A 30 años de la caída del Muro de Berlín
Si se hace memoria, hace 30 años, fines de 1989, al caer el Muro de Berlín el 9 de noviembre, y apenas 2 años después, la disolución de la Unión Soviética, la gente estaba de fiesta, se había terminado la guerra fría, y ahora sin obstáculo alguno, iniciaba una era de progreso y bonanza económica que prometía cumplir los sueños de prosperidad de todos, desde luego bajo el “liderazgo y guía” de la superpotencia ganadora, los EEUU. Es llamativo que el inicio de la postmodernidad iniciara 200 años después del inicio de la revolución francesa, cuando empezó la era del hombre mercantilizado, por no decir, metalizado.
Durante casi 10 años eso pareció cierto, o al menos la borrachera de crecimiento económico, generación de empleo en general, tratados comerciales por todos lados, parecían indicar que todos nos volveríamos parte de la familia primer mundista. Lo que no se veía era que mucho de ese crecimiento económico estaba sostenido por la cantidad de mano de obra barata de la Europa Oriental, la ex URSS y claro los países en desarrollo, además de la cada vez mayor incorporación al esquema producción-consumo de China y la India, y mientras los países mas desarrollados se fueron endeudando sin freno, para financiar sus excesos por la fiebre por vivir al máximo, hoy, moldeaba el alma del hombre postmoderno, al que lo único que le importa y para lo único que vive es, gozar el momento, consumir de todo y lo mejor posible, nada más importaba.
Pero esos excesos y el renovado impulso de los países mas ricos, EUA, Inglaterra, Alemania, Europa Occidental en general, ensoberbecidos por su triunfo, quisieron ampliar y/o reforzar su influencia en todo el mundo, pues ya sin ningún contra peso ideológico, se quitaron las caretas y surgió un neocolonialismo descarado para explotar los recursos de África, Hispanoamérica, etc., y ampliar su dominio ideológico en el Cercano Oriente (la gasolinera del 1er mundo), reforzando su apoyo a Israel, con gobernantes títeres en todos los países posibles de la zona. La agresividad con la que ampliaron su dominio se pudo atestiguar en lugares como la ex Yugoslavia, la 1ra y 2da guerra del golfo, etc.
Entre 1991 y hasta el 10 de septiembre de 2001, como proclamó George Bush padre en 1991, reinaba un nuevo orden mundial, el sueño unipolar de EUA dominando a lo largo y ancho, con sus socios y estados clientelares hicieron lo que quisieron, incluyendo toda clase de excesos. Pero de pronto, de la nada, todo cambió el 11 de septiembre de 2001.
A partir de ese día la naciente y necia postmodernidad que quería imponer por la buena o por la mala, a todos, su visión del mundo (la del zombi consumidor), se enfrentó al Fundamentalismo Islámico, que desde esa fecha lucha de manera directa. Con todo su dinero y armas, la Coalición Internacional, que ufana afirmó que ganaría fácilmente 1ro en Afganistán y luego en Irak en tan solo días, ahora tiene frentes de combate abiertos en gran parte del mundo musulmán. Particularmente EUA e Inglaterra creyeron que las tempranas victorias en Afganistán e Irak no solo regresarían las cosas a su conveniente normalidad, sino que sería un buen ejemplo para cualquiera que se les quisiera oponer. Pero resultó que no fue así. Ahora la postmodernidad está arrinconada entre la deuda impagable y el fundamentalismo invencible.
La realidad es que la Coalición Internacional, liderada por EUA e Inglaterra, no han ganado guerra alguna en lo que va del S. XXI. Y no solo eso, su soberbia los ha hecho seguir adelante en un conflicto por visiones del mundo opuestas, que no quieren o no pueden entender y que no podrán ganar. Ya las primeras consecuencias económicas se vieron en 2008, con un crack financiero de alcance mundial, que en realidad no se arregló en sus causas, solo se ha atendido en sus efectos mediante mayor deuda e imponiendo recortes al gasto social en cantidad de países, lo que ha llevado a la sacrosanta y valorada economía financiera y de consumo a un punto de no retorno. Solo falta ver cuánto tiempo mas resiste, pero este antinatural modelo económico tan apreciado por el hombre contemporáneo tiene los días contados.
