NECESITAMOS
GUERREROS Y NO
MAHATMAS GHANDIS
El pasado 18 de
agosto en ocasión del rezo del Ángelus, el Papa Francisco pronunció algunas
palabras de las cuales transcribiremos algunos párrafos. Dijo el Papa: “El cristiano no es violento pero es fuerte y ¿con qué fortaleza? con
aquella de la mansedumbre, la fuerza de la mansedumbre, la fuerza del amor”.
Y tras alguna cita evangélica agrega: “Esta
palabra del Evangelio no autoriza de hecho el uso de la fuerza para difundir la fe. Es precisamente al
contrario: la verdadera fuerza del cristiano es la fuerza de la verdad y el
amor, fe y violencia son incompatibles…”. En los últimos días y de acuerdo
a las informaciones no quedan dudas que el Papa se ha referido a Egipto, y
frente a todo esto no cabe sino reflexionar sobre el trema de la
violencia. Tratarla en abstracto es un
gran equívoco. La violencia está presente en todo el quehacer humano, la
encontramos en la mitología, en la historia, en la religión, en los usos y
costumbres, en todas las sociedades, sean tradicionales o modernas. El más
destacado tradicionalista del siglo XX, Julius Evola, se ocupó del tema en su
obra “Metafísica de la guerra”. Ignorar la violencia es una utopía que puede
conducir a graves daños y derrotas; ya los antiguos romanos decían: si quieres
la paz, prepárate para la guerra. Pero no pasemos por alto lo esencial, es
decir, la violencia es una forma de
actuar y, ¿actuar en favor de qué objetivo?
No es lo mismo la lucha por lo trascendente, por la religión, por la
dignidad, por el honor, por la Tradición, que la guerra por el petróleo, los
recursos naturales, por posiciones geopolíticas o por defender intereses materiales
o sistemas económicos, En el primer tipo de violencia está la Tradición, en el
segundo el mundo moderno. La misma Iglesia Católica adoptó como propia la
filosofía escolástica que defendía la guerra justa, e incluso alentó, justificó
y participó en guerras, y a la historia nos remitimos. La primera guerra fue en
el cielo con el triunfo de las milicias celestiales conducidas por San Miguel
Arcángel y los textos bíblicos abundan sobre el tema bélico.
¿Qué es entonces esta prédica papal
incitando a la mansedumbre y a la paz ? Ni más ni menos que someterse al mundo
moderno y aceptar todas las sugestiones
que nos proponen un abandono total de todo lo superior. Es una invitación al
desarme interior y renunciar a una
moral de señores y adoptar una moral de esclavos.
Predicar hoy en día la paz en Egipto es
consolidar el criminal golpe de estado, convalidar a los poderes mundiales, a
la subversión democrática y atacar a los que hoy en día sustentan visiblemente
principios tradicionales como es el caso de la Hermandad Musulmana.
¿Y qué les cabe entonces hacer a los
cristianos? Recuperar lo mejor de nuestras
tradiciones, que las tenemos y muchas, desechar esta prédica de la Iglesia
moderna hoy día encabezada por el Papa Francisco y luchar junto con los
fundamentalistas islámicos contra el mundo moderno. Así lo estamos haciendo
desde el Frente Cristiano Islámico. La guerra por la religión es una guerra
justa y no hay incompatibilidad entre religión y violencia como predica
Francisco.
Notemos también la hipocresía de esta
actitud. Mientras critica la guerra religiosa calla la descomunal violencia que
azota al mundo por parte de los poderes mundiales. Nada nos dice por ejemplo de
las guerras que se desarrollan contra los pueblos en Afganistán, Irak. Siria,
Yemen, Somalia, Malí, Túnez y otros lugares, junto con la barbarie de los
drones, ¿o será que está apoyando a la democracia plutocrática y a los derechos
humanos?
Y con respecto a las citas evangélicas de
Francisco, digamos que el diablo puede citar párrafos de la Biblia para cumplir con sus propósitos.
San Carlos de
Bariloche, 20 de agosto del 2013.
JULIÁN RAMÍREZ
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