismo modo como hay cristianos tradicionales y fundamentalistas. Lo que distingue a uno de otro es el eje existencial en el que las dos civilizaciones se han encuadrado. O lo que es simple vida, comprendida como un despliegue ilimitado de libido y de apetitos materiales plasmados en un orden conocido como de democracia, tal es la modernidad, o en cambio lo que es supravida, eternidad, dimensión metafísica y en consecuencia un orden en el que el Estado se superpone a la sociedad en tanto se asocia con lo sacro, de allí el Califato, que es el equivalente a nuestro ideal de Imperio. Dicha figura no queda restringida a meros intereses nacionales, por tal razón por ejemplo Al Qaeda no lucha tanto por la independencia de Irak o de Afganistán o de otro país en donde está presente, sino por la derrota del mundo moderno y la instauración de su sustituto, un califato o un imperio universal.
Pero asociado a tales hechos el 11S ha tenido el valor de romper con un mito arraigado en nuestra civilización tras tantas décadas de Hollywood y de series televisivas pintándonos un imperio invencible, único, superior en eficiencia a todos los que han existido en la historia y además contando para ello con el auxilio de una serie de ideólogos que se han encargado de resaltarlo sea en forma de proselitismo como Fukuyama que llegaba a decir que con la caída del comunismo se había terminado la historia con la constitución de un imperio universal con sede en Nueva York, como pretendidamente negativa a través de toda esa pululación de teorías montajistas que adscriben al inventario de su poderío todo lo que sucede en la historia aun lo que en apariencias lo dañaría.
El mito de Rambo, es decir del Imperio omnipotente elaborado por el cine yanqui y retransmitido en clave intelectual por una interminable serie de escritores que lo han estado sirviendo en forma irresponsable en todos estos tiempos, se ha derrumbado estrepitosamente un 11S. Y esto no lo decimos simplemente por el hecho de que se demostró la ineficiencia del Imperio en poder derrotar a una simple organización que luego de aquella fecha ha multiplicado sus frentes de combate, sino por las diarias evidencias que cotidianamente se manifiestan en relación a tal hecho.
Hace un par de días la emblemática Condolezza Rice, principal secretaria de Estado y asesora del gobierno de Bush, nos ha narrado ciertos pormenores que nos ilustran en forma sintomática lo que fue aquella fecha. Resulta ser que en el mismo momento en que 19 mártires se inmolaban en las Torres Gemelas destruyendo unos 30 bancos y unas 100 mesas de dinero en el centro financiero del planeta, Condolezza nos explica cómo del lado contrario, el del mundo que privilegia la vida, el sexo y la economía entraba en un verdadero estado de colapso, cosa increíble en un Imperio del cual Fukuyama, Hollywood y la interminable falange de escritores y periodistas nos contaran gestas y capacidades inigualables. Resulta ser que el bunker de la Casa Blanca se llenó estrepitosamente de gente temerosa de correr la misma suerte que los habitantes de las Torres. El aire prontamente se convirtió en irrespirable y hubo que intervenir con la fuerza para sacar de allí a aquellas personas que no eran tan imprescindibles. Se quedó así la élite, pero no toda. Nos relata también al respecto que Bush le manifestó desde el lugar de dónde estaba su intención de dirigirse al bunker, pero Condolezza primeramente le sugirió y luego lo conminó a los gritos que se quedara en dónde estaba… Y Bush obedeció. Ya en ese momento una persona de color tomaba las grandes decisiones de la política del ‘imperio’. Pero lo más insólito fue lo siguiente. En menos de un instante colapsaron todos los medios de comunicación ultrasecretos de la dirigencia norteamericana y las comunicaciones importantes se tuvieron que hacer por celular, lo cual de haberse planeado en ese entonces un ataque de mayor envergadura hubiera terminado en pocos minutos con todo el poderío norteamericano por lo fácil que hubiese sido interferir esas comunicaciones.
Un tigre de papel, un imperio débil y crepuscular, el mundo moderno en su fase final de Kali-yuga.
Marcos Ghio
9/9/10
miércoles, 1 de septiembre de 2010
FIDEL CASTRO RUZ, UN POLÍTICO FUNCIONAL A NORTEAMÉRICA
La enfermedad terminal que lo aquejara a Fidel Castro no solamente ha sido una ventaja muy grande para los cubanos al alejarlo de las funciones de gobierno, sino también al parecer para el mundo entero, ya que, al ocuparse ahora en sus ratos de ocio de periodismo, ha develado ciertos secretos de Estado que antes no se conocían o que pasaban desapercibidos y que ahora, en razón de su muy conocida desenvoltura dialéctica, se han hecho públicos y notorios.
