SECUELAS DEL
COMUNISMO
LA ENFERMERA DE LENIN
El por
nosotros siempre valorado cineasta ruso, Aleksandr Sokhurov, en su nunca
estrenada obra maestra, La agonía de Lenin, en donde nos describe el colapso físico irreversible del
líder de la Revolución rusa afectado por un cáncer cerebral que iba socavando
velozmente sus facultades mentales, nos indica también en muy condensadas
imágenes lo que ha sido el comunismo. Tras habernos mostrado en sucesivas
secuencias un inmenso edificio en donde se va desenvolviendo paulatinamente el
lento colapso del líder bolchevique, el espectador termina percibiendo que el
mismo a la postre resulta ser el antiguo palacio del zar; es en ese instante
también cuando el aludido, en su irreversible estado de postración mental, al
no alcanzar a explicarse las razones de todos los lujos que lo rodean, busca
una respuesta a lo que le está sucediendo y entonces una de sus enfermeras le
indica que ello era así porque todo había sido ‘expropiado’, palabra que,
debido a la situación de colapso en que se encuentra y ante la necesidad de un
lenguaje más llano, le resulta incomprensible, por lo que, de manera realista,
la interlocutora le dice a Lenin más crudamente que ello era así ‘porque lo
habían robado’. Ante lo cual despierta la ira furiosa del agonizante líder,
memorioso aun de los principios morales heredados en su infancia.
Y bien, en
las sintéticas palabras de la enfermera se encuentra expresado lo esencial: el
comunismo fue y ha sido siempre un gran robo, una gran estafa. Un grupo de
facinerosos que, en nombre de una ideología estentórea y aprovechando circunstancias
conflictivas, efectuó ganancias espectaculares para lo cual no hesitó en acudir
a procedimientos siniestros desde cárceles, torturas hasta llegar a verdaderas
masacres y genocidios de todo tipo que, según los cálculos más optimistas y
aproximativos, alcanzaron las 100 millones de víctimas en 70 años de
existencia. Poco antes de su caída estrepitosa entre 1989 y 1991 una serie de
obras escritas bajo dicha tiranía, que lograron surcar la espesa cortina de
hierro que se había construido ex profeso, mostraron que en realidad lo que se
ocultaba detrás de la misma no era el gobierno de los representantes de los
intereses históricos del proletariado, ni siquiera una simple burocracia de
ineptos incapaz de llevar a cabo ciertos principios, sino una vulgar nomenklatura de multimillonarios que,
aprovechando la censura y la represión de un sistema sanguinario, escondía
dentro de lo posible su profundo apetito de bienes materiales, demostrando así
que en esto y no en otra cosa consistía en última instancia la raíz del tan
mentado materialismo dialéctico.
Claro que,
para subsistir durante tantos años, dicho régimen mafioso tuvo que acudir a dos
tipos de procedimientos consistentes en el miedo y el engaño. El primero, en
tanto muchas cosas no se podían ocultar, se aplicó en el orden interno, y
consistió en el temor exacerbado hacia la omnipotencia de un sistema respecto
del cual sólo se podía progresar si se acataban puntualmente sus órdenes colaborando en la delación de los
que eran sospechados de opositores. Pero en el plano externo la estratagema
consistió en cambio en estructurar un movimiento internacional compuesto por
personas a las que se convenció, gracias al sigilo proporcionado por la famosa
‘cortina’, que para poder llegar a alcanzar el paraíso comunista, es decir la
sociedad que en tanto sin clases ni injusticias sociales sería por lo tanto
proveedora de un estado de bonanza universal, ‘era imprescindible que la Unión
Soviética triunfara doblegando a las fuerzas ‘imperialistas’ que la asediaban’.
