miércoles, 1 de septiembre de 2010

FIDEL CASTRO RUZ, UN POLÍTICO FUNCIONAL A NORTEAMÉRICA


La enfermedad terminal que lo aquejara a Fidel Castro no solamente ha sido una ventaja muy grande para los cubanos al alejarlo de las funciones de gobierno, sino también al parecer para el mundo entero, ya que, al ocuparse ahora en sus ratos de ocio de periodismo, ha develado ciertos secretos de Estado que antes no se conocían o que pasaban desapercibidos y que ahora, en razón de su muy conocida desenvoltura dialéctica, se han hecho públicos y notorios.
Comenzaremos por uno de ellos relativamente reciente que ha llamado poderosamente la atención. Cuando el ejército colombiano terminó con la vida del líder de las Farc, Luis Reyes, y tras develarse de la documentación secuestrada que uno de sus principales interlocutores era el casi ignoto líder del Partido Comunista argentino, Patricio Echegaray, fueron muy importantes las aclaraciones dadas al respecto por Fidel para sacarnos de la perplejidad. Nos hizo ver que en realidad las FARC no eran una guerrilla que le respondía como podían haber sido los tupamaros en Uruguay o los montoneros en la Argentina, así como la rama del Erp de Santucho y Gorriarán Merlo, sino que en cambio dependían directamente del gobierno ruso comunista. Y de esta manera hizo notar algo que uno siempre había supuesto que se trataba de una misma cosa y era que Cuba no era para nada un simple agente de los rusos en nuestro continente, que gozaba de una cierta autonomía y hasta era capaz de sostener políticas contrastantes en materia de intereses. Y la gran diferencia estribaba en que mientras que la guerrilla que a él le respondía se preocupaba por tomar por asalto los diferentes Estados de América con la finalidad de instaurar un bloque de gobiernos socialistas, la otra en cambio, de carácter abiertamente stalinista, bregaba por el triunfo del comunismo a través del fortalecimiento de la Unión Soviética en el mundo, y en este caso presionando a los diferentes gobiernos a fin de que respaldaran internacionalmente la política de Moscú. Por lo tanto no era meta específica de las Farc la toma del poder como en el caso en cambio de las distintas guerrillas castristas, sino la de convertirse en un importante factor de presión.
De este modo Castro nos explicó en su convalecencia que hubo en verdad dos tipos de guerrilla en nuestro continente, una que respondía a Moscú y otra en cambio a Cuba, y que las dos no eran la misma cosa sino que hasta podían llegar a contrastar. Esto se lo ha visto por ejemplo en la Argentina en donde pudo percibirse que la política adoptada por el marxismo leninismo en relación a la última dictadura militar de Videla no solamente no había sido monolítica, sino incluso contrapuesta. De acuerdo a los intereses soviéticos, Videla que, a diferencia por ejemplo de demócratas como Menem, no vivía en relaciones carnales con los norteamericanos, sino que en cambio los desobedecía notoriamente vendiéndoles trigo a los rusos a pesar de su guerra de Afganistán, era calificado por el Partido Comunista Argentino y consecuentemente por la guerrilla que a éste le respondía (1), como un militar progresista al cual había que respaldar en el poder, en cambio la rama castrista que se expresaba allí a través del Erp de Santucho y de Montoneros, lo calificaba como un genocida asesino al que había que abatir. Y al respecto habría que destacar que en razón de esta política internacional discrepante en lo fáctico sea la guerrilla castrista como el gobierno norteamericano colaboraron al unísono para derrocar a las Juntas militares argentinas en tanto que éstas, especialmente en la etapa de Videla, eran de hecho aliados internacionales de la Unión Soviética (2), su principal competidor. Así fue que esta colaboración se la vio en lo siguiente: mientras que por el lado izquierdo la guerrilla castrista desencadenó una serie de hechos violentos en el país obligando a los militares a aplicar métodos de combate contrarrevolucionario. Por el lado yanqui, se supo que importantes personeros, tales como Kissinger, aconsejaron a los militares argentinos aplicar la guerra sucia pues los convencieron de que de esta manera evitaban ser cuestionados por la izquierda a través de sus organismos internacionales de derechos humanos que hubieran con el tiempo obtenido la libertad de los guerrilleros. Eso último fue todavía más letal que la lucha armada pues significó luego con el triunfo de la democracia la desarticulación de las fuerzas armadas a través de sucesivos procesos.
Pero Castro no solamente ha colaborado con los EEUU en la implantación de gobiernos que resultaran afines a sus intereses como los que componen la actual democracia surgida luego de la derrota de Malvinas. También a nivel internacional suele embarcarse en campañas que favorecen a tal gobierno y esto sea quizás lo que explique las razones por las cuales la Cuba castrista ha podido durar tantos años, encontrándose a tan corta distancia del poder norteamericano, sin haber tenido por parte de éste ninguna invasión como en cambio efectuara en lugares mucho más lejanos y no tan “revolucionarios”. Así pues luego de conocerse públicamente el informe de Wikeleaks, el cual, tal como hemos demostrado es a todos luces un montaje efectuado por la CIA para justificar una invasión a Pakistán, Castro en sus últimas declaraciones le presta el más pleno consentimiento y hasta se da el lujo de decir que, de acuerdo al mismo, se desprende que “Al Qaeda ha sido una creación de los norteamericanos para justificar la guerra contra los talibanes en Afganistán y para la posterior invasión y ocupación de Irak por las fuerzas militares de Estados Unidos.”
De este modo se encarga así de sembrar el desprestigio hacia la única organización que los está derrotando. Esta es justamente la maniobra de la CIA de la cual Castro participa plenamente, tal como dijéramos en nuestra nota anterior al referirnos al sionista Noam Chomsky. Cuando en verdad más que explicarnos por qué Al Qaeda ha sido la excusa para invadir países en los cuales les ha ido muy mal, debería darnos las razones de por qué a él en cambio jamás se lo ha invadido, habiendo podido tener justificaciones de sobra para hacerlo, en primer lugar luego de la famosa reunión de la OLAS en 1968 en la que se hizo público desde Cuba y bajo su gobierno un plan de derrocamiento de los gobierno militares de América por el uso de las armas y a través de organizaciones guerrilleras, habiendo sido ésta la causa verdadera de las matanzas padecidas en nuestros países. Y por cuál razón tampoco se tomaron represalias luego de que se desarticulara la guerrilla efectuada por su lugarteniente Guevara en Bolivia, un hecho por demás evidente de intromisión en un país extranjero que de haberse hecho hubiera en su momento contado con el beneplácito de toda América.
A esta altura del partido y en función de las múltiples colaboraciones demostradas no cabe duda alguna de que el verdadero agente de la CIA, es decir aquel que ha trabajado plenamente para los intereses norteamericanos, no es Bin Laden, sino Fidel Castro.