Comenzaremos por uno de ellos relativamente reciente que ha llamado poderosamente la atención. Cuando el ejército colombiano terminó con la vida del líder de las Farc, Luis Reyes, y tras develarse de la documentación secuestrada que uno de sus principales interlocutores era el casi ignoto líder del Partido Comunista argentino, Patricio Echegaray, fueron muy importantes las aclaraciones dadas al respecto por Fidel para sacarnos de la perplejidad. Nos hizo ver que en realidad las FARC no eran una guerrilla que le respondía como podían haber sido los tupamaros en Uruguay o los montoneros en la Argentina, así como la rama del Erp de Santucho y Gorriarán Merlo, sino que en cambio dependían directamente del gobierno ruso comunista. Y de esta manera hizo notar algo que uno siempre había supuesto que se trataba de una misma cosa y era que Cuba no era para nada un simple agente de los rusos en nuestro continente, que gozaba de una cierta autonomía y hasta era capaz de sostener políticas contrastantes en materia de intereses. Y la gran diferencia estribaba en que mientras que la guerrilla que a él le respondía se preocupaba por tomar por asalto los diferentes Estados de América con la finalidad de instaurar un bloque de gobiernos socialistas, la otra en cambio, de carácter abiertamente stalinista, bregaba por el triunfo del comunismo a través del fortalecimiento de la Unión Soviética en el mundo, y en este caso presionando a los diferentes gobiernos a fin de que respaldaran internacionalmente la política de Moscú. Por lo tanto no era meta específica de las Farc la toma del poder como en el caso en cambio de las distintas guerrillas castristas, sino la de convertirse en un importante factor de presión.
De este modo Castro nos explicó en su convalecencia que hubo en verdad dos tipos de guerrilla en nuestro continente, una que respondía a Moscú y otra en cambio a Cuba, y que las dos no eran la misma cosa sino que hasta podían llegar a contrastar. Esto se lo ha visto por ejemplo en la Argentina en donde pudo percibirse que la política adoptada por el marxismo leninismo en relación a la última dictadura militar de Videla no solamente no había sido monolítica, sino incluso contrapuesta. De acuerdo a los intereses soviéticos, Videla que, a diferencia por ejemplo de demócratas como Menem, no vivía en relaciones carnales con los norteamericanos, sino que en cambio los desobedecía notoriamente vendiéndoles trigo a los rusos a pesar de su guerra de Afganistán, era calificado por el Partido Comunista Argentino y consecuentemente por la guerrilla que a éste le respondía (1), como un militar progresista al cual había que respaldar en el poder, en cambio la rama castrista que se expresaba allí a través del Erp de Santucho y de Montoneros, lo calificaba como un genocida asesino al que había que abatir. Y al respecto habría que destacar que en razón de esta política internacional discrepante en lo fáctico sea la guerrilla castrista como el gobierno norteamericano colaboraron al unísono para derrocar a las Juntas militares argentinas en tanto que éstas, especialmente en la etapa de Videla, eran de hecho aliados internacionales de la Unión Soviética (2), su principal competidor. Así fue que esta colaboración se la vio en lo siguiente: mientras que por el lado izquierdo la guerrilla castrista desencadenó una serie de hechos violentos en el país obligando a los militares a aplicar métodos de combate contrarrevolucionario. Por el lado yanqui, se supo que importantes personeros, tales como Kissinger, aconsejaron a los militares argentinos aplicar la guerra sucia pues los convencieron de que de esta manera evitaban ser cuestionados por la izquierda a través de sus organismos internacionales de derechos humanos que hubieran con el tiempo obtenido la libertad de los guerrilleros. Eso último fue todavía más letal que la lucha armada pues significó luego con el triunfo de la democracia la desarticulación de las fuerzas armadas a través de sucesivos procesos.