Así fue cómo se constituyó por varias décadas un cuerpo de revolucionarios
profesionales fanatizados los cuales estuvieron siempre dispuestos a dar su
vida por tal régimen en función del triunfo definitivo del comunismo en el
mundo. Pero sin embargo esto entró en crisis cuando sucedió la derrota de la
Unión Soviética en Afganistán y, como consecuencia de ello, la caída del muro
de Berlín y de la famosa cortina de hierro protectora. Entonces ya no se pudo
continuar más con la farsa, hubo que decir abiertamente, como la enfermera de
Lenín, que todo se trató de un robo y una estafa. Pero luego de ello se
perfilaron dos posibilidades: o que se terminara para siempre con el robo o
que, en un mundo en donde todos roban, los antiguos comunistas legitimaran su
condición de ladrones y pasaran a formar parte de una nomenklatura de mayores
alcances universales. Es decir que pasaran a integrar de aquí en más ellos
también de modo ostensible la casta capitalista. Se tuvieron que hacer entonces
algunos cambios indispensables en la cosmetología. En algunos casos, de acuerdo
al grado de irritabilidad suscitada en la población, se pasó a buscar chivos
expiatorios, consistentes en denunciar y defenestrar a alguno al que acusaban
como responsable de la totalidad de los males, pero dejando intacto el sistema;
en otros hasta hubo que cambiar la misma denominación que asumía la banda de
delincuentes. Así pues, mientras que en Rusia, país más sensibilizado por las
purgas, el partido comunista pasó a llamarse Del pueblo ruso, en China en cambio se mantuvieron las mismas
denominaciones y no hubo escrúpulo alguno en que el partido comunista pudiese
funcionar con bolsa de comercio y atesoramiento de dólares en su economía.
Claro que continuaron y continúan en ambos lados como nunca las represiones y
genocidios. En China junto a la masacre de estudiantes en la plaza de Tianmem
tenemos los cotidianos genocidios de tibetanos con la espantosa represión de
sus monjes budistas, del mismo modo que en Uigur con sus musulmanes. En Rusia
siguen en pié las matanzas en Chechenia y en la totalidad del Cáucaso musulmán.
¿Pero qué es
lo que ha sucedido en el orden externo? Al haberse derrumbado la fantasía del
comunismo ya no se pudo acudir más a la táctica del engaño, pero se ha ensayado
en cambio con éxito con la solidaria del miedo. Por supuesto ya nadie va a dar
más la vida por la ‘gloriosa Unión Soviética’, ya resulta difícil reclutar para
ello a una izquierda fanatizada y utopista, pero en cambio una nueva
militancia, esta vez no de izquierda sino de un movimiento conocido como la
‘nueva derecha’ y sostenedora de una ideología, también materialista como el
marxismo, que es la geopolítica, se ha convertido en el mundo en la defensora a
ultranza de los ‘ex estados comunistas’ de China y Rusia. Como aquí ya no puede
regir más el engaño en tanto nadie ya puede ser atrapado con alguna utopía,
entonces se acude lisa y llanamente a la táctica del miedo. Se dice que en el
mundo, luego de la caída del comunismo, se ha constituido un imperialismo omnipotente
que está en condiciones de gobernarlo absolutamente todo y se agrega que, para detenerlo
en su expansión, la única alternativa posible es que Rusia y China volviesen a
ser potencias para operar de contrapeso. Acotemos que en este caso lo que
emparenta a la ideología geopolítica de la nueva derecha con el marxismo es que
mientras que éste consideraba que son las clases sociales, a través de los Estados,
las que actúan en lugar de las personas,
determinando sus acciones, aquí en cambio se dice también que son sólo éstos,
en tanto expresión de grandes espacios geográficos, los verdaderos sujetos de
la historia. En modo tal que si apareciese algún grupo de individuos aglutinados
en función de una idea y que se formulasen actuar en contra del sistema, estos solamente
podrían hacerlo favoreciendo los intereses de alguien. Así pues, reiterando una
antigua costumbre, una red de ‘analistas internacionales’ y pensadores
geopolíticos nos brindan explicaciones respecto de tales dogmas. Días pasados
en la revista serbia Geopolítica, es
decir aquella ideología heredera del comunismo que sostiene que son los
espacios geográficos y no las personas los grandes sujetos de la historia,
efectuó un significativo reportaje al conocido operador pro-ruso Thierry
Meyssan el cual, al preguntársele respecto de lo acontecido el 11de septiembre
del 2001, manifestó textualmente:
La idea de que un fanático,
desde una cueva en Afganistán, y una veintena de individuos armados con
cortapapeles hayan podido destruir el World Trade Center y asestar un golpe al Pentágono sin que
el ejército más poderoso del mundo lograse evitarlo no es ni siquiera digna de
un comic.
