Foto aparecida en una publicación feminista por la que se trataba de graficar la actual esclavitud en la que habría vuelto a incurrir la mujer.
Es indudable que quienes más rechazan hoy la cuarentena son las feministas, es decir aquellas mujeres que, reputándose liberadas (en realidad esclavas encadenadas a sus impulsos más bajos), repudian aquello que es esencial en su función que es la atención del hogar (el oikos) y la administración del mismo (oikonomía), base esencial de la familia en un ámbito en donde el que concurría al mundo social y al político era principalmente el hombre varón. Habiendo decaído éste en sucesivos procesos subversivos que dieron cabida al mundo moderno, ha sido la mujer y su espíritu desviado aquel que ha terminado informando el orden social primero y el político después. Fue por ello que, en razón de tal desvío, la economía, ciencia inferior y subordinada a la política, ha pasado a ser el factor determinante en la esfera social. Y si bien pueden haber sido hombres varones quienes asumieron la función de mando, en razón de este decaimiento acontecido, su espíritu ha sido siempre el de la mujer desviada y sublevada. Pero ha sucedido esta vez que la providencia a través de un virus ha hecho retornar al hogar a la mujer y que fuera la política aquello que encuadrara a la economía obligándola a detener su ritmo desaforado y compulsivo por el que se destruía el medio ambiente. Pero todo esto no será pacífico ni sin dolor. Habrá muchas mujeres que protestarán por tal castigo hogareño aludiendo a la violencia machista, es decir la producida por un hombre varón al que se lo ha despojado de su dimensión espiritual al convertírselo en poco menos que un zángano. Del mismo modo que habrá economistas liberales varones que reclamarán por suspender la cuarentena ya que la economía, es decir el que es para ellos el destino del hombre, crepita y corre los mismos peligros en los que hoy se encuentra la mujer aprisionada en el hogar.
Es indudable que quienes más rechazan hoy la cuarentena son las feministas, es decir aquellas mujeres que, reputándose liberadas (en realidad esclavas encadenadas a sus impulsos más bajos), repudian aquello que es esencial en su función que es la atención del hogar (el oikos) y la administración del mismo (oikonomía), base esencial de la familia en un ámbito en donde el que concurría al mundo social y al político era principalmente el hombre varón. Habiendo decaído éste en sucesivos procesos subversivos que dieron cabida al mundo moderno, ha sido la mujer y su espíritu desviado aquel que ha terminado informando el orden social primero y el político después. Fue por ello que, en razón de tal desvío, la economía, ciencia inferior y subordinada a la política, ha pasado a ser el factor determinante en la esfera social. Y si bien pueden haber sido hombres varones quienes asumieron la función de mando, en razón de este decaimiento acontecido, su espíritu ha sido siempre el de la mujer desviada y sublevada. Pero ha sucedido esta vez que la providencia a través de un virus ha hecho retornar al hogar a la mujer y que fuera la política aquello que encuadrara a la economía obligándola a detener su ritmo desaforado y compulsivo por el que se destruía el medio ambiente. Pero todo esto no será pacífico ni sin dolor. Habrá muchas mujeres que protestarán por tal castigo hogareño aludiendo a la violencia machista, es decir la producida por un hombre varón al que se lo ha despojado de su dimensión espiritual al convertírselo en poco menos que un zángano. Del mismo modo que habrá economistas liberales varones que reclamarán por suspender la cuarentena ya que la economía, es decir el que es para ellos el destino del hombre, crepita y corre los mismos peligros en los que hoy se encuentra la mujer aprisionada en el hogar.
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