EL DERECHO SUPERIOR
DE MANDAR
Los recientes acontecimientos
en Siria nos plantean la pregunta relativa a la validez del pomposamente
llamado derecho internacional que para sus cultores tendría su máxima expresión
en la Organización de la Naciones Unidas creada después de la segunda guerra
mundial. Durante esos años Julius Evola escribió; “…lejos de ser <
neutral>, el < derecho
internacional> de la edad más reciente ha sido el dócil instrumento de una
política controlada por las naciones democráticas…”.
Desde entonces ha pasado el
tiempo y las cosas se han agravado con el agregado que hoy día las naciones
democráticas de las que nos hablaba Evola se han reducido a cinco que tienen
derecho de veto sobre cualquier resolución que tome el conjunto de las otras:
EE.UU., Francia, Gran Bretaña, Rusia y China, aunque esta última sería una burla llamarla democrática.
La gilada internacional cree
que pueden existir normas jurídicas al margen de la política. Cree en los
tratados, en las conferencias, en los acuerdos, y todos los días se derraman
cataratas de verborragia sobre los derechos de los pueblos y de la humanidad.
Se olvida que no hay un derecho abstracto, puro, neutro, que todo el derecho
sea interno como internacional es político y está en función de intereses
concretos y nada inocentes.
Es así como se pretende
resolver la situación siria a través de las Naciones Unidas invocando la paz
mundial y otros deseos de la buena gente. Para que la situación se resuelva hay
dos caminos que en realidad son uno solo: o el acuerdo de las grandes potencias
o el creciente desarrollo del fundamentalismo islámico. Éste último desde hace
doce años ha sido el verdadero impulsor de lo más importante que ha ocurrido y
ocurre en la política internacional: Afganistán, Irak, Cáucaso, norte de
África, Malí, Yemen, Egipto y otros lugares. En términos ajedrecísticos, es el
que ha pateado el tablero y derrumbado toda la hipocresía del derecho
internacional.
Las Naciones Unidas guardaron
silencio sobre la invasión a Irak. Nada dicen sobre el uso de los drones,
apoyaron la invasión a Malí, guardan silencio sobre el golpe de estado en Egipto. Todo esto significa el derrumbe de
todos los presupuestos del derecho internacional si es que alguna vez
existieron. Y si ahora muchos están preocupados por el tema de los gases
tóxicos, es por el temor de que puedan ser usados en sus propios territorios.
Frente a todo esto surge en
el horizonte la posibilidad de un nuevo derecho, el de los que
legítimamente tienen derecho a mandar,
porque su mando se fundamenta en la Tradición, en un derecho asentado sobre la metafísica y la religión, todo lo
contrario del derecho moderno que defiende intereses materiales y privilegios
de grandes potencias o de sectores de las finanzas y de la usura.
Frente a la falsa legalidad
del mundo moderno se alza la ley de la Tradición hoy día representada por los
emiratos islámicos que van surgiendo en el mundo. Ellos sí tienen el derecho
eminente y legítimo de mandar y hacer la guerra.
San Carlos de Bariloche, 10 de septiembre del 2013.
JULIÁN RAMÍREZ
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