viernes, 12 de abril de 2013


EN  SIRIA  NACE  UNA  FUERZA  SUPRANACIONAL


  

Un adolescente de 16 años de la ciudad de Ceuta, España abandonó a su familia y se dirigió a Turquía. Desde allí se comunicó telefónicamente con su familia y les dijo que se dirigía a Siria para luchar por la causa de Alá junto con los yihadistas. Esto no es una simple anécdota. Desde hace un tiempo diversos medios de comunicación nos informan acerca de personas  que desde diferentes partes del mundo se dirigen a  Siria para participar en la yihad, es decir, en la guerra santa que allí se desarrolla. Y esto es un hecho de gran importancia y en torno al cual caben algunas reflexiones
     Estamos acostumbrados a que las guerras se libran por territorios,  por motivos geopolíticos, por el petróleo o los recursos naturales, por la “patria” por la democracia, por el  espacio vital o por la “civilización”.
     Pero en la actual guerra de civilizaciones uno de los bandos combatientes lo hace por principios tradicionales, y esos son los combatientes por la causa de Dios contra los defensores del mundo moderno, materialista, economicista, consumista, pervertido y ateo. Todo ello bajo la bandera de la democracia y los sacrosantos derechos humanos.
      El hombre último, es decir el moderno, no puede entender que haya quienes hagan la guerra por una idea trascendente, metafísica y en la actual confrontación, religiosa, aún con las limitaciones que ésta pueda tener.
     El hecho de que hombres de distintos países se reúnan para una lucha común más allá de sus diversos orígenes debe ser motivo de admiración y de reflexión. Esos hombres han encontrado su verdadera Patria. Así lo escribía Julius Evola cuando decía refiriéndose a los que se han despojado de  todo naturalismo: “Nuestra verdadera Patria es la TRADICIÓN”.
     Y no muy lejos de esto estuvo Nietzsche cuando escribió que las guerras religiosas eran las más importantes, porque ello significaba que los pueblos todavía creían en causas superiores.
     Hoy día se han terminado las visiones parciales. Los nacionalismos han finiquitado salvo los que sean portadores de la TRADICIÓN. Frente a un poder mundialista que promete destruir a la humanidad sólo cabe contrastar con un poder opuesto de orden espiritual que domine la Tierra y que reconstruya la idea del Imperio sagrado.
      Cuando en el título nos referimos a una fuerza supranacional la estamos diferenciando substancialmente de lo que es internacional, puesto que esto último tiene relación con acuerdos entre países y de lo que se trata es de acuerdos por encima de las naciones.
     En este sentido el Frente Cristiano Islámico del cual formo parte como católico, brega para que la lucha no sea solamente islámica, sino que se amplíe otras religiones.
    Finalmente confieso que un viejo como el que escribe tiene envidia de ese adolescente de 16 años al que mi referí al comienzo de esta nota..

San Carlos de Bariloche, 9 de abril del 2013.

JULIÁN  RAMÍREZ
    
    

    

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