LA MARCHA DE LOS BLASFEMOS
Los recientes
acontecimientos sucedidos en París con amplia resonancia mundial son de una
magnitud todavía insospechada. En primer lugar y para poner las cosas en su
recto sentido digamos que no se trató de un atentado, sino de una acción de
guerra, de un acto legítimo. Y decimos acción de guerra ya que la palabra
atentado tiene un sentido peyorativo. Esta acción de guerra llevada a cabo
contra el blasfemo pasquín Charlie Hebdo, publicación de neto corte ateo,
marxista y “progre”, no es un acto aislado de algunos delirantes y fanáticos.
Esta acción debe enmarcarse en el creciente desarrollo de la tercera guerra
mundial que comenzó el 11-9-01 con la destrucción de las Torres Gemelas, guerra
que enfrenta al espíritu tradicional contra la civilización moderna.
El espíritu tradicional
tiene como fundamento los valores supremos metafísicos y religiosos, mientras
que la civilización moderna está hundida en el materialismo, el economicismo,
el democratismo y en la mescolanza de parias que gobiernan que ya ni siquiera
se sabe si son liberales o marxistas, sino simplemente marginales, sin
principio alguno y sometidos al imperio
mundial de las finanzas y la usura.
El burlarse de las
religiones solamente es concebible en este tipo de sociedad que ya ha perdido
todo rumbo hacia lo superior y trascendente y toda referencia hacia lo sagrado.
Por el contrario la ofensa a lo divino es el crimen más grave en una sociedad
tradicional en las cuales la pena de muerte era el mínimo castigo que se
aplicaba a los transgresores, considerado un delito más grave que cualquier
otro de los sancionados por las leyes penales.
Hemos visto las aberrantes
marchas de manadas de millones de bárbaros defendiendo a la blasfemia bajo el
pretexto de la libertad de expresión y a su frente los máximos dirigentes
europeos sin que faltaran Netanyhau y
Abbas. Todos unidos para defender la blasfemia, mientras los ejércitos
de muchos de esos países cometan toda clase de crímenes combatiendo a los que
defienden su religión y su patria.
Francia, el país que ha sido
teatro de este acto de justicia, está organizando en África a las fuerzas con
las cuales pretende combatir a los yihadistas y participando ella misma,
mientras sus aviones colaboran con los yanquis en los salvajes bombardeos en
Irak y Siria. Sobre esto ni una palabra, lo más importante es defender a los
que ofenden a la religión.
No dudamos que este es un
episodio más en la tercera guerra mundial y que se irán incrementando los
hechos bélicos, incluso de mayor magnitud y en varias partes del mundo.
Están ya surgiendo varios
publicistas que una vez más intentarán demostrar que esto es obra de una
conspiración de la CIA, el Mossad y quién sabe qué otro grupo de malvados. Este
será un cuento viejo que vienen haciendo desde el 11-9-01 para consumo de los
tontos. Como dijo el filósofo Plotino, los viles serán gobernados por los
malvados, y el mundo moderno se encuentra plagado de viles como lo demuestran
las masivas marchas a favor del delito de blasfemia.
Acotemos también que los
heroicos mártires yihadistas no solamente han cumplido con su religión sino que
indirectamente han prestado un servicio al cristianismo: el número de los días de Navidad del pasquín
Charlie Hebdo se dedicó a ofender y a burlarse del Niño Jesús.
Estamos pues agradecidos a estos héroes: hicieron lo que tantos
cristianos son incapaces de hacer.
San Carlos de Bariloche, 12 de enero del 2015.
JULIÁN RAMÍREZ
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