La era burguesa - la del tercer estado - ha sido la época de las grandes palabras: pueblo, nación, patria, progreso, humanidad, civilización, democracia, derechos humanos, igualdad, libertad. Todas ellas constituyeron verdaderas "ideas fuerza" que impulsaron grandes movimientos de masas, nacionales e internacionales. Buscaron su fundamento en el racionalismo y en el iluminismo. Erigieron a la razón en la diosa que iba a promover el futuro venturoso y enterrar un pasado obscurantista y bárbaro, pleno de supersticiones y fantasías. Se pretendíó ignorar toda visión tradicional del mundo y de la vida. Para ello bastaría con el positivismo, el evolucionismo, el cientificismo, el laicismo y el ateismo.
Se pretendió hacer un mundo solidificado, sólido, duro y material, impenetrable para lo que fuera sospechado de cualquier forma espiritual y tradicional.
Pero las cosas no resultaron tan fáciles. Comenzaron a aparecer las grietas en esa formidable muralla y rajaduras en el subsuelo.
Con el romanticismo empezó a manifestarse una reivindicación de la vida y de la existencia en contra de las abstracciones racionalistas y cientificistas. Nietzsche con su nihilismo negativo destruyó los fundamentos de la religión, la filosofía, la moral, las instituciones y los usos y costumbres de la sociedad burguesa, pero fracasó en construir un nihilismo positivo. Ya en el siglo XX los fascismos fueron una visible muestra de oposición a toda la arquitectura de la era burguesa. Su derrota pareció resucitar a las grandes palabras, pero fue un éxito relativo.
Las grietas siguieron aumentando y el neoespiritualismo fue también una expresión del derrumbe: pseudorientalismo, new age, profecías sobre el fin del mundo, pacifismo, filosofías existenciales, religiones femíneas; utopías marxistas y psicoanálisis completan la destrucción del hombre moderno.
¿ Y ahora qué? Lo que ahora avisoramos es el desarrollo del embrutecimiento. Ya las grandes palabras no convencen, no conmueven. Esas ideas-fuerza de la era burguesa cada dia nos dicen menos. En estos dias, ¿ quién está dispuesto a dar la vida por la democracia, por el progreso, por la humanidad ? ¿ Cuáles son entonces los caminos de la subversión y de la destrucción total de la actual humanidad ?
Los tenemos ante nuestros ojos, se pueden resumir en el pan y el circo de la peor Roma, de la Roma que estaba detruyendo su glorioso pasado heroico y tradicional.
Vemos entonces como a los hombres modernos se les brindan innumerables espectáculos deportivos, recitales de la peor música, que ya no es música sino cacofonía, redes sociales para difundir cualquier tontería y banalidad, TV insoportable con programas del más bajo nivel cuando nó pornográficos y todo ello saturado con propaganda comercial que constantemente invita al consumo de cualquier tontería. Se piensa en los fines de semana para vivir la noche, y esto es todo un símbolo del rechazo de la luz diurna para ser reemplazada por las tinieblas y por lo inferior. Ganar o perder un partido de fútbol es como un drama nacional.
Una actividad que crece a diario es el turismo. Llevar a la gente de un lado para el otro ofreciéndole distracciones, diversiones, paisajes y buena comida; es una actividad inferior, evasionista y escapista. Se trata de bombardear con imágenes del mundo exterior para acallar lo interior. El turista vuelve a su lugar más ignorante de lo que era antes. Y cuando a esas personas se les plantea alguna inquiedad superior, contestan con el remanido "No tengo tiempo". Es decir, no se tiene tiempo para lo superior, pero sí se lo tiene para las pavadas. Se incita permanentemente para tener y nó para ser.
Ahora bien, todo esto es para el que puede consumir, pero, ¿ qué hacer con las grandes masas con escasa capacidad de consumo ?
Para evitar toda explosión social se les brinda un planificado sistema de subsidios, de ayuda social, de asistencia, de "inclusión", de manera de solventar las necesidades materiales más urgentes, y todo esto mezclado con diversiones a granel. El pan y el circo funcionan así de consuno. El círculo se cierra. Este es el panorama que encierra la actual modernidad.
Y si frente a tanto embrutecimiento hay algunas reacciones, no podía ser para menos, se trata de desviarlas hacia alguna vía muerta, recurriendo, ¡ todavía !, a la diosa democracia, y al nacionalismo estrecho y corto de vista echándole la culpa de todo al "terrorismo" y a la immigración.
