EN BÚSQUEDA DE LA CONVERGENCIA
Hoy día es muy poco lo que
se puede hacer en el plano de una política superadora de la modernidad si no se
parte de una visión universal. La guerra de civilizaciones en curso- tercera
guerra mundial- entre el espíritu
tradicional y la civilización moderna, el primero manifiestamente representado
por el fundamentalismo islámico en sus diversas expresiones, y la segunda por
el conjunto de la sociedad moderna materialista, economicista, consumista, y sus expresiones ideológicas
tales como el liberalismo, el marxismo, el progresismo y la democracia, día a
día va adquiriendo mayores dimensiones.
Frente al descomunal poder
material, tecnológico y bélico de la modernidad – cada día más unificada -, los
que militamos en el campo de la Tradición debemos también buscar coincidencias
para así ofrecer un frente común al moderno Leviatán.
Los que provenimos de la
civilización occidental ex cristiana lo estamos haciendo a partir del Frente
Cristiano Islámico. Los que somos católicos tenemos que hacerlo con absoluta
prescindencia de la Iglesia Católica ya integrada al mundo moderno y lo mismo
tendrían que hacer los cristianos de otras confesiones, cuyas iglesias también
han seguido el camino de la modernidad.
Es un camino difícil pero
los que pretenden seguir de pie tienen que aceptar esta única alternativa so
pena de enterrarse cada día más en el pantano de la mediocridad y la
destrucción espiritual.
Pero ahora veamos que ocurre
en el campo del fundamentalismo islámico al que los tradicionalistas evolianos
apoyamos y defendemos. No abriremos juicio sobre las diferencias entre ellos
que ellos mismos deben resolver; pero creemos que es necesario que adopten una
gran estrategia de orden mundial. Es correcto en general su accionar en los
países islámicos, pero el Islam es una parte minoritaria en el contexto global,
no alcanza, en el mejor de los casos al 20% de la población global. El restante
80% ha sido moldeado por otras religiones y otras culturas y no se convertirán
al Islam.
El fundamentalismo islámico
mantiene frente al resto del mundo una actitud de exclusivismo y de férreo
dogmatismo religioso que puede perjudicar su
valerosa causa al hacerse incomprendido para el resto del mundo. Ese 80%
de la humanidad dominado por los monopolios de los medios de comunicación es
una fácil presa del enemigo moderno para desinformar y desprestigiar al
fundamentalismo islámico, que con su mensaje exclusivista y dogmático, sin
quererlo, le da armas al enemigo.
Expresiones tales como decir que
la única opción que tienen los yanquis es convertirse al Islam, o “recuperar
Al-Andalus para el Islam”, o hacer flamear la bandera del Estado Islámico en el
Vaticano, o calificar de “cruzados” a los imperialistas agresores. Las guerras
durante la época de las cruzadas –siglos XI, XII y XIII- tuvieron fundamentos
religiosos por ambas partes. Este tipo de expresiones, que indican un
exclusivismo religioso de carácter absoluto, no favorecen para nada la legítima
guerra santa en marcha, y podríamos agregar otros ejemplos de esto.
Julius Evola ha escrito con
razón refiriéndose a la unidad trascendente de las religiones: “Si bien cada
forma religiosa tiene el derecho de revindicar un cierto exclusivismo en el
área de su pertenencia, sin embargo la idea de esta superior unidad…debería ser
reconocida por sus representantes más calificados.” (“Los Hombres y las
Ruinas”, pág. 132, Ed. Heracles, Bs. As.).
Aunque solo fuera a los
efectos de una gran estrategia esta idea debería ser asumida por el
fundamentalismo islámico. La aparición de otros frentes de rebelión contra el
mundo moderno en otras religiones y culturas daría un golpe mortal a la
modernidad. Esta es la convergencia que debemos buscar. La restauración de la
Tradición en una sola parte del mundo no es suficiente, debe ampliarse a todos
lados.
Entretanto debe quedar firme
nuestro apoyo a los heroicos mujahidines, cualquiera sean las alternativas, ya
que estamos en la misma trinchera.
San Carlos de Bariloche, 3 de agosto del 2015.
JULIÁN RAMÍREZ
1 comentario:
Esta pretensión del cristianismo histórico, como también del Islam, de ser “la única fe verdadera”, es una herencia del judaísmo, cuya tradición sirve (en parte) de base tanto al cristianismo como al Islam.
-Savitri Devi
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