¡ARRIBA ESPAÑA Y ABAJO EUROPA!
El Sr. Alcántara desde un blog del que nos ha expulsado por carecer de argumentos para defender su delirio consistente en sostener que la raza europea, a la que él pertenece, es superior a todas y, lo más grave todavía, querer comprometer en ello nada menos que a la figura de Julius Evola quien, en citas puntuales por nosotros señaladas y las que nunca pudo refutar, decía exactamente lo contrario, nos acusa de incurrir por ello en posturas ‘de corte cosmopolita, igualitarista y democratizante según las cuales a todas las razas se les asigna igualdad de potencialidad en el plano del Espíritu’ en tanto que nos negaríamos a reconocer que los únicos que tendrían propiamente un espíritu divino serían los pertenecientes a la misma etnía de Alcántara. Todo este absurdo es manifestado por él en tanto que en su momento hemos afirmado la evidencia de que hoy en día es entre razas de color y no propiamente europeas en donde se manifiestan posturas más acordes con la Tradición que él reivindica verbalmente. Estas mismas, a diferencia de la situación que hoy vive la Europa consumista y materialista que conocemos, formulan y ponen en práctica la guerra santa en contra del mundo moderno y en contra también de ese adefesio que es la Unión Europea, institución tan reivindicada por el aludido como por sus amigos, tal como veremos. Y esto es justamente lo que sucede en Irak, en Siria, en Somalia, en Malí, en Pakistán, o en Afganistán entre otros lugares en donde se combate a fuerzas invasoras integradas muy democráticamente entre otros por su propio país junto a una cincuentena de estados satélites y laderos de los EEUU. Pero agreguemos que, para convalidar su punto de vista en la aludida nota, acude a un material escrito por un estrecho colaborador suyo, el ya por todos conocido Enrique Ravello, quien aporta datos interesantes e inverosímiles a su racismo europeo. Esto acaba de aparecer en una publicación difundida por Alcántara en donde se publica una nota de Ravello titulada Evola y Romualdi, que es una copia ampliada de una conferencia por éste brindada hace unos nueve años cuando pretendió homenajearlo a Julius Evola en un nuevo aniversario de su muerte atribuyéndole, como un verdadero contrabandista, principios totalmente antitéticos respecto de los que sostuviera el maestro italiano y que fueran en su momento refutados puntualmente en un texto titulado Evola y los nacionalistas europeos que aparece como capítulo de nuestra obra En la era del paria. Este nueva nota tiene la ventaja de ampliar algunos conceptos de la anterior poniendo más en claro lo que Ravello y su adlátere Alcántara pretenden decirnos, teniendo además por vía transitiva valor sumo al poner en evidencia la situación de tremendo marasmo en la que hoy se encuentra su país.
Digamos al respecto que la cada vez más incesante crisis que vive nuestra madre patria, con ya el 30% de su población desocupada, nos hace pensar siempre más si no tenía razón Franco cuando decía que España tenía que mantenerse alejada de los demás países de Europa contaminados de protestantismo y de marxismo y permanecer en cambio firme y decidida en su catolicismo raigal, cerrada en sus fronteras para adentro y mirando en cambio a otros continentes con los cuales existían afinidades ancestrales, como el nuestro.
Claro que no es eso lo que manifiestan los grupos denominados identitarios europeos, o indoeuropeos, o más directamente sionistas europeos en tanto que, tal como veremos, concuerdan estrechamente con Israel en que se debe combatir sin más y con todas las armas al alcance al ‘terrorismo internacional’, es decir al fundamentalismo islámico. Y esto mismo está formulado en la plataforma del partido catalán antiespañol integrado por ambos.
El Sr. Ravello, que suele mencionarme y con razón, ya que nos encontramos en posturas antitéticas, opina exactamente al revés de nosotros sobre dicho tema. Él piensa muy mal de lo que fuera el gobierno de Franco criticándolo no en los errores por todos nosotros reconocidos, sino justamente en las cosas más acertadas que ha tenido. Así pues nos dice textualmente en el aludido artículo que lo que caracterizaba negativamente a su régimen era:
1. Una idea de España cerrada, cubierta de una retórica neo-imperial pero realmente extremadamente jacobina, y consecuente liberalista, igualitaria y uniformizadora, hasta tal punto que hace literalmente imposible la presencia de esta derecha radical en territorios como Cataluña, País Vasco y Galicia.