Por eso somos reiterativos y lo seguiremos siendo. Únicamente aferrarse a los principios tradicionales es la única salida posible, aunque sea como valor testimonial, y así evitar las zancadillas de la historia.
Se pretendió hacer un mundo solidificado, sólido, duro y material, impenetrable para lo que fuera sospechado de cualquier forma espiritual y tradicional.
Pero las cosas no resultaron tan fáciles. Comenzaron a aparecer las grietas en esa formidable muralla y rajaduras en el subsuelo.
Con el romanticismo empezó a manifestarse una reivindicación de la vida y de la existencia en contra de las abstracciones racionalistas y cientificistas. Nietzsche con su nihilismo negativo destruyó los fundamentos de la religión, la filosofía, la moral, las instituciones y los usos y costumbres de la sociedad burguesa, pero fracasó en construir un nihilismo positivo. Ya en el siglo XX los fascismos fueron una visible muestra de oposición a toda la arquitectura de la era burguesa. Su derrota pareció resucitar a las grandes palabras, pero fue un éxito relativo.
Las grietas siguieron aumentando y el neoespiritualismo fue también una expresión del derrumbe: pseudorientalismo, new age, profecías sobre el fin del mundo, pacifismo, filosofías existenciales, religiones femíneas; utopías marxistas y psicoanálisis completan la destrucción del hombre moderno.
¿ Y ahora qué? Lo que ahora avisoramos es el desarrollo del embrutecimiento. Ya las grandes palabras no convencen, no conmueven. Esas ideas-fuerza de la era burguesa cada dia nos dicen menos. En estos dias, ¿ quién está dispuesto a dar la vida por la democracia, por el progreso, por la humanidad ? ¿ Cuáles son entonces los caminos de la subversión y de la destrucción total de la actual humanidad ?
Los tenemos ante nuestros ojos, se pueden resumir en el pan y el circo de la peor Roma, de la Roma que estaba detruyendo su glorioso pasado heroico y tradicional.
Vemos entonces como a los hombres modernos se les brindan innumerables espectáculos deportivos, recitales de la peor música, que ya no es música sino cacofonía, redes sociales para difundir cualquier tontería y banalidad, TV insoportable con programas del más bajo nivel cuando nó pornográficos y todo ello saturado con propaganda comercial que constantemente invita al consumo de cualquier tontería. Se piensa en los fines de semana para vivir la noche, y esto es todo un símbolo del rechazo de la luz diurna para ser reemplazada por las tinieblas y por lo inferior. Ganar o perder un partido de fútbol es como un drama nacional.
Una actividad que crece a diario es el turismo. Llevar a la gente de un lado para el otro ofreciéndole distracciones, diversiones, paisajes y buena comida; es una actividad inferior, evasionista y escapista. Se trata de bombardear con imágenes del mundo exterior para acallar lo interior. El turista vuelve a su lugar más ignorante de lo que era antes. Y cuando a esas personas se les plantea alguna inquiedad superior, contestan con el remanido "No tengo tiempo". Es decir, no se tiene tiempo para lo superior, pero sí se lo tiene para las pavadas. Se incita permanentemente para tener y nó para ser.
Ahora bien, todo esto es para el que puede consumir, pero, ¿ qué hacer con las grandes masas con escasa capacidad de consumo ?
Para evitar toda explosión social se les brinda un planificado sistema de subsidios, de ayuda social, de asistencia, de "inclusión", de manera de solventar las necesidades materiales más urgentes, y todo esto mezclado con diversiones a granel. El pan y el circo funcionan así de consuno. El círculo se cierra. Este es el panorama que encierra la actual modernidad.
Y si frente a tanto embrutecimiento hay algunas reacciones, no podía ser para menos, se trata de desviarlas hacia alguna vía muerta, recurriendo, ¡ todavía !, a la diosa democracia, y al nacionalismo estrecho y corto de vista echándole la culpa de todo al "terrorismo" y a la immigración.
Por eso somos reiterativos y lo seguiremos siendo. Únicamente aferrarse a los principios tradicionales es la única salida posible, aunque sea como valor testimonial, y así evitar las zancadillas de la historia.
San Carlos de Bariloche, 21 de noviembre del 2016.
JULIÁN RAMÍREZ
JULIÁN RAMÍREZ
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