En este texto está sintetizado todo. Como EEUU tiene ‘el ejército más
poderoso del mundo’ sería absurdo suponer que un grupo de personas independiente respecto de cualquier entidad
geopolítica pudiese producirles algún tipo de daño. Por lo tanto como el
hombre no existe como sujeto libre, ya que tal función es llevada a cabo por los
Estados que se dirimirían el dominio del planeta, en caso de que resolviese
insubordinarse ante tal fatalidad en realidad no estaría actuando por su
cuenta, sino que sería simplemente un agente de otro, en este caso del
imperialismo norteamericano que dicen combatir. Acotemos también que el
comunismo opinó históricamente siempre igual respecto de aquellos grupos o
sectores que, como los trotskystas, aun siendo contrarios a los EEUU no
respondiesen abiertamente a sus intereses, a los que acusaba de ‘agentes a
sueldo’ o mercenarios. Así pues, al referirse a Al Qaeda, éstas son las
manifestaciones de Meyssan:
Al-Qaeda no era más que el
nombre de una base de datos, del fichero informático donde figuraban los muyahidín árabes enviados a
luchar contra los soviéticos en Afganistán.
Una vez más queda resaltada la idea de que de que si alguien quiere
oponerse al sistema solamente puede
hacerlo bajo la protección de Rusia, es decir obedeciendo órdenes de Moscú
o de Pekín, pues de lo contrario se corre el riesgo de ser calificado como
parte de una base de datos *.
Por supuesto que Meyssan no oculta de manera alguna cómo en forma
impúdica sostiene que Rusia junto con China representa la gran disyuntiva ante
el poder norteamericano. Así pues, refiriéndose a los últimos hechos que
acontecen en Siria, manifiesta que si bien EEUU quería hacerse del poder en tal
país:
Ese plan fracasó porque la
Rusia de Vladimir Putin no es la Boris Yeltsin. Moscú y Pekín prohibieron la
intervención de la OTAN y la situación se mantiene sin resolver.
Lo cual es además de todo falso. Es público y notorio que ni EEUU ni
la OTAN han ayudado a los rebeldes sirios con arma alguna, ni que tampoco pusieron
obstáculo alguno para que Rusia armara hasta los dientes al régimen de Assad a
fin de que procediera a masacrar al pueblo sirio en tanto que con ello podía
eliminar también a varios miembros de Al Qaeda, los que, según las definiciones
de Meyssan serían agentes de la CIA. En tal caso le correspondería al analista
explicarnos por qué los EEUU asesinarían a sus propios agentes. Es obvio al
respecto que, como el miedo inculcado hacia la omnipotencia del poder
norteamericano y sionista ha sido tan grande, sería en verdad imposible que un
temeroso pudiese razonar con lógica.
Pero salgamos por último de este sembrador de temores y sigamos con el
más afinado razonamiento de la enfermera de Lenin. El comunismo es un robo, tal
ideología es la cobertura utilizada para justificarse a sí misma por parte de
una mafia de delincuentes, pero para seguir estando necesita que esta actividad
pueda ocultarse o al menos, ahora que se sabe, sea aceptada como una fatalidad
irreversible. Primero se usó la palabra ‘expropiación’, luego se dijo que del
éxito de los ladrones dependía que en el mundo se instaure la sociedad sin
clases universal en donde reina la justicia. Cuando todas estas cosas se
demostraron como falsas ahora se acude al viejo vicio del miedo tan usual en
nuestra especie y denunciado una y otra vez por Nietzsche. Norteamérica e
Israel son imperios muy poderosos y no podemos hacer nada por nuestra cuenta en
su contra: si se nos ocurriese rebelarnos y no aceptáramos someternos a Estados
poderosos como Rusia y China entonces no seríamos otra cosa que agentes de los
primeros. Miedo pues en un doble sentido. Miedo ante la omnipotencia de esta
especie de Jehová y miedo también de que al no querer someternos a la otra
banda de delincuentes se nos termine señalando como agentes del sistema.
* Aparte de que es falso lo dicho por Meyssan en el sentido de que ése
haya sido el significado originario de Al Qaeda (se usaba tal palabra en tanto
se la concebía como una base de operaciones en contra de los enemigos del
Islam) tales analistas tendrían que explicarnos cómo puede ser que haya agentes
de inteligencia, es decir personas que hacen cosas a cambio de un salario, que se
inmolen como mártires. O también que ¿si Bin Laden era un hombre de Bush cómo
puede ser que lo hayan matado? Sería interesante una explicación de ellos al
respecto salvo que quieran decirnos que la supresión de su cadáver no fue para
evitar que se lo venere como a un mártir sino para ‘borrar rastros’. En todo
caso para ello dependerá del libreto que hayan recibido de Moscú.
Marcos Ghio
10/12/12
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