EN RESPUESTA A UN PRETENDIDO DEBATE MILÁ-DUGIN SOBRE EL ISLAM
Se me ha solicitado una opinión sobre un artículo escrito por Enesto Milá de pretendida crítica a Dugin sobre el Islam, pero quiero decir que en realidad los mismos están de acuerdo en lo esencial y lo dice expresamente Milá cuando pone su eje en combatir al fundamentalismo islamico al cual califica, lo mismo que Dugin, como un instrumento de los norteamericanos utilizado para destruir a regímenes que según ellos serían solidarios con Europa o con Eurasia, utilizando aquí el término más pomposo del segundo. Lo cual es verdad pues los regímenes vencidos por la primavera árabe eran funcionales a tal contexto cultural y 'geopolítico'. De eso mismo se encargó de decirlo el mismo Gaddafi quien antes de ser abatido por una revolución popular suplicó a sus mandantes que lo siguieran dejando en el poder pues sólo gobernantes como él podían garantizar que Europa no se viera invadida de inmigrantes africanos y que Israel pudiese seguir existiendo como Estado. Algo parecido y en forma más silenciosa sucedió con Mubarak en Egipto y con Ben Alí en Tunez. Y es de destacar que si bien en sus comienzos tales regímenes fueron apoyados con el transcurso del tiempo se aceptó y hasta se llegó a impulsar su derrocamiento en la medida que se pensó erradamente que, del mismo modo que en el caso de los gobiernos militares latinoamericanos, su existencia iba a terminar siendo contraproducente pues al impeir el triunfo de la democracia en tal región promovería en cambio el surgimiento de regímenes fundamentalistas hostiles al 'mundo occidental'. Pero una vez que se vio que con su caída llegaba lo peor, incluso electoralmente y en forma democrática, como el caso egipcio en donde triunfó la Hermandad Musulmana, inmediatamente se trató de remediar el problema impulsando un nuevo golpe de Estado esta vez con el gral. Al Sisi. Y en Libia, al verse que tampoco está triunfando la democracia como se creía se ha comenzado a desarrollar allí también un nuevo moviiento golpista con un ex colaborador de Gaddafi, el gral. Haidar. Y fenómenos similares los podemos ver en Siria, en Irak, en Afganistán, en África, etc. Sostener que tales movimientos son impulsados por los EEUU no resiste el menor análisis a la luz de los resultados. En los 13 años desde que el fundamentalismo iniciara la guerra en contra del mundo moderno la situación de éste, respresentado por Europa, Rusia, China y los mismos EEUU, está mucho peor que antes y esto puede verse en todos los niveles, sea militar como económico. Por eso ante estas derrotas ostensibles EEUU ha cambiado su estrategia, ya ha renunciado a implantar la democracia en el mundo islámico resignándose a aceptar la existencia de tiranías como últimos bastiones en la lucha en contra del fundamentalismo. Y esto se lo vio en el día de ayer cuando se dijo que se entrenaba en Siria a una fuerza rebelde, pero no para combatir a Assad, sino al EStado Islámico. Y no quiero seguir abundando pues los ejemplos a dar son aluvionales y los esquemas de los pseudorivales dugin y milá hacen agua por todos lados.
Pero lo que diría que es lo más interesante del artículo es que por fin y con honestidad intelectual Milá se declara como no evoliano, tal como habíamos creído hasta ahora, aunque por fin lo reconoce. Esperamos que esto también suceda con otro de sus amigos, Alcántara y el grupo de españoles que lo circunda. MIlá nos dice que Evola se equivocó en considerar al Islam como tradicional porque en realidad más que esotérico sería supersticioso, posiblemente esto también lo deba decir respecto del cristianismo. Yo quiero decir al respecto que si existe algo antitradicional en el mundo es justamente el universo que defiende Milá. Él convoca a defender Europa en contra de la islamización que califica como bestial y supersticiosa utilizando hasta el mismo léxico que los Le Pen. Sin embargo es exactamente al revés, un Estado como el Europeo que ha expulsado a Dios de su sustancia es la cosa más bestial y supersticiosa que pueda existir. Y es de lamentar que Europa, tanto en su izquierda como en su derecha más extrema como la de Le Pen, haya asumido el laicismo, es decir los ideales de la revolución francesa. Y lo grave del caso es ver que las fuerzas religiosas que allí existen, tales como el paganismo y el cristianismo acepten tales cosas en función de una lucha en contra de una pretendida islamización del continente. Desde mi punto de vista el problema principal de Europa y del mundo no pasa por el Islam sino por el laicismo, por la modernidad, por el hecho de que se haya expulsado a lo sagrado del orden social y en el mejor de los casos se lo haya reducido a un plano interior de la conciencia. Tal como se ha expresado en el apoyo multitudinario europeo a los cartonistas franceses encargados de desacralizar aun más al mundo. Nadie sostiene que Europa se tenga que hacer musulmana sino que se considera que el principal enemigo de Europa no es el Islam sino los ideales modernos impuestos por la Revolución Francesa y la presencia del Islam, aun en su forma 'supersticiosa' que tanto le molesta a Milá, puede ser una ayuda indispensable para despertar nuevamente lo sagrado presente en sus dos grandes formas religiosas, el paganismo y el cristianismo. Al respecto no está de más agregar que existe una diferencia esencial entre la religiosidad aria y la semítica. En lo ario lo humano está íntimamente asociado con lo divino, los dioses allí tienen forma humana y el Dios uno sustentado por el cristianismo es también humano en la forma del Hijo. Para el semita en cambio el abismo ontológico entre ambos es absoluto. Pero son dos formas diferentes de vivir un mismo fenómeno religioso que no afectan lo esencial, de allí que Evola sostuviera la unidad trascendente de las grandes religiones. Las religiones son múltiples y diferentes del mismo modo que los son las razas y las lenguas pero son una sola cuando se trata de hacer frente al enemigo común que es el mundo moderno para el cual existe un mundo sin Dios y sin lo sagrado. Por eso para nosotros a diferencia de Milá nuestro enemigo no es el Islam sino el mundo moderno al cual él defiende al haber asumido como él dice la causa de Europa. Nosotros a esta Europa no la queremos del mismo modo que tampoco queremos un Islam o un cristianismo o un paganismo moderno. El antagonismo sigue siendo pues como decía Evola entre modernidad y tradición, con independencia de razas, religiones o etnías. Como nunca es válido el principio evoliano de que nuestra patria es la idea y no la etnía a la que se pertenezca.
Pero lo que diría que es lo más interesante del artículo es que por fin y con honestidad intelectual Milá se declara como no evoliano, tal como habíamos creído hasta ahora, aunque por fin lo reconoce. Esperamos que esto también suceda con otro de sus amigos, Alcántara y el grupo de españoles que lo circunda. MIlá nos dice que Evola se equivocó en considerar al Islam como tradicional porque en realidad más que esotérico sería supersticioso, posiblemente esto también lo deba decir respecto del cristianismo. Yo quiero decir al respecto que si existe algo antitradicional en el mundo es justamente el universo que defiende Milá. Él convoca a defender Europa en contra de la islamización que califica como bestial y supersticiosa utilizando hasta el mismo léxico que los Le Pen. Sin embargo es exactamente al revés, un Estado como el Europeo que ha expulsado a Dios de su sustancia es la cosa más bestial y supersticiosa que pueda existir. Y es de lamentar que Europa, tanto en su izquierda como en su derecha más extrema como la de Le Pen, haya asumido el laicismo, es decir los ideales de la revolución francesa. Y lo grave del caso es ver que las fuerzas religiosas que allí existen, tales como el paganismo y el cristianismo acepten tales cosas en función de una lucha en contra de una pretendida islamización del continente. Desde mi punto de vista el problema principal de Europa y del mundo no pasa por el Islam sino por el laicismo, por la modernidad, por el hecho de que se haya expulsado a lo sagrado del orden social y en el mejor de los casos se lo haya reducido a un plano interior de la conciencia. Tal como se ha expresado en el apoyo multitudinario europeo a los cartonistas franceses encargados de desacralizar aun más al mundo. Nadie sostiene que Europa se tenga que hacer musulmana sino que se considera que el principal enemigo de Europa no es el Islam sino los ideales modernos impuestos por la Revolución Francesa y la presencia del Islam, aun en su forma 'supersticiosa' que tanto le molesta a Milá, puede ser una ayuda indispensable para despertar nuevamente lo sagrado presente en sus dos grandes formas religiosas, el paganismo y el cristianismo. Al respecto no está de más agregar que existe una diferencia esencial entre la religiosidad aria y la semítica. En lo ario lo humano está íntimamente asociado con lo divino, los dioses allí tienen forma humana y el Dios uno sustentado por el cristianismo es también humano en la forma del Hijo. Para el semita en cambio el abismo ontológico entre ambos es absoluto. Pero son dos formas diferentes de vivir un mismo fenómeno religioso que no afectan lo esencial, de allí que Evola sostuviera la unidad trascendente de las grandes religiones. Las religiones son múltiples y diferentes del mismo modo que los son las razas y las lenguas pero son una sola cuando se trata de hacer frente al enemigo común que es el mundo moderno para el cual existe un mundo sin Dios y sin lo sagrado. Por eso para nosotros a diferencia de Milá nuestro enemigo no es el Islam sino el mundo moderno al cual él defiende al haber asumido como él dice la causa de Europa. Nosotros a esta Europa no la queremos del mismo modo que tampoco queremos un Islam o un cristianismo o un paganismo moderno. El antagonismo sigue siendo pues como decía Evola entre modernidad y tradición, con independencia de razas, religiones o etnías. Como nunca es válido el principio evoliano de que nuestra patria es la idea y no la etnía a la que se pertenezca.
Marcos Ghio
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