2. Un catolicismo axfisiante (sic) convertido en moral y en moralina pequeño burguesa que obsesionó a varias generaciones de españoles con el temor al “pecado” y el castigo divino hasta extremos que, de contarlos aquí, parecerían cómicos, pero que en absoluto lo son.
3. Hispanoamericanismo/Africanismo. España se reconocía en comunión con Hispanoamérica continente muy parcialmente poblado por descendientes de europeos, excepto los casos de Uruguay y Argentina y zonas concretas del resto de países. Viendo, a su vez, en África el lugar natural de expansión y alianzas de España.
4. Antieuropeísmo. Todo lo que venía de Europa, era concebido como pecado como posible alienación de la reserva espiritual de Occidente, o, incluso como racismo.
Todas estas cosas, que para Ravello serían tremendamente malas, insistimos, nos parecen realmente extraordinarias y hacen que cada vez lo queramos más a Franco. Con respecto al punto 1) consideramos que el gran valor de éste ha sido el de poner por encima de todos los intereses de las partes, en este caso las regiones, los distintos grupos sociales, etc., a la Nación como entidad suprema e integradora. Justamente ello ha estado en contraste claro con los separatismos localistas de los diferentes grupos regionales. No casualmente sea R. como A. forman parte como dirigentes o simpatizantes del grupo separatista Plataforma por Cataluña que promueve por diferentes vías la escisión de Cataluña respecto de España para integrarse como Estado confederado en la Unión Europea. Acotemos además que tal postura no es para nada antiliberal, pues el liberalismo es hoy en día también separatista de la misma manera que los aludidos identitarios.
2) Una de las cosas que más reivindicamos de Franco fue justamente esa ‘moralina’ que el mismo sostuviera por contraste y rechazo hacia la Europa del destape, coincidiendo en esto en gran medida con el fundamentalismo islámico que tiene entre sus metas principales, de la misma manera que en su momento Franco, la de volver a vestir a la mujer, la de hacerla regresar al hogar y a la crianza de los hijos y que el sexo vuelva al seno del matrimonio, como atributo esencial de la reproducción de la especie y no como obsesión patológica, tal como se vive y fomenta en estos días. Una vez más lo opuesto exacto a lo afirmado por los identitarios. Así como también resaltamos como positivo un deseo ferviente a fin de que España regrese a su catolicismo y repudie los arrebatos paganizantes (del peor paganismo) sustentados por tales grupos.
3) y 4) Lo esencial. Fue muy grande ese ideal de que España volviese a su meta imperial y buscara la cercanía con los que en su momento y no hace tantos siglos, integraran junto a ella un imperio que, al decir de Carlos V, ‘era tan grande que nunca se ponía el sol’, como contraste pleno ante la Europa caduca contra la cual Franco luchó y que finalmente no pudo evitar que invadiera su territorio como ahora. Por ello ¡qué grande fue el antieuropeísmo de Franco y qué minúsculo representa en cambio el europeismo de tales personajes nefastos de la nueva derecha! Pero lo más grave y molesto es que, en su racismo europeísta, Ravello y Alcántara repudien nuestra composición racial pues según ellos en América sólo habría muy pocos europeos, por lo que sería un continente muy poco recomendable para ellos tal como lo sería en cambio Europa repleta de arios rubios y de ojos azules. América -y los aludidos nos lo recuerdan siempre- está llena de negritos y ‘sudacas’ que al parecer influyen mucho en los descendientes europeos que allí fueron para civilizarla. Resaltemos la incongruencia de que los dos identitarios, a pesar de llenarse tanto la boca de antiliberalismo, tal como vemos, coinciden con nuestros liberales vernáculos, como Sarmiento y Alberdi, que querían saturarnos de europeos para evitar el influjo excesivo de los cholos y gauchos perezosos.
