lunes, 28 de enero de 2019

LA INTELIGENCIA, LA INTUICIÓN INTELECTUAL Y LA “INTELIGENCIA ARTIFICIAL”, por Francisco Galarza


LA INTELIGENCIA, LA INTUICIÓN INTELECTUAL Y LA “INTELIGENCIA ARTIFICIAL”


Etimológicamente, la palabra intelecto se forma de Intus, que significa entre, y legere, que significa elegir, ambos del griego. La etimología de inteligencia, se refiere entonces a saber elegir entre varias opciones, y desde luego, se infiere que se trata de saber elegir la mejor opción entre las posibles.
Aquí la etimología, como en otras ocasiones, nos sirve de punto de partida para profundizar en el alcance tan relevante que tiene, para entender que es una facultad relevante en grado superlativo en el ser humano, como lo es su libre albedrío.
Las mas de las veces, al hablar de inteligencia, se entiende raciocinio, la capacidad de entender, conceptualizar de manera discursiva, indirecta, considerando una serie de factores. A través de un proceso de entendimiento progresivo, que toma cierto tiempo, y se llega a saber algo.
Uno de los usos cotidianos mas comunes que se hacen en la actualidad de la palabra inteligencia es ligarla de manera irreflexiva y al mismo nivel, con la palabra artificial, y así, se genera uno de los fenómenos mas reveladores en la actualidad de la profunda ignorancia, de la mano de una gran arrogancia del hombre contemporáneo, que cree que ha sido capaz de “inventar” la Inteligencia Artificial, es decir, un equivalente análogo al del Intelecto Humano natural, pero con la característica de que, apoyándose en los avances de la computación, en muy poco tiempo habrá robots o si se prefiere organismos cibernéticos de aspecto humanoide mas inteligentes que el ser humano, lo que supuestamente abriría las puertas a todas esas visiones de la ciencia ficción mostradas por novelas, películas y series de televisión desde hace décadas.
No es extraño que la comunidad científica postmoderna esté tan dedicada y decidida a inventar y perfeccionar la inteligencia artificial. No hay que olvidar que la ciencia moderna por una combinación de su soberbia, su limitado campo de acción y su “método”, ha buscado lograr tres cosas en las décadas recientes: generar vida de lo inerte, vencer a la muerte, e, inventar un organismo artificial capaz de emular en sus aspectos más representativos al ser humano: pensar y tener voluntad.
No hace falta profundizar demasiado en las motivaciones reales de este empeño. Finalmente, los “triunfos” de la ciencia contra la religión en general, siempre han sido menores, y de mas está señalar que esos triunfos se acrecentaron, al menos en parte, por la falta de capacidad de algunas religiones en descalificar esos aparentes logros, atrincherándose, al menos en el caso del cristianismo y el judaísmo, en puntos de vista literales y creacionistas, que no le hicieron ningún favor a dichas religiones. De cualquier modo, a las ciencias modernas siempre se les escapa la causa primera, o el resultado final si se quiere. No pueden explicar realmente cómo surgió el universo, ni tampoco cómo surgió la vida, de hecho, ni siquiera saben qué es realmente la vida, ni tampoco han podido, ni podrán, vencer la muerte, algo a lo que el hombre contemporáneo le tiene un gran temor, pues sus “postulados dogmáticos”, se reducen a que “surgimos de la nada” y al morir, regresaremos a la nada otra vez.


