“QUEREMOS LA LEY DE DIOS NO LA HECHA POR LOS HOMBRES”
El
título de esta nota hace referencia a una fotografía vista en la Internet, en
la cual se veía a una manifestación de islamistas, sin indicar nombre o lugar,
y en la cual llevaban un letrero que, traducido al castellano, decía: “Queremos
la ley de Dios y no la ley de los hombres”.
Esto nos ha llevado a reflexionar sobre el tema de la ley desde el punto
de vista tradicional, cuestión muy bien tratada por Julius Evola en su obra
magna “Rebelión contra el mundo moderno”, capítulo IV, primera parte.
La
idea de ley en el mundo tradicional tiene una íntima relación con lo que es la verdad, o sea es la verdad
misma; en ella se refleja el orden y la estabilidad, es el derecho y la realidad
trascendente. Las leyes tenían un carácter divino, no humano, y su violación
era una blasfemia contra lo sagrado y trascendente. A nadie se le hubiere
ocurrido darle el mismo carácter a una ley humana. En la Roma tradicional las
nuevas leyes dictadas por el Senado debían ser aprobadas por los sacerdotes, de
lo contrario carecían de validez por faltarles el crisma divino. Las leyes no
eran como en el mundo moderno producto exclusivo de mayorías parlamentarias
elegidas por el voto de las multitudes alentadas por la demagogia de los
partidos políticos y los apetitos innobles de sus componentes. Las leyes del
mundo moderno son puro devenir, circunstanciales, hoy son y mañana no son,
carentes de toda referencia superior.
Desde los tiempos de la Revolución Francesa se ha desplomado sobre el
mundo moderno una verdadera manía legislativa y constitucionalista siendo su
expresión el estado de derecho liberal burgués, y las constituciones cuando se
cumplen, cosa que por lo general no ocurre, son reemplazadas por otras, que
tampoco se cumplen, y lo mismo pasa con las leyes, decretos y resoluciones gubernamentales, en una
verdadera vorágine, producto todo ello de una total falta de referencia hacia
un punto de vista superior y trascendente. En la República Argentina desde el triunfo del liberalismo en el año
1852, se han sancionado alrededor de 27.000 leyes nacionales, incluidas varias
constituciones y centenares de decretos-ley dictados por gobiernos de facto. A
todo ello agreguemos la legislación provincial: en la Argentina hay 24
jurisdicciones locales, y no nos olvidemos de la catarata de ordenanzas
municipales de centenares de municipios. Hasta los abogados se encuentran a
veces en figurillas para encontrar la legislación que corresponde a cada caso,
y mucha gente se queja porque los legisladores no trabajan. ¡Ojalá no lo
hicieran¡
Y
todo esto es la consecuencia de la pérdida de todo valor superior, metafísico,
religioso y ético, cuya presencia en el mundo tradicional hacía que las leyes
fueran pocas y se cumplieran.
Ortega y Gasset en coincidencia conceptual con Evola en esta materia,
nos dice que en el tradicional derecho romano las leyes eran justas porque eran las
leyes. En el mundo moderno. en cambio
surgen todos los días reclamos contra las leyes injustas, y ello es inevitable
puesto que se ha perdido toda referencia a lo trascendente tanto en los
legisladores como en los que los sufren.
Cuando vemos, como en la fotografía a que hemos hecho referencia al
comienzo de esta nota, personas que reclaman la ley de Dios, no podemos menos
que alegrarnos, porque no está todo perdido.
San Carlos de Bariloche, 23 de julio del
2013.
JULIÁN
RAMÍREZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario