EN SIRIA NACE UNA FUERZA SUPRANACIONAL
Un adolescente de 16 años de la ciudad de
Ceuta, España abandonó a su familia y se dirigió a Turquía. Desde allí se
comunicó telefónicamente con su familia y les dijo que se dirigía a Siria para
luchar por la causa de Alá junto con los yihadistas. Esto no es una simple
anécdota. Desde hace un tiempo diversos medios de comunicación nos informan
acerca de personas que desde diferentes
partes del mundo se dirigen a Siria para
participar en la yihad, es decir, en la guerra santa que allí se desarrolla. Y
esto es un hecho de gran importancia y en torno al cual caben algunas reflexiones
Estamos acostumbrados a que las guerras se libran por territorios, por motivos geopolíticos, por el petróleo o
los recursos naturales, por la “patria” por la democracia, por el espacio vital o por la “civilización”.
Pero
en la actual guerra de civilizaciones uno de los bandos combatientes lo hace
por principios tradicionales, y esos son los combatientes por la causa de Dios
contra los defensores del mundo moderno, materialista, economicista,
consumista, pervertido y ateo. Todo ello bajo la bandera de la democracia y los
sacrosantos derechos humanos.
El hombre último, es decir el moderno, no puede entender que haya
quienes hagan la guerra por una idea trascendente, metafísica y en la actual
confrontación, religiosa, aún con las limitaciones que ésta pueda tener.
El
hecho de que hombres de distintos países se reúnan para una lucha común más allá
de sus diversos orígenes debe ser motivo de admiración y de reflexión. Esos
hombres han encontrado su verdadera Patria. Así lo escribía Julius Evola cuando
decía refiriéndose a los que se han despojado de todo naturalismo: “Nuestra verdadera Patria
es la TRADICIÓN”.
Y
no muy lejos de esto estuvo Nietzsche cuando escribió que las guerras
religiosas eran las más importantes, porque ello significaba que los pueblos todavía
creían en causas superiores.
Hoy día se han terminado las visiones parciales. Los nacionalismos han
finiquitado salvo los que sean portadores de la TRADICIÓN. Frente a un poder
mundialista que promete destruir a la humanidad sólo cabe contrastar con un
poder opuesto de orden espiritual que domine la Tierra y que reconstruya la
idea del Imperio sagrado.
Cuando en el título nos referimos a una fuerza supranacional la estamos
diferenciando substancialmente de lo que es internacional, puesto que esto
último tiene relación con acuerdos entre países y de lo que se trata es de
acuerdos por encima de las naciones.
En
este sentido el Frente Cristiano Islámico del cual formo parte como católico,
brega para que la lucha no sea solamente islámica, sino que se amplíe otras
religiones.
Finalmente confieso que un viejo como el que escribe tiene envidia de
ese adolescente de 16 años al que mi referí al comienzo de esta nota..
San Carlos de Bariloche, 9 de abril del 2013.
JULIÁN
RAMÍREZ
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