Es por ello que la ciencia actual está empeñada en demostrar con un triunfo contundente en alguno de esos tres temas, que toda la existencia no es mas que el resultado de combinaciones azarosas en el espacio a lo largo de miles de millones de años, y como las computadoras son una tecnología que ha tenido grandes avances en muy poco tiempo y se presta para hacer algunas burdas comparaciones entre ellas y el organismo humano, han apostado sus fichas en declarar que o ya lo consiguieron o están por lograrlo, la invención de la inteligencia artificial. Lo cual es totalmente falso.
Aunque al lector de este artículo le parezca asombroso, decir inteligencia artificial es, primero, una contradicción de términos simple y llana, y segundo, es no tener la mas remota idea de lo que verdaderamente significa e implica la palabra Inteligencia o Intelecto.
Vamos a procurar explicarnos de la forma mas clara posible. Dado lo acostumbrado del hombre contemporáneo (por su deformada educación) a ver en las computadoras, una especie de cerebro humano digitalizado con pantalla, y creer que su cerebro biológico es un equivalente de computadora orgánica, será mas sencillo explicar por qué no hay analogía válida a un mismo nivel entre una computadora y el intelecto humano, incluido su cerebro.
Así como es un grave error expresar que el cuerpo humano es una máquina biológica, pues nada tiene que ver una máquina con un organismo, es inválido hacer equivalencias inapropiadas entre el intelecto humano y la mal llamada inteligencia artificial. Quizás sea una obviedad, pero es mejor señalarla. Las máquinas, son artificiales y por lo tanto son ensambladas desde fuera por un tercero; no nacen, ni se reproducen, ni están vivas, ni nada parecido. Por el contrario, los organismos, se refieren siempre a seres vivos, que nacen y crecen, y que, desde dentro, en su interior ya está todo contenido para que puedan desarrollarse apropiadamente, y no; el código genético (el ADN) no es un tipo de programa de cómputo biológico codificado producto de la evolución. Es el reflejo preciso de un orden superior y anterior al del mundo sensible. El ADN viene a cristalizar dicha realidad superior bajo una increíblemente compleja molécula en espiral doble de ácido nucleico, que no es producto de ningún azar evolutivo propuesto por la ciencia moderna, ni mucho menos, como dicen otros, aun más despistados, producto de la intervención extraterrestre.
¿Qué se entiende por inteligencia artificial? Una definición es la que señala que se trata de la creación de programas y mecanismos que pueden mostrar comportamientos considerados inteligentes, es decir, que la inteligencia artificial es el concepto según el cual “las máquinas piensan como seres humanos”. Pero hay que afinar mas esa pobre definición tan general, ya que el acto de pensar de un ser humano, no tiene nada que ver, con el procesamiento de una cantidad “X” de datos y de alternativas previamente programadas con una serie de respuestas potenciales, también previamente incluidas en la computadora. Sin importar que tan sofisticados y bastos sean los “escenarios” que contenga el programa, y que tan rápido pueda “dar una respuesta”, la computadora solo podrá mostrar lo que tiene previamente cargado como respuestas, o combinando algunas de esas posibles respuestas. Además, el acto de pensar implica una acción voluntaria y consciente de alguien, un individuo. Una computadora, por sofisticada que sea hoy, o en un hipotético futuro (por mas “cuántica” que la quieran hacer), no tendrá ni voluntad ni consciencia. Desde luego alguien podrá decir que las computadoras mas avanzadas ya pueden “aprender” al parcialmente generar respuestas no incluidas originalmente en el programa. Lo cual es un error, simplemente, los programas de computadora mas recientes, y los que pueda haber en el futuro, mezclarán escenarios y posibles respuestas, lógicos, que podrán parecer “creaciones propias de la máquina”, pero son modificaciones producto de subrutinas incluidas para búsquedas de mas escenarios y alternativas y sus combinaciones, con mayor poder de procesamiento, lo que dará la ilusión de que “piensa”. Pero una máquina no puede, ni nunca podrá pensar por sí misma, y esto es fundamental, porque no hay nadie ahí y nunca lo habrá. Eso es algo totalmente fuera, no de las posibilidades de la ciencia tecnológica actual, sino fuera de la realidad pura y simple.
Desde luego que puede haber decisiones humanas que sean equiparables en cierta medida a respuestas de una computadora sofisticada. Todas las que son excluyentes, son un ejemplo, es decir, que solo pueden ser un Si ó un No. También todas las que tengan un número limitado de opciones, como elegir un color, una talla de ropa, un destino turístico, y cosas parecidas. Pero esas son, en el caso de los humanos, decisiones simples entre alternativas, digamos, fijas, y para una máquina será cuestión de eliminación en base a ciertos criterios mas o menos estrechos de programación, pero, muy importante, no son ni implican en la máquina, una verdadera decisión, pues no existe ningún proceso personal de valoración. La máquina no tiene, ni podrá tener nunca consciencia, otra de las fantasías del hombre contemporáneo. Por supuesto tampoco podrá tener sentimientos ni emociones, por mas que tenga programas para simular tenerlos de algún modo rudimentario.
Pasando a un orden mas complejo de lo que implica el intelecto humano y esa parodia disolvente de su dignidad superior, la inteligencia artificial (otros le llaman inteligencia sintética), pondremos dos ejemplos. (i) La computadora es un objeto que por sofisticada que sea su capacidad de procesamiento y extensa su base de datos, no será mas que eso, una máquina perfectible en su limitada horizontalidad accidental inanimada. La computadora solo es y será un sistema cerrado. Para decirlo claro, las computadoras no van a evolucionar por sí mismas, como tampoco existe la evolución biológica. El ser humano cuenta, además de con su dimensión sustancial de inmanencia, horizontalidad, con una dimensión esencial, la trascendente, lo vertical, y entre ambas, hacen del ser humano una expresión completa y perfecta en su forma, conforme a la cual podrá buscar superar su forma actual y por decirlo así, alcanzar, la supra formalidad, a la que está llamado. (ii) Un ser humano normal, sabe y entiende el significado de palabras como alegría, mortalidad, empatía, lealtad, honor, amistad, por no hablar de bondad, amor, entre muchas otras; y por lo menos entenderá parcialmente esos términos mas allá de lo literal. Una computadora, lo mas que podrá tener respecto a ese tipo de palabras, será cualquier cantidad de conceptos o definiciones, que son apenas un atisbo de su profundo alcance, porque son palabras que se refieren a un orden de realidad y entendimiento que superan el mundo estrictamente sensible.
Esto lo señalamos porque, cada vez es mas frecuente que la ciencia moderna y su aparato publicitario deshumanizador, presenten un futuro ser humano híbrido, cada vez mas integrado a elementos de “tecnología de punta”, no solo en su exterior, como la computadora o el teléfono celular, sino con “interesantes y prácticos” implantes para que esté “siempre conectado a la gran red social cibernética mundial, o esté al tanto de su ritmo cardiaco, o cuántas calorías ha consumido, entre muchos otros “agradables avances”, arraigando en la mente de la gente, que el futuro tecnológico hiper desarrollado es el siguiente paso natural (¿!) en el desarrollo humano.