Pero Castro no solamente ha colaborado con los EEUU en la implantación de gobiernos que resultaran afines a sus intereses como los que componen la actual democracia surgida luego de la derrota de Malvinas. También a nivel internacional suele embarcarse en campañas que favorecen a tal gobierno y esto sea quizás lo que explique las razones por las cuales la Cuba castrista ha podido durar tantos años, encontrándose a tan corta distancia del poder norteamericano, sin haber tenido por parte de éste ninguna invasión como en cambio efectuara en lugares mucho más lejanos y no tan “revolucionarios”. Así pues luego de conocerse públicamente el informe de Wikeleaks, el cual, tal como hemos demostrado es a todos luces un montaje efectuado por la CIA para justificar una invasión a Pakistán, Castro en sus últimas declaraciones le presta el más pleno consentimiento y hasta se da el lujo de decir que, de acuerdo al mismo, se desprende que “Al Qaeda ha sido una creación de los norteamericanos para justificar la guerra contra los talibanes en Afganistán y para la posterior invasión y ocupación de Irak por las fuerzas militares de Estados Unidos.”
De este modo se encarga así de sembrar el desprestigio hacia la única organización que los está derrotando. Esta es justamente la maniobra de la CIA de la cual Castro participa plenamente, tal como dijéramos en nuestra nota anterior al referirnos al sionista Noam Chomsky. Cuando en verdad más que explicarnos por qué Al Qaeda ha sido la excusa para invadir países en los cuales les ha ido muy mal, debería darnos las razones de por qué a él en cambio jamás se lo ha invadido, habiendo podido tener justificaciones de sobra para hacerlo, en primer lugar luego de la famosa reunión de la OLAS en 1968 en la que se hizo público desde Cuba y bajo su gobierno un plan de derrocamiento de los gobierno militares de América por el uso de las armas y a través de organizaciones guerrilleras, habiendo sido ésta la causa verdadera de las matanzas padecidas en nuestros países. Y por cuál razón tampoco se tomaron represalias luego de que se desarticulara la guerrilla efectuada por su lugarteniente Guevara en Bolivia, un hecho por demás evidente de intromisión en un país extranjero que de haberse hecho hubiera en su momento contado con el beneplácito de toda América.
A esta altura del partido y en función de las múltiples colaboraciones demostradas no cabe duda alguna de que el verdadero agente de la CIA, es decir aquel que ha trabajado plenamente para los intereses norteamericanos, no es Bin Laden, sino Fidel Castro.
(1) Algún día habrá que escribir la historia del sector guerrillero argentino que respondió a Moscú y no a La Habana. Estaba constituido por una de las fracciones en que se dividiera el Erp (Estrella Roja), la que nominalmente respondía a la 4ª internacional trotskista de París (ésa era su cobertura) aunque en realidad representaba disimuladamente los intereses de la URSS. Estaba dirigido por un ex líder de una facción del grupo nacionalista Tacuara, conocido como Joe Baxter, quien muriera en un accidente aéreo viajando con el grado de general del ejército vietnamita. Gorriarán Merlo, el lugarteniente de Santucho, es decir de la facción opuesta del ERP, relata un encuentro que tuviera con Baxter en Santiago de Chile en donde discutieran a qué Estado debían subordinar la guerrilla argentina. Los dos tomaron luego caminos opuestos. La facción de Baxter se había previamente unido a un conocido agente de Moscú infiltrado en el peronismo y muerto por la triple A, el abogado Rodolfo Ortega Peña (ex miembro del Partido Comunista) y su inseparable socio, actual ministro de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde. Los tres formaron en la década del 60 una organización neoperonista llamada Cóndor-Tacuara cuyo lema principal era “El peronismo no debe marxistizarse, pero nadie que se diga marxista debe permanecer afuera del peronismo”. A este grupo pro-ruso también pertenecía el fallecido Norberto Ceresole quien publicara libros en la editorial Sudestada de tal grupo. Ceresole, siendo del ERP, fue luego integrado como miembro honorario de la Academia de Ciencias de la URSS. En varias publicaciones se destacó como crítico de la política cubana en América, pero desde la óptica soviética. A los rusos no les convenía derrocar la dictadura militar argentina y sí en cambio a los cubanos y en tal cosa estos últimos estuvieron aliados a los norteamericanos.
(2) Este temor también se lo vio por parte de los norteamericanos durante la guerra de Malvinas cuando se pensó que, en razón del conflicto con Gran Bretaña y los EEUU, la Argentina pudiese buscar una alianza con Moscú.
