Un conflicto suscitado con un par de personas, participantes de un foro
que se autotitula ‘evoliano’, trajo a colación el siguiente interrogante. ¿Es
el autor Julius Evola un pensador europeo o en cambio, a pesar de haber
formulado sus actividades en tal continente, sus principios son universales e
incluso contrarios en múltiples aspectos a un pretendido nacionalismo europeo
(o indoeuropeo, de acuerdo al más pomposo concepto asumido por tales cultores) que pretende encerrar su legado a tal acotada esfera?
Veamos.
1) En su obra El
Arco y la Clava nuestro autor se ha opuesto por igual sea a aquellos que
han querido hablar de una superioridad del Occidente respecto del Oriente, como
a la inversa a quienes han querido hacer de tal civilización el verdadero
reservorio espiritual de la humanidad en su conjunto. No consideró pues ni como
Hegel la superioridad del Occidente respecto del Oriente, ni como Guénon la del
Oriente respecto del Occidente, sino que manifestó que las categorías tradicionales que él reivindica pueden hallarse en
cualquiera de los dos contextos culturales.
2) En tal perspectiva, al referirse al carácter
indoeuropeo del Buddha, no quiso por esto, al modo de racistas del estilo de
Gobineau, manifestar la superioridad de tal grupo racial sobre los restantes,
ni tampoco considerarlo como el origen de todas las verdaderas civilizaciones.
Simplemente con tal constatación quiso expresar que los límites entre el Oriente y el Occidente no son una cosa
infranqueable, sino que existen influjos recíprocos que pueden haber sido
tanto un beneficio, como en este último caso, como en cambio una verdadera
destrucción y desgracia, tal como fuera por ejemplo la colonización de India y
China por parte de Inglaterra y la consecuente ‘occidentalización’ que hoy vive
el Oriente en tales países, a los que se les han agregado también otros como el
Japón, con la irrupción de fenómenos tales como el materialismo, la democracia
y el consumismo.
3) Que de ninguna manera Evola ha considerado la
superioridad de la raza blanca sobre las de color; que en todo caso lo que pudo
haber manifestado ha sido que dentro de tales contextos pueden haberse
desarrollado en mayor o menor medida fenómenos de esplendor como de decadencia,
pero que ninguno de ellos es carácter
exclusivo de una determinada raza en particular. Que cuando en el período
anterior a la Gran Guerra manifestó que mientras que en lo ario primaba una
espiritualidad activa y solar y en el contexto semítico una de carácter pasivo
y lunar no consideró nunca que esto fuese un fenómeno propio de una determinada
raza, sino en todo caso que donde más se había manifestado una cosa era en
alguna de ellas.
4) En ningún caso manifestó que los fenómenos de
espiritualidad solar hayan sido cosa propia y exclusiva del hombre indoeuropeo,
sino que describió la presencia de fenómenos de tal tipo aun en religiones o
tradiciones espirituales que no lo eran en manera alguna, como el taoísmo, el
zen o aun en el judaísmo por él tan denostado varias veces, dicho fenómeno
también se había manifestado a través de la cábala así como en el también
semítico Islam supo calificar de manera elogiosa a la doctrina de la guerra
santa o jihad a la que consideró como
abiertamente tradicional emparentándola con lo mejor de la tradición aria. Y
fenómenos de tal tipo son recurrentes en toda su obra por lo que sería largo y
tedioso enumerarlos todos. Por lo que sin más puede recabarse que el origen
hiperbóreo y solar de las grandes tradiciones no se encuentra hoy en día
referido a comunidad o raza alguna en particular, sino que es patrimonio de la humanidad entera en grados diferentes.
5) Como filósofo de la libertad nunca consideró
que la raza produzca al ser humano sino a la inversa, es el hombre el que
produce la propia raza, del mismo modo que, de acuerdo a la doctrina metafísica
de la preexistencia, es el espíritu el que determina y elige la propia
existencia. Se encuentra pues lejos de todas las doctrinas modernas, aun las
que se disfrazan de evolianas, como las aquí aludidas, que consideran que el
hombre es un producto de una realidad que lo trasciende, en este caso para este
grupo se trataría de la raza física a la que se pertenece la que hace que se
pueda o no ser de una determinada manera, por lo cual mientras que un
indoeuropeo estaría en condiciones de alcanzar una dimensión espiritual y
activa, uno que no lo es en cambio cuanto más puede expresar una de carácter
meramente psíquico*.
