lunes, 29 de marzo de 2021

UN VISIÓN DISTINTA DEL ISLAM DESDE EL ATEÍSMO

UN VISIÓN DISTINTA DEL ISLAM DESDE EL ATEÍSMO









Michel Onfray es un filósofo francés contemporáneo que puede ubicarse en el sector ateo y laico. Sin embargo deben reputarse como muy acertadas sus aseveraciones respecto del fundamentalismo islámico y de la política que en relación al mismo asume el régimen de su país en connivencia en tal aspecto con la islamofobia de los grupos identitarios europeos pertenecientes a lo que se conoce como la nueva derecha. El Islam no es reputado como culpable de los ataques terroristas que acontecen en Europa puesto que, de la misma manera que afirmamos nosotros desde otra ribera, son el producto de la guerra de civilizaciones y en represalia por los previamente recibidos en su contra. Además pone en evidencia la desproporción sea en armamentos como en cantidad de víctimas fatales, existente entre los ataques del Islam a Europa y el ‘mundo libre’ y los que éste criminalmente efectúa en su contra.Seguidamente extractamos parte de un interesante reportaje aparecido en su obra Pensar el Islam (pgs. 75-94)


El viernes 13 de noviembre, en París, el terrorismo islámico volvió a actuar, como sabemos. Estadio de Francia, Bataclan, terraza de un café. ... Tras el anuncio de los atentados esta noche en París usted ha escrito en su cuenta de Twitter lo siguiente: «La derecha y la izquierda que han sembrado internacionalmente la guerra contra el islam político recogen nacionalmente la guerra del islam político». ¿No le parece que acusa usted a la víctima en vez de al culpable?

El trabajo del periodista es comentar lo que acontece, el del filósofo es poner en perspectiva lo real con las condiciones que han hecho posible lo que acaece. El jefe del Estado habla de «acto de guerra». Los republicanos y el Partido Socialista también. Todo el mundo parece reconocer por fin que se trata de actos de guerra. ¡Ya es un progreso! Hace poco aún se hablaba de actos cometidos por desequilibrados, gente con un pasado psiquiátrico, lobos solitarios. Puesto que se trata de guerra, hay que pensar en esa guerra. El periodismo televisivo está menos interesado en pensar la guerra que en mostrar el espectáculo del terror y comentarlo, contentándose con decir lo que todo el mundo ve en la pantalla. El filósofo se pregunta de dónde viene. ¿Quién la ha declarado? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Quiénes son los beligerantes? ¿Cuáles son sus razones? Por lo tanto, hay que salir del tiempo corto del periodismo, que vive de la emoción, para entrar en el tiempo largo de los filósofos, que viven de la reflexión. Lo que se produjo el viernes 13 de noviembre es sin duda alguna un acto de guerra, pero que responde a otros actos de guerra cuyo momento inicial es la decisión de destruir el Iraq de Sadam Husein por parte del clan Bush y sus aliados hace un cuarto de siglo. Francia forma parte desde el principio... de la coalición occidental que declaró la guerra a unos países musulmanes. Iraq, Afganistán, Mali, Libia… Estos países no nos amenazaban en absoluto antes de que nosotros les negáramos su soberanía y la posibilidad de instaurar en su casa el régimen de su elección. …. ¿Acaso Francia es tan ingenua como para imaginarse que puede declarar la guerra a países musulmanes sin que estos respondan? El primer agresor es occidental, y le remito a la historia, no a la emoción. Incluso es identificable: se trata de George Bush, que se inventa unas hipotéticas armas de destrucción masiva para atacar Iraq en 1990, un ataque al cual Bin Laden responde con el Once de septiembre. Le recuerdo que antes de esa fecha el mismo Bin Laden colaboraba con los servicios secretos estadounidenses contra los soviéticos que habían invadido Afganistán. La situación en la que nos encontramos procede pues de una larga cadena causal que el filósofo debe describir. El acto terrorista en cuanto tal es el último eslabón de esa cadena.  …... Es una guerra que libra el islam político con tanta inteligencia como Occidente libra la suya, pero con menos armas o con unas armas distintas de las nuestras: cuchillos en vez de portaaviones, kaláshnikovs de 500 euros en lugar de aviones furtivos que cuestan millones de dólares. Tienen sus teólogos, sus ideólogos, sus estrategas, sus tácticos, sus informáticos, sus banqueros y sus intendentes militares. También tienen sus soldados, aguerridos y determinados, invisibles pero presentes en todo el planeta. Varios miles, según dicen, en Francia. Tienen planes. Disponen asimismo de una visión de la historia, cosa que nosotros somos incapaces de tener, ensimismados en nuestro materialismo trivial que obedece a las artimañas electorales, a las mafias del dinero, al cinismo económico y a la tiranía del instante mediático. El califato ha expuesto claramente sus intenciones. Pero nuestra negación es culpable. Negarles el derecho a decir que son un Estado islámico mediante la exhortación políticamente correcta de decir que se trata de Daesh (que es el acrónimo de Estado Islámico en árabe), convertirlos en bárbaros (cuando hacen con sierras mecánicas y martillos neumáticos lo que Occidente hace con aviones furtivos) —le recuerdo que una parte de los sitios arqueológicos mesopotámicos han sido destruidos por los bombardeos estadounidenses sin despertar ninguna emoción internacional —, calificarlos de terroristas (cuando evidentemente matan a víctimas inocentes con kaláshnikovs o con cuchillos, pero Occidente hace lo mismo a mayor escala con bombas lanzadas desde gran altitud sobre pueblos enteros, unas bombas que matan a mujeres y niños, ancianos y hombres que no tienen más culpa que la de vivir en el país asociado al «eje del mal»)…, todo eso hace que subestimemos absolutamente su verdadera naturaleza, que no hay que desdeñar. Sobre todo si queremos que algún día haya una solución diplomática, que es lo que yo deseo.

