NOTA 3
ALGO MÁS SOBRE LA NEGACIÓN DE LA DOCTRINA DE LA UNIDAD TRASCENDENTE DE LAS RELIGIONES EFECTUADA POR LOS PSEUDOEVOLIANOS
Vuelve
a insistir el informante del grupo de Alcántara en relación a tal concepto.
Schuon es para nosotros un autor más
cercano, en ciertos aspectos, a una especie de New Age "ilustrada"
que otra cosa, y… el concepto de "tradición universal y unánime" (una
y única para todos) es de cuño moderno, tanto más lo de la "unidad
trascendente de todas las religiones". Para agregar:
Concordamos con Evola en que el
"fenómeno religioso" arranca en sí mismo con la degeneración que se
inicia con la Edad de Plata (El Misterio del Grial, cap.
VI).
La multitud de tradiciones (de muchos
talantes y niveles, en concordancia con la naturaleza del grupo humano que las
vehicula) para nada necesita ser imaginada como estando éstas necesitadas
(valga la redundancia) de estar íntimamente vinculadas entre sí.
En
cambio esto es lo que dice Evola para contestarles a tales falsificadores:
“La
idea básica es la noción de una tradición
primordial metafísica unitaria más allá de toda tradición o religión en
particular. El término “metafísico” es aquí tomado no en el sentido
abstracto que tiene en la filosofía sino con referencia a un saber alrededor de
lo que no es “físico” en la acepción más amplia, y a una realidad que
trasciende al mundo meramente humano con todas sus construcciones. Dicha
tradición habría tenido en las diferentes tradiciones históricas tantas
manifestaciones en mayor o menor medida completas, con adaptaciones a las
distintos condicionamientos ambientales, históricos y raciales, realizados a
través de vías que escapan a la investigación profana. En tal presupuesto estaría dada en verdad la posibilidad de volver a
hallar elementos constantes y homologables en las enseñanzas, en los símbolos y
en los dogmas de tales tradiciones históricas particulares y remitirse a un
superior plano de objetividad y de universalidad. Ideas de tal tipo se
habían asomado también en el teosofismo y en algunos ambientes de la masonería,
aunque en forma inadecuada; es
justamente la escuela guénoniana la que ha sabido presentarlas y desarrollarlas
en modo serio y riguroso, con la correspondiente tesis de la “unidad
trascendente de las religiones” (la expresión es de F. J. Schuon y el título de un muy interesante libro suyo). Se debe subrayar que aquí no se trata de un “sincretismo” (como en cambio sostiene el falsificador)
y ni siquiera de aquellas correspondencias que a veces efectivas, pero siempre
empíricas y exteriores, pueden ser resaltadas por la corriente de la historia
de las religiones. El presupuesto es un método opuesto, deductivo, basado en
conocimientos fundamentales y sobre principios que, casi como por la definición
del triángulo, se pueden deducir de teoremas valederos para los diferentes
casos, así como permiten comprender cómo bajo ciertas condiciones y en relación
a una variedad de posibles formas expresivas, además que en vista de diferentes
exigencias, de ciertos significados y símbolos de la tradición una se arribe a
uno o a otro corpus de enseñanzas, creencias, dogmas, mitos e incluso
supersticiones, permaneciendo tales “constantes” por encima de cualquier
diversidad e incluso de cualquier aparente contraste.”
Asimismo esto es también
factible con el caso del catolicismo que según el falsificador habría sin más
sido descartado por Evola.
Y
bien, la primera integración “esotérica” del catolicismo consistiría justamente
en esto: partiendo de las doctrinas y
símbolos de la Iglesia saber percibir lo que en éstos, por ser verdaderamente
“católico”, es decir, universal (katolikós significa universal), va más
allá del catolicismo, captando también nexos que iluminan respecto de un
carácter, por decirlo así, “intertradicional”. Ello implicaría no alterar
aquellas doctrinas católicas, sino hacer valer sus contenidos esenciales sobre
un plano superior al de aquel que es simple religión, sobre un plano metafísico
y con prospectivas realizativas que pueden ir en contra de quien aspire a lo
trascendente 1.
Aunque hay que tener cuidado en no invertir el procedimiento –como
lamentablemente ya ha acontecido– al asumir como elemento primario las
doctrinas católicas en sus limitaciones específicas para yuxtaponerles alguna
referencia “tradicional”. Son en vez estas referencias las que deberían
constituir el elemento primario y el punto de partida. Es decir rechazar el exclusivismo religioso.