6) Luego del conflicto bélico, cuando se
diluyeron definitivamente las posibilidades de que la tan mentada ‘raza aria’
pudiese otorgar al mundo una apertura hacia la dimensión de la trascendencia,
luego de la caída de los fascismos en sus posibilidades superiores, del mismo
modo que tras la modernización ya definitiva del catolicismo con el Concilio
Vaticano II, la antes usada dicotomía ario-semita había perdido todo tipo de
sentido por lo que en los tiempos venideros los términos a usar ya han debido
ser mundo moderno contra mundo tradicional, encontrándose en diferentes medidas
personas de tal tipo en las más distintas etnías. De allí la consigna evoliana
de que nuestra patria es la idea y no la etnía a la que se pertenece.
7) Que contrariamente a lo que manifiestan tales
sectores, paradojalmente los arios y los blancos hoy se encuentran en la
retaguardia y en mayor medida adheridos a los valores modernos. En cambio donde
más se manifiestan los tradicionales es entre los pueblos de color. Fenómeno
éste ya denotado por Evola en sus obras más maduras, pero que en los últimos
tiempos se ha visto superado aun más.
8) Así pues Evola si bien tuvo conceptos duros
hacia la raza negra ello estuvo determinado por dos cosas. En primer lugar
porque condenó el fenómeno de la negritud, es decir el culto del negro que hoy
se realiza en la sociedad moderna en sus fases más terminales, viéndose en éste
el grado de perfección más alta, de la misma manera que en épocas pasadas
filósofos como Rousseau rendían culto al salvaje primitivo y a su sociedad
ideal. Y en segundo lugar porque constató que culturalmente la raza negra no
había producido expresiones culturales superiores, lo cual sin embargo no le
estaba vedado para nada en un futuro. Justamente hoy en día, cuando Evola ya no
está, es en el contexto de la raza negra en Malí o en Somalia en donde se están
manifestando las expresiones más altas de la jihad y la guerra de
civilizaciones contra el mundo moderno compartido también por razas de todos
los colores.
9) Para finalizar digamos que donde más se
expresa el carácter universal del pensamiento evoliano es a través de su
explícita adhesión a la doctrina de la
unidad trascendente y metafísica entre las grandes religiones y tradiciones
espirituales por la cual se sostiene la necesidad de una gran unidad
ecuménica y esotérica entre los representantes de las principales religiones de
la tierra para hacer frente aunadamente a la gran anomalía moderna. Es de
destacar que los pseudo-evolianos en cambio se oponen a tal concepto y por el
contrario llaman a luchar en contra del Islam fundamentalista en estrecha
inteligencia con movimientos seculares y laicos como el sionismo.
·
Es de
destacar que los ‘indeuropeístas’ a pesar de todo no forman un bloque
común y suelen tener desinteligencias
semánticas entre ellos. Así pues, mientras que Alcántara manifiesta
expresamente que los judíos y los negros, como toda raza que no sea la suya,
carecen de espíritu, teniendo sólo alma, Martín dice en cambio que tienen un
tipo de espíritu diferente del blanco, que sería uno de carácter lunar. Acá hay
que recordarle a este último que, de acuerdo a la dicotomía usada entre otros
por los hermetistas, en la esfera del yo interior, el alma es la luna,
representando el principio femenino y pasivo, mientras que el espíritu es en
cambio el sol, lo masculino y activo, por lo cual, cuando se hace alusión a una
espiritualidad lunar, en el fondo se está refiriendo a un yo que, en tanto
pasivo, no puede alcanzar propiamente el plano del espíritu.
Marcos Ghio
3/03/13
Interesante..y sobre la idiosincracia argentina que se podra decir entonces? Evola hizo alguna referencia a ella?
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