lunes, 7 de enero de 2019

FASCISMO Y POPULISMO

FASCISMO Y POPULISMO

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Se ha puesto de moda en los últimos tiempos el fenómeno de los populismos, sea de izquierda como de derecha, teniendo ambos a sus propios ideólogos, como Laclau en el primer caso y De Benoist en el segundo. Y también se lo ha hecho con la asimilación de ambos al fascismo, aun con el de izquierdas teniendo en cuenta en este caso que el ideólogo argentino, antiguo discípulo del trotskysta Abelardo Ramos, ahora efectuaba una antojadiza interpretación de Carl Schmitt, el famoso estudioso del derecho que habría influido en Hitler. Y esto recordemos que ha llevado a algunos a calificar al fenómeno kirchnerista argentino como de fascista. Y hoy en día también serían fascistas Bolsonaro, Orban en Hungría, Salvini en Italia, Trump en los EEUU e incluso Maduro de Venezuela en tanto que en todos los casos serían la consecuencia de la crisis de la democracia liberal en donde ciertos líderes como con lo acontecido con Mussolini en la primera mitad del pasado siglo acudieron a formas de un vínculo estrecho y sin intermediarios con las masas a las que interpretaba o que a su vez influían en él, interactuando ambos.
Al respecto queremos una vez más recordar los análisis efectuados por Evola en relación al fenómeno fascista. Sea en los editoriales de la revista La Torre, como en su famosa Autodefensa cuando se lo acusaba de querer refundar un partido fascista en Italia, explicó claramente el carácter contradictorio y evolutivo del fascismo. Surgido de la izquierda extrema y belicista del Partido Socialista, fue evolucionando lentamente hacia la derecha aunque sin lograr, quizás debido a su repentina extinción, encontrar una coherencia absoluta entre sus fines y los medios empleados. Puede aquí retomarse esa disyuntiva entre Suprafascismo e Infrafascismo. En tal caso se trataría de asimilar a tal fenómeno con la actitud a asumir ante el mundo moderno: o se es antimoderno y se rechaza en su totalidad a tal manifestación, o se es en cambio postmoderno, por lo cual se considera, a diferencia de la otra postura, que las causas de la crisis de la modernidad se deben a que no ha sido capaz de llevar a cabo sus principios hasta el final. Así pues mientras que los filósofos de la postmodernidad constatan que si bien aquella en nombre del progreso de las ciencias ha superado la teología y las formas de saber de la misma emanadas, no lo ha hecho en cambio con la metafísica, a la que asimilan con los grandes relatos que mediatizan la existencia del sujeto, por lo que a nivel político resultarían también postmodernos los liberales extremos cuando dicen que el liberalismo aplicado ha fracasado porque no fue suficientemente consecuente con sus postulados, los trotskystas que dicen que el comunismocolapsó porque no se aplicó como correspondía y finalmente los populistas, sea de izquierda como derecha (vemos esta coincidencia hoy en las manifestaciones de las chaquetas amarillas en Francia que tienen el beneplácito sea de la izquierda extrema de Melechton como de la derecha de Le Pen) que consideran que la democracia ha fracasado porque no se aplicó lo suficiente y reclaman entonces formas más directas con participación activa de la masa, parecido en gran medida a las concentraciones oceánicas de Mussolini en la Plaza Venezia en donde el Duce interpelaba a las multitudes respecto de sus preferencias sin acudir a los famosos representantes del pueblo de nuestro actual sistema liberal. Justamente esta postura del fascismo, lo mismo que otras como el nacionalismo extremo, las campañas demográficas, el torpe imperialismo, eran elementos modernos que según Evola formaban parte de ese fenómeno negativo heredado de la izquierda y que constituía el infrafascismo, es decir lo equivalente a la actual postmodernidad. Eran en cambio elementos tradicionales a los cuales adhiriera, no por ser fascistas propiamente, sino por haber significado un retorno a la Tradición primordial, reputar que el Estado forma a la Nación y por ende al pueblo, que las masas por lo tanto deben ser despolitizadas ya que, tal como hiciera notar en diferentes escritos, no tienen voluntad propia y son volubles y femíneas en forma extrema en modo tal que los mismos que acudían multitudinariamente a las concentraciones oceánicas, a los pocos meses recibían con los brazos abiertos a los norteamericanos. A ello se asociaba también el rechazo por la lucha de clases, suplantado por la colaboración entre éstas, en lo que se asentaba el corporativismo. Este fenómeno: el suprafascismo se extinguió y hoy en día la estupidez inteligente confunde al fascismo con el populismo es decir con su aspecto infra y postmoderno cuando no se lo termina asociando con la persecución de los judíos.

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