(1) Algún día habrá que escribir la historia del sector guerrillero argentino que respondió a Moscú y no a La Habana. Estaba constituido por una de las fracciones en que se dividiera el Erp (Estrella Roja), la que nominalmente respondía a la 4ª internacional trotskista de París (ésa era su cobertura) aunque en realidad representaba disimuladamente los intereses de la URSS. Estaba dirigido por un ex líder de una facción del grupo nacionalista Tacuara, conocido como Joe Baxter, quien muriera en un accidente aéreo viajando con el grado de general del ejército vietnamita. Gorriarán Merlo, el lugarteniente de Santucho, es decir de la facción opuesta del ERP, relata un encuentro que tuviera con Baxter en Santiago de Chile en donde discutieran a qué Estado debían subordinar la guerrilla argentina. Los dos tomaron luego caminos opuestos. La facción de Baxter se había previamente unido a un conocido agente de Moscú infiltrado en el peronismo y muerto por la triple A, el abogado Rodolfo Ortega Peña (ex miembro del Partido Comunista) y su inseparable socio, actual ministro de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde. Los tres formaron en la década del 60 una organización neoperonista llamada Cóndor-Tacuara cuyo lema principal era “El peronismo no debe marxistizarse, pero nadie que se diga marxista debe permanecer afuera del peronismo”. A este grupo pro-ruso también pertenecía el fallecido Norberto Ceresole quien publicara libros en la editorial Sudestada de tal grupo. Ceresole, siendo del ERP, fue luego integrado como miembro honorario de la Academia de Ciencias de la URSS. En varias publicaciones se destacó como crítico de la política cubana en América, pero desde la óptica soviética. A los rusos no les convenía derrocar la dictadura militar argentina y sí en cambio a los cubanos y en tal cosa estos últimos estuvieron aliados a los norteamericanos.
(2) Este temor también se lo vio por parte de los norteamericanos durante la guerra de Malvinas cuando se pensó que, en razón del conflicto con Gran Bretaña y los EEUU, la Argentina pudiese buscar una alianza con Moscú.

WALTER PREZIOSI
1/09/10

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