lunes, 29 de octubre de 2018

BOLSONARO Y LOS GAYS

BOLSONARO Y LOS GAYS



El reciente triunfo de Bolsonaro nos lleva a preguntarnos a cuál de los dos modelos posibles podemos compararlo. ¿Es Hitler o Menem? Al respecto la izquierda con su apologética de los homosexuales promoviendo sus exhibiciones públicas ha logrado que la sociedad en su conjunto, en tanto les resultan de gran repugnancia, se encaminara hacia el discurso antigay de Bolsonaro y lo mismo puede decirse respecto de otros fenómenos concurrentes como el de la corrupción y la violencia. Pero en realidad Bolsonaro no es un nazi como se cree, sino un liberal hecho y derecho para el cual la ganancia es lo principal (Su partido se llama Social Liberal). Promueve entre otras consignas privatizar todas las empresas públicas y la deforestación del Amazonas en tanto resultaría muy rentable. Como buen liberal cree que hay un dios bueno detrás de todos los desórdenes y egoísmos sociales y naturales el cual se ocupará luego por su alquimia que todo transite finalmente por un buen camino. Por eso tales problemas antes planteados son apenas excusas y circunstancias irrelevantes abocadas al fin principal que es llevar a cabo su liberalismo, tal como hiciera Menem quien manifestara que si se declaraba abiertamente liberal no lo votaba nadie. Así pues Bolsonaro no es  Hitler, sino Menem. Por otro lado pensamos también que hay una inteligencia de la izquierda en haber impulsado ex profeso el caos homosexual. La circunstancia es también parecida a cuando en 1966 en nuestro país promovía la violencia callejera para dar un justificativo a la llegada de un golpe militar pues decían que 6 años de dictadura iban a traernos un afán desaforado de socialismo. Ahora es parecido. 5 o 6 años de Bolsonaro, es decir liberalismo extremo en Brasil como el llevado a cabo por los sucesivos gobiernos militares, y el retorno será un socialismo más duro y agresivo que el de Lula o Dilma.
Acotemos que en la Argentina y en una circunstancia similar, para concretarnos otro Bolsonaro, es decir un Menem redivivo, el movimiento gay motorizado por la izquierda revuelve nuestras tripas en sus exhibiciones públicas grotescas. El pasado sábado en una popular esquina se efectuó un 'besazo' de maricas para protestar porque en un bar allí ubicado unos mozos echaron a dos de ellos que se besuqueaban de lengua en una mesa. Al respecto digamos que el gay se trata de un ser híbrido compuesto de un cuerpo de hombre y un alma de mujer y, en tanto el cuerpo es la parte de la persona que se exhibe ante sí y los otros, precisa poner en evidencia su interioridad en conflicto. Una mujer o un hombre no tienen necesidad de exhibirse por lo que son, tal como acontece en cambio con el invertido. Y a tal respecto digamos que las personas normales no están obligadas a presenciar tales espectáculos del mismo modo que no tenemos que escuchar a un cantante que desentona o grita. El gay tiene que hacer sus cosas en su casa del mismo modo que el que desentona debe hacerlo en su ducha. Pero esto como decimos sirve a los zurdos para provocar una reacción que según ellos dará como resultado (y lo susurran en privado) una régimen reaccionario que como consecuencia dará luego una dictadura socialista.

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