SUBMARINO Y POSTVERDAD
Bruno Bimbi, ícono del movimiento gay
Submarino desaparecido
En el día de hoy, 20 de
noviembre de 2017, junto a la celebración de la efemérides de la soberanía
nacional presenciamos dos hechos acontecidos casi en simultaneidad que a
nuestro entender marcan un contraste notorio con la misma. El primero de ellos, por lo acuciante y dramático, se refiere a la reciente desaparición de un
submarino con sus 44 tripulantes debido sin lugar a dudas a la falta de
mantenimiento del mismo y al estado de indefensión y carencia presupuestaria en
que se encuentran nuestras Fuerzas Armadas luego de que, tras la catastrófica
derrota de la guerra de Malvinas, el país cayera en manos de la clase política
depredadora y delincuencial que ha saqueado la totalidad de sus
riquezas en complicidad de otras oligarquías, como la empresaria, financiera y
sindical. Pero el segundo hecho no menos dramático que el primero se refiere al
auge cada vez mayor que está teniendo en nuestro suelo el movimiento homosexual
impregnado de esta nueva modalidad postmoderna y morbosa que es la ideología de
género. El mismo se actualiza todos los años con una marcha carnavalesca que
curiosamente se encuentra en cercanías de nuestro día de la Soberanía en donde
los distintos grupos de dicho espectro exhiben su propia ‘diversidad’ y
tal cosa recibe por parte del periodismo y los distintos intelectuales
perturbadores una serie de exaltaciones que llegan incluso a reputarlo como un
verdadera hazaña aun más importante y prodigiosa que la que efectuaran hace 167
años los heroicos combatientes argentinos que defendieran nuestro suelo de la
invasión de los imperialismos inglés y francés coaligados. En este caso el acto fue precedido por la presentación de
un libro "El fin del armario",
escrito especialmente por el activista gay Bruno Bimbi el que ha sido patrocinado
por las autoridades de la ciudad de Buenos Aires y exaltado por la gran mayoría
de nuestra prensa. Veamos al respecto lo que del mismo nos dice el periodista
Ernesto Tennenbaum, perteneciente al mismo grupo que por lo irrebatiblemente
hegemónico fuera denostado hace poco por una modelito a la cual echaron por
poner en evidencia tal circunstancia mayoritaria. “Es un libro fantástico en el
sentido periodístico del término porque..… describe tal vez la revolución más
impresionante que se produjo en las últimas décadas en el pensamiento
occidental: de repente, una gran mayoría comenzó a aceptar de manera natural
que no existen sólo dos sexos. Es un giro más que copernicano. Hasta hace muy
poco, la idea dominante sostenía que había solo varones y mujeres y, en todo
caso, un tercer sexo de "desviados", "pervertidos", y
"mariquitas". Ya no. El
blanco/negro se transformó en un arco iris.” Pero veamos qué es aquello que al tal Bimbi le permite inferir que hay
más de dos sexos.
“Bimbi desafía la noción
tradicional hasta hacerla explotar por el aire al ironizar sobre una pregunta
clásica: "En tu pareja, ¿quién hace de varón y quién hace de
mujer?". Con
esfuerzo didáctico, Bruno explica que esa pregunta responde a patrones
perimidos. Se suponía que, en el acto sexual, el varón
penetra a la mujer. De esa suposición, se desprende que, en una pareja
homosexual, el que hace de varón penetra y el que hace de mujer es penetrado.
Pero parece que hay muchas más variantes que esa, inclusive en las parejas
heterosexuales. Pero no una, o dos o tres variantes, sino cientos de ellas. Ese acercamiento es tanto más humano que el
anterior porque destruye imposiciones, límites y culpas. Cada uno puede ser lo que quiera. Así
de simple”.
Bimbi y Tenembaum nos recuerdan
un hecho sintomático por su dramaticidad: la pérdida de nuestra soberanía
nacional ha ido aparejada o ha estado precedida por nuestra pérdida primera y
esencial de la percepción de una dimensión metafísica del ser. Lo cual podría
reducirse al siguiente aserto: solamente existen las cosas que se ven por los
ojos del cuerpo y no las que se puede percibir por el intelecto, como ser las ideas
o las esencias universales. Los dos periodistas nos recuerdan a ese verdulero
que lo quería rebatir a Hegel demostrándole, a través de sus sentidos, que era
lo único que podía tener a mano, que no existía la fruta ni la verdura pues en
ninguno de sus estantes había uno que los contuviese, sino en todo caso manzanas, peras o hinojos. A lo que el filósofo le contestaba que si nos
basáramos solamente en sus sentidos externos tampoco habría tales cosas sino esas manzanas o esas peras, y no la manzana y la pera. Del mismo modo como las
experiencias sexuales son en cada uno diferentes en tanto no existen dos seres
iguales, lo erróneo sería recabar de allí que habría tantos sexos como personas
en el planeta. Y el arco iris entonces no podría ni siquiera existir pues le
resultaría imposible teñirse con todos los colores debido a su ilimitada
numerosidad.
La metafísica es aquel saber que
nos permite percibir ideas que son cosas absolutas y universales de las cuales
se participa en grados diferentes. Ser hombre o mujer son dos modos distintos y
antagónicos de existir. Denotan la función activa y la pasiva, el hecho de ser
acto y señor de sí y el hecho de ser potencia y por lo tanto ser conducido
y dirigido; y en ambos casos se producen dos virtudes diferentes que se
solidarizan en la unión. El que es activo es aquel capaz de ser fuente y
dirección de los otros y el pasivo se caracteriza por poseer una obediencia y
entrega absoluta hasta límites tales que pueden resultar inaceptables y
‘machistas’ para las actuales mujeres emancipadas que son lo opuesto y negación
de la mujer verdadera y metafísica. No se es absolutamente hombre ni mujer: por
eso las personas se diferencian de acuerdo al grado de participación que posean
con tales paradigmas. De la misma manera que en una especie hay algún tipo de
pera o fruta que cumple mejor que otra con su función.
Pero no concluye con la revolución sexual lo exaltado por el periodista. Nos agrega: “El aporte de la lucha por los derechos de la comunidad LGBT es maravilloso no solo porque terminó, o va terminando, con una injusticia atroz, sino porque amplió los límites de la libertad de pensar y de la tolerancia hacia todos los puntos cardinales: si alguien es capaz de pensar que no solo hay dos sexos sino infinitas variantes, y que tal vez todas las verdades lo sean, o todos los relatos sean posibles. Es un camino de ida que recién comienza a recorrerse, que desafía a las mentes más esquemáticas y que tendrá evidentes consecuencias políticas.”
Es
decir que la revolución sexual es el paso previo a la postverdad, a concebir
que así como no existen sexos fijos sino mutables infinitamente, pasaría lo
mismo en todos los demás planos en los cuales ya habría tantas verdades como
seres. El caos se agranda. La pérdida de la soberanía nacional que ha traído
entre otras cosas la tragedia del submarino ha sido precedida por la pérdida de
la dimensión metafísica de nuestra patria.
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