No
es necesario decir que únicamente en esta perspectiva “tradicional” (o
supratradicional) podría valer el axioma de la Iglesia: “Quod ubique, quod
ab omnibus et quod semper”, no por
cierto sobre el plano de aquella apologética católica que se podría muy bien denominar
como “modernista”, en cuanto la misma desde los comienzos ha insistido
fanáticamente sobre el carácter de la novedad y de la irrepetibilidad del
cristianismo, con la única reserva de anticipaciones y de “prefiguraciones” a
referirse sobre todo al pueblo hebraico cual pueblo elegido por Dios. La
“novedad” puede ser concebible en lo relativo meramente a una particular adaptación de la doctrina que es nuevamente sólo
porque se refiere a nuevas condiciones existenciales e históricas (las cuales
sin embargo impusieron la exposición de la enseñanza para nada en una forma
superior). Para poder afirmar sensatamente el axioma católico antes citado, la
actitud debería ser la opuesta: en vez
de insistir en la “novedad” de las doctrinas, casi como si esto fuese un título
de mérito, se debería tender a poner en luz su carácter arcaico y su
perennidad, justamente mostrando la medida en la cual las mismas pueden ser
referidas en su esencia a un cuerpo superior de enseñanzas y de símbolos que es
en verdad “católico” (=universal) para no dejarse encerrar en ningún tiempo y
en ninguna forma particular, aun permaneciendo en la base de cada una de éstas,
sea en el mundo precristiano como en el no cristiano, occidental y no
occidental, sea en tradiciones extinguidas o pasadas a formas involutivas y
nocturnas, como es el caso relativo a creencias conservadas entre las mismas
poblaciones salvajes. El catolicismo admite la idea de una “revelación
primitiva” y “patriarcal” hecha al género humano antes de que aconteciesen el
diluvio y la dispersión de todos los pueblos 2. ….
En
cuanto al origen de los contenidos que en el catolicismo se muestran
susceptibles de una asunción “tradicional” y en cuanto a la singularidad de
muchas correspondencias –en mitos,
nombres, símbolos, ritos, instituciones de fiestas y así sucesivamente– con
muchas otras tradiciones esparcidas en el tiempo y en el espacio, las
cuales hacen pensar en algo más que en el simple caso a lo cual pueden conducir
los esfuerzos de las investigaciones históricas y empíricas, las
investigaciones de los teosofistas, los cuales ven por todas partes la acción
personal de “Maestros” y de “Grandes Iniciados”, es demasiado simplista. En
cambio es necesario tener en cuenta también una acción no perceptible y no
vinculada siempre a personas, a una influencia “subliminal”, la cual, sin que
los formadores de la tradición católica lo sospechasen, puede haber hecho en
manera tal que éstos, muchas veces en la idea de hacer algo diferente o también
de ser impulsados por circunstancias exteriores, se convirtiesen en los
instrumentos de la conservación de la tradición, de la transmisión de algunos
elementos de una sabiduría primordial y
universal que así –tal como dice Guénon–
pueden reencontrarse en “estado latente” en el catolicismo, escondidos detrás
de la forma religiosa, mítica y teológico-dogmática. Por lo demás, una tal concepción podría ser en parte
aceptada por la ortodoxia católica, sólo si la misma comprendiese en términos
más concretos aquella acción del Espíritu Santo que, a través de la historia de
la Iglesia, habría desarrollado la “revelación” primitiva estando invisible e
inspirativamente presente en cada Concilio. Al formarse toda gran corriente
de ideas se debe tener en cuenta lo que se puede haber debido a influencias de
tal tipo (pero en tal caso de otra naturaleza) más de lo que el hombre común lo
puede imaginar……
Desde
el punto de vista esotérico, lo que en
los eventuales encuentros entre símbolo y realidad tiene más valor, no es el
aspecto realidad, sino más bien el aspecto símbolo, a través del cual se puede
arribar a algo universal, suprahistorico e iluminador…..
Un catolicismo que se
eleve al nivel de una tradición verdaderamente universal, unánime y perenne, en
donde la fe pueda integrarse en una realización metafísica, el símbolo en una
vía para el despertar, el rito y el sacramento en acción de dominio, el dogma
en expresión de un conocimiento absoluto e infalible puesto que no-humano y
como tal viviente en seres disueltos del vínculo terrestre a través de una
ascesis, en donde el pontificado revista su función mediadora originaria – un
tal catolicismo podría suplantar todo espiritualismo presente o futuro.”
Aunque
agrega seguidamente constatando la realidad de hecho de la Iglesia actual;
“Pero
si observamos la realidad, ¿acaso esto es algo más que un sueño?” (Máscara y rostro del espiritualismo
contemporáneo, pgs. 117 y sig.)
Por
último agreguemos que en su obra el
Misterio del Grial Evola no rechaza el fenómeno religioso sino solamente
aquel que ha venido a predominar en el Occidente, es decir, un catolicismo
güelfo que ha negado la instancia esotérica de tal religión.
Tal
como vemos este grupo de falsificadores tiene a su cargo la función de deformar
el pensamiento evoliano a fin de quitar a las personas el acceso de la única
doctrina tradicional alternativa al sistema.
M.G.
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