Ahora, 30 años después de la caída del Muro de Berlín y casi 20 años después de que terminó la era dorada de Yanquilandia, ¿cómo están las cosas y qué se puede esperar?
El reciente surgimiento de líderes caricaturescos como Trump, Johnson, Bolsonaro, el Péje, Macri, Salvini, Sánchez, Evo Morales, etc., no es mas que la expresión de la decadencia extrema por un lado y la desesperación de tratar de sostener ese modelo por el otro, al costo que sea, pero ni el sistema tiene forma de seguir adelante por mucho más, ni el hombre postmoderno tiene lo necesario para encontrar una solución real, pues lo que quiere es que se mantenga este modelo, sin saber cómo hacerlo, y sin importar las consecuencias, incluidas las del cambio climático, que ya es tan alarmante y obvio, que hay todo un movimiento de jóvenes encabezados por Greta Thunberg, demandando con razón, un cambio en los patrones de consumo de combustibles, plásticos, etc., porque el futuro del planeta para sustentar vida está realmente en peligro.
EUA no solo ha perdido mucho de su dominio en el mundo, ha perdido el respeto y cualquier credibilidad que tuviera hasta hace 20 años y anteriores, incluso como potencia militar, que ha resultado ser bastante medianita en calidad, a pesar de tener los mejores juguetes para la guerra. El mundo ahora es multipolar, y parece que al menos ciertas decisiones importantes de la Casa Blanca, se toman desde el Kremlin. EUA se parece mas hoy al perro del refrán, que ladra pero no muerde y que va en un franco retroceso defensivo en lo económico, lo político, diplomático, y por supuesto, militar. Todo lo cual son buenas noticias para el mundo. Por ejemplo, Trump vociferó mucho contra Nicolás Maduro, pero no fue capaz de quitarlo, cosa que en el pasado hubiera sido muy fácil. Vocifera mucho contra Irán, pero lo mismo, no hacen nada aparte de sanciones económicas, y como estos dos ejemplos se podrían dar muchos otros. Parece claro que el país que está realmente tomando el relevo, al menos en el predominio económico es China, que no solo tiene presencia económica relevante con sus vecinos, también en África y buena parte de Hispanoamérica. Por otro lado, con el proyecto de Putin (un personaje que come aparte de los demás) de recobrar las glorias de la URSS de Stalin, habrá que ver hasta dónde puede llegar en sus deseos expansionistas, en especial ahora que tiene en el presidente de EUA a un gobernante a modo.
Desafortunadamente, los únicos que han reaccionado frente a la aberración postmoderna, es el fundamentalismo islámico, y ni ellos han sido capaces de presentar un frente único ante su enemigo. Sus divisiones en diferentes grupos y propósitos, le facilitan maniobrar al mundo del dinero y el interés, extendiendo el conflicto, en una guerra que ya lleva 18 años y no tiene final previsible claro.
La Guerra de Civilizaciones ha logrado agotar de manera acelerada lo que le hubiera quedado de vida natural a la postmodernidad. Falta por ver cómo y cuándo caerá este 5to estado, pero como se ven las cosas, el hombre postmoderno está tan vacío de sentido y de propósito que seguramente luchará al límite pues es lo único que le da sentido a su vida. Del otro lado, el fundamentalismo tampoco se va a rendir, pero divido como está será mucho mas complicado vencer. Tal vez, se sumen otros grupos de otras religiones ortodoxas a la lucha contra este modelo cultural occidental crepuscular que ayuden a que los tiempos se acorten.
La década que está por iniciar, de 2021 a 2030, promete ser en extremo relevante para la humanidad entera, y quizás nos sorprenda a todos.
Francisco Galarza
Octubre de 2019.
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