El intelecto humano no es un “programa biológico” que se encuentra en su ADN, sus neuronas y su cerebro, ni tampoco es una simple facultad racional producto de la evolución darwiniana. El intelecto humano es antes que nada, una facultad divina a la cual tiene acceso por su forma, su estatus central en el Mundo Manifestado, y en consecuencia es y será imposible que pueda existir en algún futuro distópico algo que pueda llevar el calificativo de inteligencia artificial.
Hace años un autor tradicional, señalaba que era muy curioso como al hombre moderno le preocupaba que las máquinas, los robots, llegaran a ser iguales al hombre; cuando es de hecho el hombre, quien no se da cuenta de que en realidad, es él, quien que cada vez se parece mas a una máquina, pues lleva ya un largo proceso de deshumanización, con todo el alcance que tiene la palabra. No es que las máquinas estén por parecerse a nosotros, o a superarnos, sino que, nosotros estamos mas cerca de conducirnos como máquinas. Lo cual es muy diferente.
Desde siempre, el ser humano ha tenido la certeza intuitiva, y nos referimos a la Intuición Intelectual, no a la intuición sensitiva), de que él y este mundo son una expresión maravillosa de algo que lo sobre pasa todo, algo que es Absoluto e Infinito, y que para mostrarse, tiene que hacer un Milagro, autolimitarse y fragmentarse, de manera aparente, y en base a todo lo que se nos muestra, tener un atisbo parcial, temporal y limitado de aquello que es inexpresable, intangible, pero como el Hombre participa de esa facultad divina, sabe ipso facto y con certeza absoluta, que esa Suprema Identidad es la Realidad, Verdadera, Inmutable, Universal, y cualquier hombre, de cualquier Cultura Normal, lo sabía, y por ello, ninguna Civilización Tradicional vio en esta vida su destino único y final, sino un tránsito hacia algo muy superior.
Esa noción de certeza de que hay un Absoluto e Infinito (Dios, La Divinidad), cualquier persona que todavía se precie de ser tal, la ha tenido en algún grado, y eso es gracias a la Intuición Intelectual (conocer directa e inmediatamente y con absoluta certeza cierto aspecto de la Suprema Realidad), que Dios nos otorgó como una brújula que siempre apunta al Norte, el Norte Espiritual. Es imposible que el ser humano pueda simplemente imaginar algo que está mas allá de toda su realidad inmediata y de su mortalidad, pues en este mundo todo cambia, todo pasa y todo perece, y sin embargo, se tiene esa certeza indescriptible e inmediata, de que hay “algo” Eterno, Inmutable, Universal, que en el cristianismo se llama Dios. Esa certeza digamos supra-sensible y supra-racional, es un reflejo innato en el hombre sano del alma, y no hay nada que lo pueda hacer dudar, y desde luego, ese hombre, esos hombres, saben, que aspirar a fabricar la inteligencia artificial es haber perdido toda noción de lo posible, cuando el hombre, no es capaz de fabricar de la nada, ni siquiera una mota de polvo.
Queremos terminar este texto con un par de reflexiones, una de René Guénon y otra de Frithjof Schuon respecto al Intelecto:
“Por lo que respecta a la distinción esencial entre la mente y el Intelecto Puro recordamos tan solo lo siguiente: el Intelecto en el paso de lo Universal a lo individual, produce la conciencia, pero esta siendo de orden individual, no es en modo alguno idéntica al Principio Intelectual, aunque procede inmediatamente de él como resultante de la intersección de este Principio (…) con la individualidad considerada.” René Guénon. Los Estados Múltiples del Ser.

“… el origen de la criatura no es una substancia del tipo de la materia, sino un arquetipo perfecto e inmaterial (…) originado en el Espíritu (…) que es el Sumo Bien, es Luz y (…) la Inteligencia, cuando los consideramos en el plano de la manifestación terrenal…”. Frithjof Schuon. De lo Divino a lo Humano.

Francisco Galarza
Enero 28, de 2019.
México-


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