CUANDO EL CHANCHO APLAUDE HAY QUE PREOCUPARSE
Con motivo de la muerte de
Nelson Mandela se desató en todo el planeta una verdadera catarata de
exaltación y de elogios de su figura. De
todas partes del mundo llovieron homenajes en una forma tan poco común que no
deja de causar asombro. Allí están en una posición idéntica Obama, Clinton, el
Papa, la monarquía británica, las Naciones Unidas. Merkel, presidentes y
primeros ministros, congresos y parlamentos, intelectuales y periodistas; casi nadie se privó de exaltar la figura de
Mandela. Hasta un periodista de mi país lo divinizó poniéndolo a la par de
Jesucristo.
Como estamos poseídos por el
demonio de la crítica, no podemos menos que preguntarnos a qué se debe todo
esto, máxime en un mundo moderno sumido en una constante involución y
traccionado por tan diversas fuerzas. Vemos entonces que hay coincidencia
en poner de manifiesto la lucha de
Mandela por la democracia, la libertad, la igualdad, la fraternidad, el
pacifismo y los derechos humanos: todas ellas banderas de este mundo moderno,
ya en sus últimos y oscuros tiempos de decrepitud. El funeral de Mandela debe
ser el anticipo del funeral de la modernidad. El aplauso de tantos chanchos es
el digno homenaje a quién supo interpretarlos.
Alguien podrá decir que los chanchos pueden
equivocarse, pero en este caso es tanta
la unanimidad en defender a su prócer y exaltarlo, que estamos más cerca de
creer que Dios ciega a los que quiere perder.
Y veamos ahora el tema del
“apartheid” cuya eliminación sería otra de las grandes realizaciones de
Mandela. En principio somos contrarios a la mezcla de razas. Creemos que cada
etnia debe mantener su religión, su idioma, su cultura, sus usos y costumbres,
sus normas éticas y morales, el apego a su tierra, pero conforme a las
doctrinas tradicionales todo ello debe estar subordinado y orientado a una idea
superior, es decir al Imperio Tradicional que es lo contrario de imperialismo.
Este último fue el practicado por los ocupantes holandeses e ingleses que se
fueron estableciendo en Sudáfrica con el espíritu del protestantismo, imbuidos
de aquello de que Dios favorece al que junta riqueza material, lo contrario de
la concepción católica. El apartheid que establecieron estuvo presidido por esa
orientación economicista que marca el moderno colonialismo, y Sudáfrica no
escapó a ello y conservó para las minorías de raza blanca el control del poder
material pese a que tuvo que ceder el gobierno político. La respuesta fue fatal,
o sea la derogación del apartheid y el establecimiento de la democracia- Ambas
alternativas son falsas. La doctrina tradicional tiene la solución superadora
de ambas: ni mezcla de razas ni indiferenciación promiscua; ni racismos
biológicos ni despersonalización en la masa.
Tenemos que caminar por el angosto filo de una montaña. El abismo acecha
a ambos lados.
San Carlos de Bariloche, 10 de diciembre del 2013.
JULIÁN RAMÍREZ
Me alegró ver un artículo con una visión inteigente del tan tardío fallecimiento del negro asesino mandela.
ResponderEliminarLamento discrepar en lo dicho sobre Sudáfrica. Los Blancos nunca colisionaron con los negros pues ocuparon la costa mientras aquellos vivían al interior donde podían alimentarse sin trabajar. Al descubrirse oro y diamantes llegaron los 'elegidos' que crearon todos los conflictos raciales, sociales y principalmente económicos originando la leyenda negra contra los Blancos.