TRES TIPOS
DE HOMBRES
En estos días estamos en
presencia de una propaganda masiva, insistente e insolente promoviendo el
campeonato mundial de fútbol. Del circo de los tiempos de la decadencia romana,
se ha pasado al circo moderno. Toda una gigantesca operación evasionista y
escapista para embrutecer a las masas mundiales aún más de lo que están, para
que la trágica realidad diaria pase lo más desapercibida posible mientras la
humanidad se adentra cada día más en la degradación y la irrealidad.
Hay tres tipos de seres
humanos. En unos el rasgo distintivo es el espíritu y la inteligencia, en otros
predominan los sentimientos y las emociones, en los terceros se destaca su apego
a lo material y lo físico; y son estos
últimos los que predominan en la civilización moderna. Lo material se ha
transformado en una especie de segunda naturaleza y son la base de las
democracias. Los medios de comunicación actúan constantemente sobre estas masas
promoviendo ideologías, costumbres banales y frívolas, consumismo y corrupción.
La influencia que podemos ejercer
sobre estas masas es muy limitada por no decir nula. Es imposible disputarle al
conjunto de los medios de comunicación el control sobre sus mentes y sus
corazones.
La tarea de los tradicionalistas
evolianos debe centrarse pues en los dos primeros tipos de hombres, en aquellos
en los que manda el espíritu y la inteligencia y, parcialmente, en gente cuyos
sentimientos y emociones los hagan proclives a lo que es más que mero
materialismo.
Se trata entonces de una minoría a la que
debemos dirigirnos. No debemos proceder como los partidos políticos que lo que
buscan es número, es decir, cantidad para así juntar votos. Nuestra tarea es
cualitativa porque necesitamos agrupar; porque con ella aunaremos a los que
deben formar la Orden. Así como un millón de ignorantes no hacen un sabio, un
millón de seres dominados por lo material, lo físico y lo corpóreo no podrán
nunca reemplazar a un héroe viril y guerrero, antes bien, podrán ser dominados
por éste cuando asome la catástrofe y la desesperación. Una aristocracia no necesita de los débiles,
sino lo contrario, son los débiles los que necesitan de ella.
Todos los grandes
movimientos políticos, religiosos y sociales nacieron de muy pocos, pero cuando
llegó la hora del desastre los pueblos recurrieron a ellos. cuando las
democracias demuestran su inutilidad para afrontar las circunstancias.
No basta pues teorizar
contra la democracia sino prepararse para cuando se derrumbe Ahí se enfrentarán
dos fuerzas: la minoría que pretenderá con brutalidad e inhumanidad continuar
con una situación insostenible, y la minoría de quienes buscan una superación
de las falsas alternativas del mundo moderno. En ese momento las grandes masas,
fieles a su naturaleza femínea, se
inclinarán por el ganador, en la lucha entre los Titanes y los Héroes.
San Carlos de Bariloche, 27 de
mayo del 2014.
JULIÁN RAMÍREZ
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