Incluso sin una intervención en Siria, ¿no cree usted que Daesh habría atacado Francia de todos modos?

Yo no hago política ficción suponiendo lo que habrían hecho unos países para justificar que de forma preventiva se les bombardease para impedirles hacer lo que se supone que habrían hecho. La famosa «guerra preventiva» de Bush y los suyos procede de ese tipo de juicio de intenciones que justifica el ataque porque uno ha decidido atacar. Cuidado con hacer demasiado poco con lo que es y demasiado con lo que podría ser. Además, no es Siria lo que estamos pagando, sino Iraq y sus consecuencias, de las cuales Siria es la parte más reciente y, por tanto, la más visible mediáticamente de esa guerra declarada en 1990; para su información, justo después de la caída del Muro de Berlín, es decir, en la perspectiva de reconstrucción del mundo por los estadounidenses a su gusto una vez se hubieron desembarazado de la Guerra Fría…

En su comunicado de reivindicación del atentado, Daesh habla a propósito de las víctimas del Bataclan de «centenares de idólatras en una fiesta de perversidad». ¿Esa gente no odia ante todo lo que somos?

Se trata en efecto de una guerra de civilizaciones. Pero lo políticamente correcto francés prohíbe que se diga desde que Samuel Huntington lo analizó brillantemente en 1993. La civilización islámica a la cual remite Estado Islámico es una civilización puritana. Le hago observar que su pregunta permite comprender que Francia tiene una «identidad nacional» que se ve mucho mejor cuando la identidad islámica la pone en evidencia en el contrapunto histórico del momento.

¿Debe Francia desolidarizarse de la coalición internacional comprometida en Siria y en Iraq?

Yo soy efectivamente partidario de un replanteamiento total de la política exterior francesa. Si continuamos con esa política agresiva hacia los países musulmanes, ellos continuarán respondiendo como lo están haciendo. Enviar tropas terrestres a Siria sería echar más leña al fuego. Francia debería abandonar esa política neocolonial e islamófoba alineada con Estados Unidos. Debería retirar sus tropas de ocupación de todos los lugares implicados. Debería tomar la iniciativa de una conferencia internacional destinada a constituir un frente diplomático capaz de negociar una neutralidad asociada a un respeto por la soberanía política de cada uno de esos países, que tienen derecho a hacer lo que deseen en su territorio sin que nosotros se lo impidamos. ¿En nombre de qué, además, les negamos el derecho a determinarse como quieran y conforme a sus razones? Para no abordar esta pregunta, preferimos decir que estamos actuando contra el terrorismo cuando lo que hacemos en realidad es crearlo, pues no existía antes de que lo hiciéramos surgir con estos procedimientos.

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