Casualmente este tema es traído nuevamente a colación cuando Ravello en ocasión de querer tomar falsamente a Julius Evola como un contraste respecto de la derecha franquista, se refiere a mi persona. Pero digamos en primer término que, contrariamente a tales conceptos errados, Evola concibió siempre a Franco y a Oliveira Salazar de Portugal como sabios gobernantes y con palabras muy parecidas a los nuestras. Según R. y A, en cambio el autor italiano sería sin más un pensador europeo. Sin embargo el primero debe reconocer en su escrito que fue un argentino, es decir una persona perteneciente a un país de raza inferior, muy cholo y no suficientemente ario y europeo, el que difundió a Evola en su propio país, aunque aclarando falsamente, como para querer corregir un poco el inconveniente, que eso aconteció ‘de su mano’. Lo cual es falso totalmente pues cuando presenté las primeras obras del italiano en España y lo conocí a Ravello en una conferencia, éste era un muchacho casi adolescente que prácticamente se informaba de tal obra a través de mi persona, y que en todo caso lo que sucedió fue que participó en su distribución algunos años más tarde. Lo insólito es que agregue, como para explicar tal hecho, que el suscripto, a pesar de ser argentino, sería de origen lombardo (ni siquiera dice italiano puesto que de la misma manera que rechaza a España también lo hace con Italia, en consonancia con sus amigos de la impúdica Lega), pero que una vez más, debido a mi condición nacional inferior, tras haber sido pretendidamente expulsado de la enseñanza por defender la dictadura militar, fui lo mismo recompensado con un salario, ‘pues tales cosas solamente pueden suceder en un país como la Argentina’, debido justamente a su condición no suficientemente indoeuropea y laboriosa, lo cual sin embargo habría permitido dedicarme en mi ocio a la traducción de las obras de Evola.
Aclarémosle al racista Ravello que no es cierto que haya defendido el gobierno militar, sino que fui un opositor del mismo, tanto de haber sido excluido de la enseñanza universitaria durante ese período. Que tampoco fui expulsado de la enseñanza media como él dice, ni se me pagó sueldo alguno por no trabajar como afirma falsamente. Que no soy hijo de lombardos por ninguna rama, sino simplemente de italianos de diferentes regiones. Que soy por lo tanto antieuropeo, del mismo modo que Evola y Franco. Que es mentira, tal como él dice, que haya dicho que el 11 M fue un hecho tradicional, sino un acto de guerra justificable plenamente en razón de la participación de su país en la entente yanqui europea que invadiera Irak produciendo casi un millón de muertos en 10 años de ocupación. Con seguridad que con Franco estas cosas no habrían sucedido. Que estoy a favor de lo que él llama en forma condenatoria el terrorismo internacional, en coincidencia con Obama y Netanyahu. No por nada la Europa que él tanto defiende ha sido servil a tales poderes. Y con respecto a sus aseveraciones, respaldándose en Romualdi y no compartidas en nada por Evola e incluso criticadas con suma dureza*, de que el europeo ‘sería el pueblo destinado a portar el logos… la raza olímpica por excelencia”, hay que ser muy ciego o muy crédulo -y estamos convencidos de que ni Ravello ni Alcántara en el fondo se la creen- como para sostener tales cosas observando la realidad actual de Europa. Nosotros no solamente no creemos que los europeos sean una raza privilegiada, sino por el contrario pensamos que en estos momentos representan lo peor de todo, del mismo modo que Rusia, Israel y Norteamérica, sus productos finales, en tanto que tanto el capitalismo, como el marxismo y el sionismo tuvieron una matriz europea originaria.
Por eso volviendo a lo primero que dijo Alcántara en el sentido de que éramos cosmopolitas porque no creíamos en la superioridad de su raza sobre todas las restantes, queremos aclararle que es todo lo contrario: no lo somos en tanto estamos convencidos de que la misma no sólo no es superior, sino que es inferior a las demás.
