NUESTRO HILO
DE ARIADNA
En
un conocido mito de la antigua Grecia Ariadna entrega a Teseo un ovillo de hilo
para que lo use en el laberinto del monstruoso Minotauro y así tenga una guía
para salir sin extraviarse ni perderse en los pasillos y vericuetos.
Nosotros también tenemos nuestro hilo de Ariadna: son los principios
tradicionales.
El
hombre moderno, carente de toda concepción del mundo y de la vida, hoy se
encuentra perdido en el laberinto a merced del monstruo Minotauro. Su vida día
a día se va sumergiendo más y más en una vacuidad materialista, consumista,
individualista y sin horizontes, ajena a toda inquietud espiritual,
trascendente y religiosa y considerando a la vida como el bien supremo. De
tanto en tanto se despierta en él la angustia, como el que se enfrenta al
horror del vacío, pero trata de acallarla con distracciones del momento y
diversiones pasajeras.
Y
cuando algunos reaccionan contra este estado de cosas, muchos de ellos buscan
atajos ilusorios que no hacen más que precipitarlos en las entrañas del
monstruo.
Nos referimos por ejemplo, a los que creen
que el camino es participar en la democracia, sin considerar que un sistema
basado en la utópica soberanía del pueblo y en las pasiones y emociones de las
masas puede conducir hacia lo superior. Lo superior no puede nunca nacer de lo
inferior. El pueblo es materia, es femíneo y voluble, necesita quién le de forma y lo oriente.
También están los que permanentemente buscan un apoyo y un sostén dentro
del mundo moderno. Son los que piensan que para liberarse del domino
angloyanqui miran hacia el lado de China y Rusia, sin querer darse cuenta que
esas dos potencias forman parte también de la modernidad, o sea, que para
ahorcarse eligen otra cuerda. Lo que queremos es dejar de ser perro y no
cambiar de collar.
Otros se refugian en alguna religión consoladora y navegan en una
espiritualidad abstracta desvinculada de la tierra y sus problemas. Pueden
invocar que son tradicionalistas pero, como expresó Julius Evola, el
tradicionalismo católico es una tradición a medias. Y como también dijo este
gran maestro:”…es un hecho que la TRADICIÓN se manifiesta en su plena potencia
formativa y animadora justamente en el dominio de la organización
político-social para conferir a la misma un significado y una legitimación
superior.” (“El arco y la clava”, pág. 271, Ed. Heracles, Bs. As.).
Están
también los que buscan en un programa económico lo primero a hacer para el
cambio social. Sin dejar de considerar
la relativa importancia de estos temas, están invirtiendo la cuestión. La
economía es una disciplina subordinada a la política, y ésta a la ética, a la
religión, a la TRADICIÓN y a la metafísica. La economía es lo inferior, lo
material y por lo tanto debe ser mandada por lo que es más. Y digámoslo con
claridad: no habrá solución alguna a los problemas económicos sin que esta
materia no esté iluminada por los valores tradicionales llevados a la política
por un Estado Tradicional.
Todas estas distintas actitudes a las que hemos hecho referencia se
mueven dentro del mundo moderno, que salvo el fundamentalismo islámico, ocupan
la totalidad de las preocupaciones que mueven a muchos que, incluso de buena fe,
pretenden oponerse al Minotauro del laberinto, pero que así se pierden en los
corredores y recovecos por falta del hilo conductor de Ariadna.
En
consecuencia, antes que nada los principios, dejar de lado toda especulación y
accionar que lleve a conciliar con el mundo moderno, puesto que con la
subversión no se transa. Tanto la tentación democrática, como la exclusiva
solución economicista como la religiosidad abstracta y pseudoespiritualista, o
la búsqueda de sostenes en potencias modernas dentro del mundo actual son
falsas salidas del laberinto.
San Carlos de Bariloche, 9 de marzo del 2015.
JULIÁN RAMÍREZ
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