AL RESCATE
DEL IMPERIO
Frente al creciente desarrollo de la guerra de civilizaciones y de la
tercera guerra mundial, los hispanoamericanos tenemos que asumir una actitud no
de mera contemplación y de simple actividad informativa, sino que a partir de
nuestro ámbito religioso, cultural, histórico y geopolítico, desarrollar
nuestra propia rebeldía contra el mundo moderno. Es la mejor manera de
colaborar con quiénes, en otras latitudes, Estado Islámico y movimientos
islamistas fundamentalistas, han emprendido el camino de la restauración
tradicional.
Para evitar todo equívoco, digamos que cuando decimos hispanoamericanos
incluimos también a Brasil siguiendo al poeta portugués Luis de Camoens, que en
la obra épica “As Lusiadas” calificó a los portugueses como “una raza fortísima
de Hispania”.
Aplicando a nuestra historia las enseñanzas de Julius Evola en su texto
“Elección de las tradiciones” – capítulo VIII de “Los hombres y las ruinas”-
encontramos como la mejor tradición histórica al Imperio Hispánico que durante 300 años dio forma a nuestro acervo religioso,
idiomático y cultural. El Imperio Hispánico fue una realidad respetada en todo
el mundo y temida por sus enemigos, sin perjuicio de los aportes de los
imperios precolombinos, incaico, azteca y maya, cuya herencia también
rescatamos, en la medida en que rechazamos al moderno indigenismo de cuño neo-marxista
y progresista.
Hace 200 años el Imperio Hispánico fue desintegrado por lo que la falsa
historiografía liberal y masónica llama
“emancipación de la colonias españolas”, y terminamos siendo una veintena de
republiquitas dominadas por Inglaterra y los EE.UU., enemigos seculares de la
hispanidad.
Hoy
día es fácil advertir como se multiplican las expresiones y las iniciativas en
pos de la unidad latinoamericana, denominación esta última que consideramos
equivocada. Pero esas tendencias están totalmente insertas en lo económico y lo
material y buscan integrarse al mundo moderno, así tenemos Mercosur, Unasur,
Celac, Alba, Pacto Andino, Parlasur y otras, siguiendo el mal ejemplo de la
Unión Europea, unidad de carácter financiero y económico que no vacila en
seguir expoliando a los pueblos como es el reciente caso de Grecia.
Los tradicionalistas evolianos proponemos un camino distinto: En lugar
de integrarse al mundo moderno oponerse a él, recreando la idea imperial, con
fundamentos metafísicos, religiosos y tradicionales, que deben ser los que
informen la realidad material, social y económica. Rebeldía contra el mundo
moderno, contribuyendo así a su derrota que ya se ha iniciado en los campos de
batalla de medio oriente y otros lugares.
La
idea de Imperio es una realidad trascendente, constituye el verdadero Estado,
intermediario entre el cielo y la tierra.
Pero
para esto hay que dejar de lado todo lo que sea subversivo, es decir,
democracia, partidos políticos, liberalismo, marxismo y progresismo y toda la
pseudo-cultura que nos envilece.
¿Y
quiénes iniciarán esa transformación? Y esta es la parte más difícil. Se trata
de la conformación de una Orden que nada tiene que ver con partidos políticos
ni con ningún tipo de organizaciones comunes. La Orden es supranacional,
conformada por personas calificadas por su nivel espiritual, viril, guerrero y
heroico, una verdadera y auténtica aristocracia. Nada de vago espiritualismo y
de retórico intelectualismo; acción trascendente, con la inteligencia en el
cielo y los pies en la tierra.
En
cada uno de nuestros países tiene que desarrollarse la Orden superando los
estrechos límites de cada nacionalismo y combatiendo a las democracias, todas
ellas verborrágicas e inútiles. Es la única alternativa que nos queda: el
rescate de la idea de un Imperio Hispanoamericano.
San
Carlos de Bariloche, 27 de julio del 2015.
JULIÁN RAMÍREZ
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