EVOLA PESIMISTA
Y DISCÍPULOS OPTIMISTAS
En la
nota anterior de la semana pasada habíamos señalado que Evola aconsejaba
atender a las circunstancias y al tiempo en que había redactado sus libros,
pero manteniendo siempre lo esencial, o sea las categorías de la Tradición y no
distraerse en lo contingente. Señalábamos también la nueva perspectiva que
Evola adoptaba ante el tema de la raza a partir de 1945. A partir de esta
fecha se desborda totalmente la corriente de la modernidad y los hechos se acumulan
en forma aplastante: “guerra fria”, que nunca fue guerra, entre EE.UU. y la
URSS, que plantean dos falsas alternativas, ya que ambas forman parte de la
modernidad y metafísicamente son lo mismo aunque la URSS ahora se llame
Federación Rusa. Se afirma el dominio del capitalismo usurero y financiero
sobre el mundo, guerras de Corea y de Vietnam, falsa independencia de los
países africanos que se orientan hacia una influencia marxista, revolución comunista en Cuba que fogonea a
los movimientos guerrilleros; en Hispanoamérica se alternan democracias
socializantes con dictaduras militares y liberales, mayo francés, en los países
árabes cunde el nacionalismo laico y moderno y en todo este marco se va
instalando la cultura progresista, agnóstica y atea.
Frente a este panorama Evola comprende que
ya es imposible alguna restauración tradicional. Vislumbró alguna posibilidad
de un reagrupamiento de derecha tradicional lo que motivó sus textos “Orientaciones”
y “ Los Hombres y las Ruinas” pero que no lograron su objetivo. Es entonces
cuando escribe “Cabalgar el tigre”, 1961, libro destinado a los pocos que han
asumido plenamente la Tradición pero se encuentran con la imposibilidad de
llevar adelante alguna acción positiva.
Dos años más tarde se publica la primera edición de “El Camino del
Cinabrio” en cuyo capítulo XIV Evola descarta expresamente toda posibilidad de
una acción positiva. “Cabalgar el tigre” es un libro destinado exclusivamente a
orientaciones interiores y se recomienda la “apoliteia” y se descarta toda
acción exterior en pro de la Tradición.
No obstante ello Evola, fiel a lo
Superior, afirma que toda esa manifestación de la modernidad no afecta para
nada al mundo de la Tradición y acepta
la posibilidad de la existencia de centros iniciáticos del islamismo (“El
Camino del Cinabrio” pág. 217).
Evola
fallece en 1974 con esa visión totalmente negativa de toda posibilidad
restauradora de la Tradición.
Pero
por esos caminos misteriosos o providenciales que tiene la historia el 11-9-2001
se produce la acción de guerra contra las Torres Gemelas, y así, de golpe, se
manifiesta en forma visible y contundente la Tradición que se encontraba oculta
a los ojos de los profanos.
Ahora las cosas cambian, ahora se puede apoyar y defender algo positivo.
Ahora es posible la lucha por lo Superior y Trascendente. El alud de la
modernidad y del Kaliyuga encuentra un límite, ahora podemos ser optimistas, la
Tradición se visualiza y desde el reino del Ser se asienta entre nosotros.
Desde
el 11-9-2001 hay que retomar las orientaciones del Maestro en sus grandes obras
y alejar la visión de que nada puede hacerse.
San Carlos de Bariloche, 11 de febrero del 2014.
JULIÁN
RAMÍREZ
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