WALTER PREZIOSI
1/09/10
La enfermedad terminal que lo aquejara a Fidel Castro no solamente ha sido una ventaja muy grande para los cubanos al alejarlo de las funciones de gobierno, sino también al parecer para el mundo entero, ya que, al ocuparse ahora en sus ratos de ocio de periodismo, ha develado ciertos secretos de Estado que antes no se conocían o que pasaban desapercibidos y que ahora, en razón de su muy conocida desenvoltura dialéctica, se han hecho públicos y notorios.
Comenzaremos por uno de ellos relativamente reciente que ha llamado poderosamente la atención. Cuando el ejército colombiano terminó con la vida del líder de las Farc, Luis Reyes, y tras develarse de la documentación secuestrada que uno de sus principales interlocutores era el casi ignoto líder del Partido Comunista argentino, Patricio Echegaray, fueron muy importantes las aclaraciones dadas al respecto por Fidel para sacarnos de la perplejidad. Nos hizo ver que en realidad las FARC no eran una guerrilla que le respondía como podían haber sido los tupamaros en Uruguay o los montoneros en la Argentina, así como la rama del Erp de Santucho y Gorriarán Merlo, sino que en cambio dependían directamente del gobierno ruso comunista. Y de esta manera hizo notar algo que uno siempre había supuesto que se trataba de una misma cosa y era que Cuba no era para nada un simple agente de los rusos en nuestro continente, que gozaba de una cierta autonomía y hasta era capaz de sostener políticas contrastantes en materia de intereses. Y la gran diferencia estribaba en que mientras que la guerrilla que a él le respondía se preocupaba por tomar por asalto los diferentes Estados de América con la finalidad de instaurar un bloque de gobiernos socialistas, la otra en cambio, de carácter abiertamente stalinista, bregaba por el triunfo del comunismo a través del fortalecimiento de la Unión Soviética en el mundo, y en este caso presionando a los diferentes gobiernos a fin de que respaldaran internacionalmente la política de Moscú. Por lo tanto no era meta específica de las Farc la toma del poder como en el caso en cambio de las distintas guerrillas castristas, sino la de convertirse en un importante factor de presión.
De este modo Castro nos explicó en su convalecencia que hubo en verdad dos tipos de guerrilla en nuestro continente, una que respondía a Moscú y otra en cambio a Cuba, y que las dos no eran la misma cosa sino que hasta podían llegar a contrastar. Esto se lo ha visto por ejemplo en la Argentina en donde pudo percibirse que la política adoptada por el marxismo leninismo en relación a la última dictadura militar de Videla no solamente no había sido monolítica, sino incluso contrapuesta. De acuerdo a los intereses soviéticos, Videla que, a diferencia por ejemplo de demócratas como Menem, no vivía en relaciones carnales con los norteamericanos, sino que en cambio los desobedecía notoriamente vendiéndoles trigo a los rusos a pesar de su guerra de Afganistán, era calificado por el Partido Comunista Argentino y consecuentemente por la guerrilla que a éste le respondía (1), como un militar progresista al cual había que respaldar en el poder, en cambio la rama castrista que se expresaba allí a través del Erp de Santucho y de Montoneros, lo calificaba como un genocida asesino al que había que abatir. Y al respecto habría que destacar que en razón de esta política internacional discrepante en lo fáctico sea la guerrilla castrista como el gobierno norteamericano colaboraron al unísono para derrocar a las Juntas militares argentinas en tanto que éstas, especialmente en la etapa de Videla, eran de hecho aliados internacionales de la Unión Soviética (2), su principal competidor. Así fue que esta colaboración se la vio en lo siguiente: mientras que por el lado izquierdo la guerrilla castrista desencadenó una serie de hechos violentos en el país obligando a los militares a aplicar métodos de combate contrarrevolucionario. Por el lado yanqui, se supo que importantes personeros, tales como Kissinger, aconsejaron a los militares argentinos aplicar la guerra sucia pues los convencieron de que de esta manera evitaban ser cuestionados por la izquierda a través de sus organismos internacionales de derechos humanos que hubieran con el tiempo obtenido la libertad de los guerrilleros. Eso último fue todavía más letal que la lucha armada pues significó luego con el triunfo de la democracia la desarticulación de las fuerzas armadas a través de sucesivos procesos.
