ACCIONES DE GUERRA: EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS
Que el fin justifica los
medios es una frase común que se atribuye a Nicolás Maquiavelo, pero que
realidad su autor fué Napoleón Bonaparte en una nota que agregó a su ejemplar
de "El Príncipe". Este dicho ha sido muy usado para justificar
cualquier cosa para conseguir un fin determinado, mientras que la moralina burguesa y religiosa ha criticado
esta actitud. En realidad si vemos la cuestión desde el punto de vista
tradicional, que es el nuestro, la verdad está lejos de ambas posiciones, que
son totalmente abstractas.
Lo primero a considerar es
ver de qué fin se trata y no considerar los fines en general, no es lo mismo un
fin que otro.
En la actual guerra de
civilizaciones vemos a diario como se producen acciones bélicas y mientras la
moralina de los defensores del mundo moderno acallan los medios que usan las
potencias de la modernidad para combatir al fundamentalismo islámico, se rasgan
las vestiduras ante lo que llaman atentados cometidos por los guerreros
mártires islamistas, y que en realidad no son atentados sino acciones de
guerra. Es importante notar como en las palabras usadas ya va implícita una
interpretación desfavorable.
Los salvajes bombardeos sobre
poblaciones civiles, incluso hospitales, perpetrados por yanquis, rusos,
franceses, ingleses y otros son vistos favorablemente y "buenos" por
los decrépitos defensores del orden mundial materialista, economicista y
financiero, mientras las acciones de guerra de los "shahad" -
mártires - son calificadas con los peores adjetivos de la moralidad burguesa,
religiosa, y del código penal. Para ellos está claro que desde el punto de
vista del mundo moderno los medios que usan justifican el fin.
Lo primero que entonces
debemos averiguar es cuál es el fin que se persigue para luego determinar si
los medios usados están justificados. Y a lo que queremos apuntar antes que
nada es que no es mismo usar la violencia en favor de la defensa de la
Tradición que usarla en defensa del mundo moderno. A la primera la defendemos y
la justificamos, a la segunda la condenamos. No se pueden poner en el mismo
plano de igualdad una y otra. La Tradición, aunque sea en forma limitada, está
hoy presente en el fundamentalismo islámico, en otras ocasiones ya hemos
detallado dónde se manifiestan en forma visible los aspectos tradicionales de
su lucha.
LaTradición y sus categorías,
metafísicamente son superiores al devenir del mundo moderno carente de todo
sustento en lo alto. Mundo de lo bajo, de lo carente de toda substancialidad,
de toda visión superior del mundo y de la vida, mundo de la obscuridad en estos
últimos tiempos del Kaliyuga. Y digámoslo con claridad aunque más de uno se
sienta asustado: todo medio debe ser usado para dar por terminada a la
modernidad, con la única prevención que tales medios deben conducir al
restablecimiento de los principios tradicionales. Estamos convencidos que los
medios usados en la actual guerra santa son eficaces para tales fines.
Otro aspecto de la moralina
actual es condenar todo tipo de violencia venga de donde venga, implorando y
llorando genuflexos, invocando la paz, el amor y los derechos humanos. Esta en
el fondo es una actitud femínea e hipócrita que mientras llora tolera al mundo
moderno. En esto es especialista la actual Iglesia Católica, que mientras se
lamenta, como lo hace Francisco, nada dice sobre los criminales bombardeos de
los verdaderos agresores.
Tampoco se trata de
justificar las acciones de guerra del fundamentalismo como si se tratara de
represalias. Aunque no hubiera necesidad de represalias, que en realidad las
hay, las acciones de guerra deben ser llevadas a cabo porque valen en sí mismas como arma necesaria para la lucha
contra la modernidad. En estos momentos que vive la humanidad más vale luchar
que rezar.
Otra sugestión que tiende a
debilitar la lucha es la que considera que mueren muchos inocentes que nada
tendrían que ver con la guerra. Se dice que
una cosa son los gobiernos y otra cosa los pueblos. Unos son malos y los otros
son buenos. En la democracia los gobiernos son elegidos por los pueblos y
sostenidos por ellos, de modo que algo tienen que ver. Decir que los pueblos
son siempre buenos es propio de un populismo demagógico y democratista: se
halaga a las masas para conducirlas hacia abajo.
Creemos conforme a doctrinas
tradicionales (1) que hay un lazo invisible y sutil en cada uno de los
conglomerados humanos tales como naciones, nacionalidades, colectividades,
religiones, etnias. Estas nociones han sido olvidadas por el mundo moderno con
su prédica individualista y materialista, pero no por olvidadas dejan de estar presentes. Desde este punto de vista
no hay inocentes, hay invisibles e inconscientes vínculos de solidaridad entre
los miembros de un ente social, y en este caso las acciones llevadas a cabo por
algunos gobiernos de la modernidad provocan reacciones que pueden recaer sobre
el conjunto de la población de esos países.
Estas consideraciones van
allá de todo planteo moralista y religioso y deben tenerse en cuenta en el
análisis de las acciones de guerra.
(1) Ver: " La Magia como Ciencia del Espíritu". Tomo VI, pág.
94, edición 2000, Ed. Heracles, Bs.As.
San Carlos de Bariloche, 1º de agosto del 2016.
JULIÁN
RAMÍREZ
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