* Dice al respecto Evola en relación a la exaltación de lo indoeuropeo efectuada en su momento por Romualdi y actualmente por Alcántara y Ravello: En cuanto a la capacidad de conjunto de los valores ‘indoeuropeos’ ... de poder operar como una nueva solidaridad y unidad supranacional occidental, dados los tiempos actuales por los que transitamos, a diferencia de lo que dice Romualdi (y agregaríamos Alcántara y Ravello), somos sumamente escépticos: no creemos para nada que pueda visualizarse algún suelo apto de resonancia y cristalización.
Il Conciliatore, agosto 1970.
Marcos Ghio
1/05/13
Todas estas cosas, que para Ravello serían tremendamente malas, insistimos, nos parecen realmente extraordinarias y hacen que cada vez lo queramos más a Franco. Con respecto al punto 1) consideramos que el gran valor de éste ha sido el de poner por encima de todos los intereses de las partes, en este caso las regiones, los distintos grupos sociales, etc., a la Nación como entidad suprema e integradora. Justamente ello ha estado en contraste claro con los separatismos localistas de los diferentes grupos regionales. No casualmente sea R. como A. forman parte como dirigentes o simpatizantes del grupo separatista Plataforma por Cataluña que promueve por diferentes vías la escisión de Cataluña respecto de España para integrarse como Estado confederado en la Unión Europea. Acotemos además que tal postura no es para nada antiliberal, pues el liberalismo es hoy en día también separatista de la misma manera que los aludidos identitarios.
2) Una de las cosas que más reivindicamos de Franco fue justamente esa ‘moralina’ que el mismo sostuviera por contraste y rechazo hacia la Europa del destape, coincidiendo en esto en gran medida con el fundamentalismo islámico que tiene entre sus metas principales, de la misma manera que en su momento Franco, la de volver a vestir a la mujer, la de hacerla regresar al hogar y a la crianza de los hijos y que el sexo vuelva al seno del matrimonio, como atributo esencial de la reproducción de la especie y no como obsesión patológica, tal como se vive y fomenta en estos días. Una vez más lo opuesto exacto a lo afirmado por los identitarios. Así como también resaltamos como positivo un deseo ferviente a fin de que España regrese a su catolicismo y repudie los arrebatos paganizantes (del peor paganismo) sustentados por tales grupos.
3) y 4) Lo esencial. Fue muy grande ese ideal de que España volviese a su meta imperial y buscara la cercanía con los que en su momento y no hace tantos siglos, integraran junto a ella un imperio que, al decir de Carlos V, ‘era tan grande que nunca se ponía el sol’, como contraste pleno ante la Europa caduca contra la cual Franco luchó y que finalmente no pudo evitar que invadiera su territorio como ahora. Por ello ¡qué grande fue el antieuropeísmo de Franco y qué minúsculo representa en cambio el europeismo de tales personajes nefastos de la nueva derecha! Pero lo más grave y molesto es que, en su racismo europeísta, Ravello y Alcántara repudien nuestra composición racial pues según ellos en América sólo habría muy pocos europeos, por lo que sería un continente muy poco recomendable para ellos tal como lo sería en cambio Europa repleta de arios rubios y de ojos azules. América -y los aludidos nos lo recuerdan siempre- está llena de negritos y ‘sudacas’ que al parecer influyen mucho en los descendientes europeos que allí fueron para civilizarla. Resaltemos la incongruencia de que los dos identitarios, a pesar de llenarse tanto la boca de antiliberalismo, tal como vemos, coinciden con nuestros liberales vernáculos, como Sarmiento y Alberdi, que querían saturarnos de europeos para evitar el influjo excesivo de los cholos y gauchos perezosos.
