sábado, 10 de agosto de 2019

LOS GÜELFOS Y EL ABORTO

LOS GÜELFOS Y EL ABORTO

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Ante la invitación que se me ha formulado días atrás de escuchar este discurso de Caponnetto (lástima que no se me haya hecho llegar por escrito pues habría sido mucho más rápida su lectura) voy a dar aquí mi opinión.


1) Caponnetto es un autor güelfo y por lo tanto adscrito a la 'doctrina de la Iglesia'. Él no objeta la campaña antiabortista en cuanto al fundamento último de la misma, sino el procedimiento democrático que quiere emplearse para consumarla, por el cual se obligaría a las personas a someterse a la soberanía del pueblo siendo éste un vicio mayor que el mismo aborto. Esto nos hace recordar la postura asumida por Bergoglio cuando, siendo obispo de Buenos Aires, se opuso a que se hiciese un plebiscito por el matrimonio homosexual. Y digamos al respecto que las comunidades gays y lesbianas tuvieron una postura 
antidemocrática similar a la de Caponnetto ahora cuando dijeron que un tema tan sutil y complejo como las diferencias de género y sexo no podían ser sometidos a simples opiniones mayoritarias. La realidad fue que gracias a que no se votó hoy tenemos matrimonio igualitario pues con mucha seguridad la mayoría del pueblo argentino, que en el fondo rechaza a los homosexuales, se habría opuesto a ello. Yo no veo por qué, si en un determinado momento puede resultar conveniente para movilizar a las personas o para que un mal proyecto no prospere, no pueda incluso utilizarse tácticamente la figura del plebiscito si de esta forma se puede derrotar al enemigo moderno tal como habría sucedido en este caso y aun podría ser también si se usara una correcta apreciación respecto del tema del aborto.

2) El segundo problema y es el principal y que ya Caponnetto nos lo echara en cara en una charla que diera criticando sea a Evola como a nuestra forma de pensar*, es que en tanto para la Iglesia resulta totalmente inexistente un problema demográfico relativo sea respecto de la calidad como de la cantidad de la población humana, no existiría para él ningún inconveniente respecto de los recursos cada vez más escasos con el desorden ecológico que a su vez ello conlleva. Recientemente el papa Bergoglio, en sintonía con Caponnetto, ha manifiestado que el aborto es parecido al procedimiento eugenésico nazi ya que se pondría a limitar y a discriminar los nacimientos. En efecto para los güelfos no es un problema el hecho de que hoy en día en la sociedad argentina los que no abortan y se reproducen vermicularmente son los sectores de más bajos recursos mientras que los mejor dotados sea cultural como económicamente son los que en cambio abortan y por lo tanto disminuyen en su proporción. Una campaña antiabortista solamente tendría sentido si se la asocia a la lucha en contra de la propaganda sexopática difundida por los medios en tanto el aborto sea comprendido de aquí en más no como una simple defensa de la vida, sin especificar bergoglianamente de cuál se trate, sino como un medio utilizado por la fornicación desenfrenada en que ha cundido la modernidad para no tener límite alguno a su despliegue. Estar en contra del aborto y al mismo tiempo no poner freno a las campañas sexógenas promovidas por los medios masivos de difusión es estar contribuyendo a la explosión demográfica del planeta y acelerar así su colapso. Sin darse cuenta güelfos y modernos seculares se dan la mano.

* Caponnetto ha dado un curso sobre historia de las civilizaciones en donde dedica una clase a Evola y en especial a su obra Los hombres y las ruinas criticándolo justamente por su oposición a la política natalista impulsada por la Iglesia católica para la cual no habría que poner límites de ningún tipo a los nacimientos ni tampoco tener políticas eugenésicas de mejoramiento de una determinada raza. Como he sido el traductor y prologuista de tal obra en castellano me hace decir falsamente que 'en tanto católico' discrepo con tal postura de Evola, pero que reputo que se trataría de algo secundario e irrelevante. Lo cual le permite acudir a la hilaridad ante el público presente al preguntarse qué clase de católico puedo ser si reputo de poco valor lo dicho por la Iglesia. En realidad yo me refería a otra cosa y era a lo sostenido por el autor respecto de que los hombres de la Tradición, en tanto no debían establecer vínculos familiares, no debían tampoco tener descendencia, lo cual en su momento objeté como una una crítica pues me parecía que de este modo se podía interrumpir un cierto mensaje, pero de ninguna manera me he opuesto a lo afirmado respecto de la necesidad de que, por razones de estricta supervivencia del planeta, se efectúen acciones de limitación de los nacimientos. Digamos al respecto que Caponnetto dice concordar con Evola solamente en lo que afirma críticamente en relación a los judíos ya que él se reputa como un escritor contrario absolutamente a los mismos. Digámosle  que en el fondo él no está muy lejos de cierto judaísmo espiritual consistente en reputar la absoluta dependencia del hombre respecto de la Divinidad, en su caso a través de su representante en la Tierra. En él prima la confianza extrema de que por más desaguisados que el hombre efectúe en la historia habrá siempre un dios bueno, que vela por todos nosotros, el que enmendará tales errores en modo tal de reconvertir nuestros desórdenes en un ordenamiento universal y justo. Esto se lo ve en la sumisión absoluta que el judío tiene hacia el Jeovah en quien confía ciegamente, y aun el liberalismo secular, heredero de esta misma actitud, cuando reputa que por más que interactúen los egoismos materialistas de las personas hasta límites inauditos, una cierta armonía preestablecida reconvertirá los mismos en bienestar material para la especie. Y pasa exactamente igual en este caso. A Caponnetto no le preocupa que la humanidad, gracias a los avances de la medicina, pueda llegar a multiplicarse hasta el infinito pues siempre habrá un dios que vela por nosotros el que evitará el colapso de nuestro planeta.

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