Pero Castro no solamente ha colaborado con los EEUU en la implantación de gobiernos que resultaran afines a sus intereses como los que componen la actual democracia surgida luego de la derrota de Malvinas. También a nivel internacional suele embarcarse en campañas que favorecen a tal gobierno y esto sea quizás lo que explique las razones por las cuales la Cuba castrista ha podido durar tantos años, encontrándose a tan corta distancia del poder norteamericano, sin haber tenido por parte de éste ninguna invasión como en cambio efectuara en lugares mucho más lejanos y no tan “revolucionarios”. Así pues luego de conocerse públicamente el informe de Wikeleaks, el cual, tal como hemos demostrado es a todos luces un montaje efectuado por la CIA para justificar una invasión a Pakistán, Castro en sus últimas declaraciones le presta el más pleno consentimiento y hasta se da el lujo de decir que, de acuerdo al mismo, se desprende que “Al Qaeda ha sido una creación de los norteamericanos para justificar la guerra contra los talibanes en Afganistán y para la posterior invasión y ocupación de Irak por las fuerzas militares de Estados Unidos.”
De este modo se encarga así de sembrar el desprestigio hacia la única organización que los está derrotando. Esta es justamente la maniobra de la CIA de la cual Castro participa plenamente, tal como dijéramos en nuestra nota anterior al referirnos al sionista Noam Chomsky. Cuando en verdad más que explicarnos por qué Al Qaeda ha sido la excusa para invadir países en los cuales les ha ido muy mal, debería darnos las razones de por qué a él en cambio jamás se lo ha invadido, habiendo podido tener justificaciones de sobra para hacerlo, en primer lugar luego de la famosa reunión de la OLAS en 1968 en la que se hizo público desde Cuba y bajo su gobierno un plan de derrocamiento de los gobierno militares de América por el uso de las armas y a través de organizaciones guerrilleras, habiendo sido ésta la causa verdadera de las matanzas padecidas en nuestros países. Y por cuál razón tampoco se tomaron represalias luego de que se desarticulara la guerrilla efectuada por su lugarteniente Guevara en Bolivia, un hecho por demás evidente de intromisión en un país extranjero que de haberse hecho hubiera en su momento contado con el beneplácito de toda América.
A esta altura del partido y en función de las múltiples colaboraciones demostradas no cabe duda alguna de que el verdadero agente de la CIA, es decir aquel que ha trabajado plenamente para los intereses norteamericanos, no es Bin Laden, sino Fidel Castro.
(1) Algún día habrá que escribir la historia del sector guerrillero argentino que respondió a Moscú y no a La Habana. Estaba constituido por una de las fracciones en que se dividiera el Erp (Estrella Roja), la que nominalmente respondía a la 4ª internacional trotskista de París (ésa era su cobertura) aunque en realidad representaba disimuladamente los intereses de la URSS. Estaba dirigido por un ex líder de una facción del grupo nacionalista Tacuara, conocido como Joe Baxter, quien muriera en un accidente aéreo viajando con el grado de general del ejército vietnamita. Gorriarán Merlo, el lugarteniente de Santucho, es decir de la facción opuesta del ERP, relata un encuentro que tuviera con Baxter en Santiago de Chile en donde discutieran a qué Estado debían subordinar la guerrilla argentina. Los dos tomaron luego caminos opuestos. La facción de Baxter se había previamente unido a un conocido agente de Moscú infiltrado en el peronismo y muerto por la triple A, el abogado Rodolfo Ortega Peña (ex miembro del Partido Comunista) y su inseparable socio, actual ministro de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde. Los tres formaron en la década del 60 una organización neoperonista llamada Cóndor-Tacuara cuyo lema principal era “El peronismo no debe marxistizarse, pero nadie que se diga marxista debe permanecer afuera del peronismo”. A este grupo pro-ruso también pertenecía el fallecido Norberto Ceresole quien publicara libros en la editorial Sudestada de tal grupo. Ceresole, siendo del ERP, fue luego integrado como miembro honorario de la Academia de Ciencias de la URSS. En varias publicaciones se destacó como crítico de la política cubana en América, pero desde la óptica soviética. A los rusos no les convenía derrocar la dictadura militar argentina y sí en cambio a los cubanos y en tal cosa estos últimos estuvieron aliados a los norteamericanos.
(2) Este temor también se lo vio por parte de los norteamericanos durante la guerra de Malvinas cuando se pensó que, en razón del conflicto con Gran Bretaña y los EEUU, la Argentina pudiese buscar una alianza con Moscú.
WALTER PREZIOSI
1/09/10