Casualmente este tema es traído nuevamente a colación cuando Ravello en ocasión de querer tomar falsamente a Julius Evola como un contraste respecto de la derecha franquista, se refiere a mi persona. Pero digamos en primer término que, contrariamente a tales conceptos errados, Evola concibió siempre a Franco y a Oliveira Salazar de Portugal como sabios gobernantes y con palabras muy parecidas a los nuestras. Según R. y A, en cambio el autor italiano sería sin más un pensador europeo. Sin embargo el primero debe reconocer en su escrito que fue un argentino, es decir una persona perteneciente a un país de raza inferior, muy cholo y no suficientemente ario y europeo, el que difundió a Evola en su propio país, aunque aclarando falsamente, como para querer corregir un poco el inconveniente, que eso aconteció ‘de su mano’. Lo cual es falso totalmente pues cuando presenté las primeras obras del italiano en España y lo conocí a Ravello en una conferencia, éste era un muchacho casi adolescente que prácticamente se informaba de tal obra a través de mi persona, y que en todo caso lo que sucedió fue que participó en su distribución algunos años más tarde. Lo insólito es que agregue, como para explicar tal hecho, que el suscripto, a pesar de ser argentino, sería de origen lombardo (ni siquiera dice italiano puesto que de la misma manera que rechaza a España también lo hace con Italia, en consonancia con sus amigos de la impúdica Lega), pero que una vez más, debido a mi condición nacional inferior, tras haber sido pretendidamente expulsado de la enseñanza por defender la dictadura militar, fui lo mismo recompensado con un salario, ‘pues tales cosas solamente pueden suceder en un país como la Argentina’, debido justamente a su condición no suficientemente indoeuropea y laboriosa, lo cual sin embargo habría permitido dedicarme en mi ocio a la traducción de las obras de Evola.
Aclarémosle al racista Ravello que no es cierto que haya defendido el gobierno militar, sino que fui un opositor del mismo, tanto de haber sido excluido de la enseñanza universitaria durante ese período. Que tampoco fui expulsado de la enseñanza media como él dice, ni se me pagó sueldo alguno por no trabajar como afirma falsamente. Que no soy hijo de lombardos por ninguna rama, sino simplemente de italianos de diferentes regiones. Que soy por lo tanto antieuropeo, del mismo modo que Evola y Franco. Que es mentira, tal como él dice, que haya dicho que el 11 M fue un hecho tradicional, sino un acto de guerra justificable plenamente en razón de la participación de su país en la entente yanqui europea que invadiera Irak produciendo casi un millón de muertos en 10 años de ocupación. Con seguridad que con Franco estas cosas no habrían sucedido. Que estoy a favor de lo que él llama en forma condenatoria el terrorismo internacional, en coincidencia con Obama y Netanyahu. No por nada la Europa que él tanto defiende ha sido servil a tales poderes. Y con respecto a sus aseveraciones, respaldándose en Romualdi y no compartidas en nada por Evola e incluso criticadas con suma dureza*, de que el europeo ‘sería el pueblo destinado a portar el logos… la raza olímpica por excelencia”, hay que ser muy ciego o muy crédulo -y estamos convencidos de que ni Ravello ni Alcántara en el fondo se la creen- como para sostener tales cosas observando la realidad actual de Europa. Nosotros no solamente no creemos que los europeos sean una raza privilegiada, sino por el contrario pensamos que en estos momentos representan lo peor de todo, del mismo modo que Rusia, Israel y Norteamérica, sus productos finales, en tanto que tanto el capitalismo, como el marxismo y el sionismo tuvieron una matriz europea originaria.
Por eso volviendo a lo primero que dijo Alcántara en el sentido de que éramos cosmopolitas porque no creíamos en la superioridad de su raza sobre todas las restantes, queremos aclararle que es todo lo contrario: no lo somos en tanto estamos convencidos de que la misma no sólo no es superior, sino que es inferior a las demás.
* Dice al respecto Evola en relación a la exaltación de lo indoeuropeo efectuada en su momento por Romualdi y actualmente por Alcántara y Ravello: En cuanto a la capacidad de conjunto de los valores ‘indoeuropeos’ ... de poder operar como una nueva solidaridad y unidad supranacional occidental, dados los tiempos actuales por los que transitamos, a diferencia de lo que dice Romualdi (y agregaríamos Alcántara y Ravello), somos sumamente escépticos: no creemos para nada que pueda visualizarse algún suelo apto de resonancia y cristalización.
Il Conciliatore, agosto 1970.
Marcos Ghio
1/05/13
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