VOTAR ES IR A LA FERRETERÍA
Votar es ir a la ferretería a comprar la soga
con la que te van a ahorcar. Con este eufemismo nos referimos a aquellos que
concurren a los comicios democráticos para elegir autoridades. En estos días ha
habido elecciones primarias en mi país, la Argentina, pero no nos vamos a
detener en este hecho especial sino que consideraremos lo que, a la luz de la
doctrina tradicional, son las elecciones democráticas con sufragio universal en
cualquier parte del mundo.
El
sufragio universal es la última etapa del reemplazo de la soberanía de Dios por
la soberanía del pueblo en un proceso arrollador desencadenado hace dos siglos,
especialmente desde la Revolución Francesa, y
si bien limitado al comienzo, el proceso se ha ido ampliando desde la
concesión del voto a la mujer y a los menores de edad. En mi país se puede
votar desde los 16 años. La tendencia es pues a que se amplíe en lo sucesivo
puesto que para un democrático nunca hay la suficiente cantidad de
democracia. Democracia y sufragio
universal se desarrollan en forma pareja y complementaria y siendo la
democracia la peor forma de gobierno, el sufragio universal es también la peor
forma de elegir gobernantes.
El
liberalismo es el que ha desarrollado esta institución con su falso dogma de la
igualdad, algo totalmente distinto a la naturaleza humana. Se desconoce que
cada uno tiene su propia vocación, su predisposición, sus inclinaciones, y por
eso las sociedades tradicionales conocieron las castas, régimen que ayudaba a
que cada uno se ubicara en su propio lugar conforme a su propia naturaleza. Hoy
día una multitud indiferenciada, promiscua, de cualquier sexo, edad o condición
social, concurre el mismo día a introducir papelitos en una urna con los
nombres de quienes serán sus gobernantes. Los electos resultan ser cualquiera
que por lo general carece de las calificaciones necesarias para ejercer el
cargo, caracterizándose por su corrupción
e ignorancia. Es un tremendo contrasentido que si para cualquier tarea
se busca al que la conoce, como ser a un médico si uno se encuentra enfermo, a
un abogado para asuntos jurídicos, a un carpintero para construir un mueble,
etc., para las funciones de gobernar y legislar se elijan personas ignorantes e
incapaces, que además no se caracterizan por su honestidad y vocación de
servicio…
Nos preguntamos, cómo gente común que todos los días se dedica a sus
asuntos particulares y no les interesa lo que pasa fuera de ellos, puede elegir
a un sujeto que no conoce, por ejemplo, ni la más mínima parte de problemas
internacionales, o de macroeconomía, o de educación, y que va a tomar medidas y
legislar sobre todos los que votaron, y como decíamos al comienzo, son la soga
con la que después ahorcan. Se trata de una verdadera insensatez que ha sido
tomada como algo natural en el mundo moderno, lo que indica la creciente
irracionalidad en la cual se vive; lo natural se considera anormal, y lo anormal es lo consagrado. Si la humanidad sigue existiendo los historiadores
del futuro se preguntarán asombrados cómo se pudo llegar a esta aberración.
Sabemos que hay núcleos religiosos, políticos y culturales que comparten
las posiciones expuestas, pero las callan. Y aún peor, participan y colaboran
con la democracia y las elecciones procediendo
así como cobardes, no
atreviéndose a decir que el rey está desnudo.
Y
para que ningún malintencionado diga que propiciamos golpes de estado o
sangrientas dictaduras, digamos que condenamos todo esos procedimientos que son
los que han conducido posteriormente a la democracia liberal y marxista que
sufrimos- No ha habido golpe de estado en Hispanoamérica que no haya sido dado
sino para restablecer la democracia, la ferretería y las sogas.
San Carlos de Bariloche, 13 de agosto del
2013
Recordamos que ayer se cumplieron 207 años
del 12 de agosto de 1806, fecha en la cual se rechazó la primera invasión británica a Buenos Aires. En
esos tiempos se luchaba aunque no se votara.
JULIÁN
RAMÍREZ
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