PÉRDIDA DE LA
CAPACIDAD BÉLICA DEL
HOMBRE MODERNO
La aptitud del hombre frente
a una circunstancia límite como es la guerra tiene diversos tipos de
reacciones. Es muy distinto el comportamiento del hombre tradicional que el del
hombre moderno. Este último está dominado por las sugestiones del mundo moderno
que lo llevan a comportarse en forma material, corporal y física. Ello se
observa recorriendo las guerras que se sucedieron a lo largo de la historia en
los tiempos modernos, y así notamos que hoy día no encontraremos a nadie que
esté dispuesto a dar su vida por la constitución, por las leyes o por la
democracia.
El espíritu burgués hoy
reinante lleva al hombre moderno a considerar a la vida como el bien más
preciado. Hay que gozarla, buscar el placer corporal, consumir y pasarla bien.
Se trata de no hablar de la muerte y cuando alguien se refiere a ella se mira
hacia otro lado y se sigue en la misma senda. Ya no hay una reflexión religiosa
o existencial sobre ella y el más allá no existe.
Toda una prédica pacifista
invade el mundo. Los llamados a la paz se multiplican. Gobernantes, políticos,
intelectuales, docentes, periodistas, medios de comunicación, jefes religiosos
como el Papa, coinciden en esto: paz, paz y paz. No se les cae otra palabra de
la boca.
Pero como la realidad se
impone, las guerras son como las brujas:
no creo en ellas, pero que las hay las hay.
Frente a este panorama, ¿qué
hace nuestro buen burgués? Cuenta con las fuerzas armadas profesionales de su
país, con mercenarios bien pagos y con una descomunal tecnología bélica en todo
lo que confía puesto que él no está dispuesto a jugarse el pellejo. Para eso
están los drones y los misiles y los grupos de comandos especializados, y que
la guerra se haga en otros países, Con estas condiciones nuestro buen burgués
duerme tranquilo, goza de la vida, consume y la guerra transcurre en otro
planeta, considerándola como algo ajeno a su vida. O sea que confía totalmente
en fuerzas materiales conformes al espíritu burgués que guía sus acciones.
En oposición a este tipo
humano se alza el guerrero heroico y tradicional, que considera que hay cosas
por las cuales vale la pena vivir y morir. Que sabe que esta vida es un
tránsito a lo que es más que vida, y entonces la acción bélica adquiere una
dimensión trascendente en la cual lo espiritual se sobrepone a lo material.
Frente a este tipo de guerrero heroico nada tiene que hacer el hombre moderno.
Nietzsche decía con razón
que las guerras religiosas son las más importantes porque demuestran que los
pueblos todavía creen en causas superiores.
Hoy tenemos el privilegio de
asistir a guerras con fundamento religioso por una de las partes, mientras que
sus opositores solamente cuentan con un sustento material y tecnológico. Las
grandes masas de hombres modernos no sospechan lo que puede venir.
San Carlos de Bariloche, 29 de julio del 2014.
JULIÁN RAMÍREZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario