viernes, 26 de julio de 2013

LA LEY DE DIOS

“QUEREMOS  LA  LEY  DE  DIOS  NO  LA  HECHA  POR  LOS  HOMBRES”


   
 El título de esta nota hace referencia a una fotografía vista en la Internet, en la cual se veía a una manifestación de islamistas, sin indicar nombre o lugar, y en la cual llevaban un letrero que, traducido al castellano, decía: “Queremos la ley de Dios y no la ley de los hombres”.
    Esto nos ha llevado a reflexionar sobre el tema de la ley desde el punto de vista tradicional, cuestión muy bien tratada por Julius Evola en su obra magna “Rebelión contra el mundo moderno”, capítulo IV, primera parte.
     La idea de ley en el mundo tradicional tiene una íntima relación  con lo que es la verdad, o sea es la verdad misma; en ella se refleja el orden y la estabilidad, es el derecho y la realidad trascendente. Las leyes tenían un carácter divino, no humano, y su violación era una blasfemia contra lo sagrado y trascendente. A nadie se le hubiere ocurrido darle el mismo carácter a una ley humana. En la Roma tradicional las nuevas leyes dictadas por el Senado debían ser aprobadas por los sacerdotes, de lo contrario carecían de validez por faltarles el crisma divino. Las leyes no eran como en el mundo moderno producto exclusivo de mayorías parlamentarias elegidas por el voto de las multitudes alentadas por la demagogia de los partidos políticos y los apetitos innobles de sus componentes. Las leyes del mundo moderno son puro devenir, circunstanciales, hoy son y mañana no son, carentes de toda referencia superior.
     Desde los tiempos de la Revolución Francesa se ha desplomado sobre el mundo moderno una verdadera manía legislativa y constitucionalista siendo su expresión el estado de derecho liberal burgués, y las constituciones cuando se cumplen, cosa que por lo general no ocurre, son reemplazadas por otras, que tampoco se cumplen, y lo mismo pasa con las leyes, decretos  y resoluciones gubernamentales, en una verdadera vorágine, producto todo ello de una total falta de referencia hacia un punto de vista superior y trascendente. En la República Argentina  desde el triunfo del liberalismo en el año 1852, se han sancionado alrededor de 27.000 leyes nacionales, incluidas varias constituciones y centenares de decretos-ley dictados por gobiernos de facto. A todo ello agreguemos la legislación provincial: en la Argentina hay 24 jurisdicciones locales, y no nos olvidemos de la catarata de ordenanzas municipales de centenares de municipios. Hasta los abogados se encuentran a veces en figurillas para encontrar la legislación que corresponde a cada caso, y mucha gente se queja porque los legisladores no trabajan. ¡Ojalá no lo hicieran¡
     Y todo esto es la consecuencia de la pérdida de todo valor superior, metafísico, religioso y ético, cuya presencia en el mundo tradicional hacía que las leyes fueran pocas y se cumplieran.
     Ortega y Gasset en coincidencia conceptual con Evola en esta materia, nos dice que en el tradicional derecho romano  las leyes eran justas porque eran las leyes.  En el mundo moderno. en cambio surgen todos los días reclamos contra las leyes injustas, y ello es inevitable puesto que se ha perdido toda referencia a lo trascendente tanto en los legisladores como en los que los sufren.
     Cuando vemos, como en la fotografía a que hemos hecho referencia al comienzo de esta nota, personas que reclaman la ley de Dios, no podemos menos que alegrarnos, porque no está todo perdido.

San Carlos de Bariloche, 23 de julio del 2013.


JULIÁN  RAMÍREZ 

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