REFLEXIONES
SOBRE EL ESTADO
ISLÁMICO
Aunque algunas veces nos
hemos referido al tema del Estado Islámico, dada la importancia y el relieve
que la cuestión reviste, no está demás volver a incursionar sobre este
acontecimiento histórico.
No estamos acostumbrados en
Occidente a ver el surgimiento de un estado fundado sobre bases religiosas.
Desde los tiempos del Sacro Imperio Romano Germánico y algunas facetas de
imperios tales como el Hispánico y el Austrohúngaro, Occidente contempló el
crecimiento y desarrollo del estado moderno fundado sobre bases laicas y
profanas, con la escisión entre el poder político y la autoridad religiosa. El
estado se fue transformando en el dispensador del bien común- sin que este
concepto fuera nunca claramente definido- en el guardián de las libertades públicas, en
el dispensador del bienestar y, en los regímenes marxistas, en el realizador
del socialismo.
Un estado totalmente
escindido de toda relación con lo
espiritual y el supramundo. Un estado que en nuestros días ha llegado a
ocuparse nada más que de lo más inferior, o sea, de la economía y las finanzas.
Este estado es el que predomina en casi
todo el mundo y de manera absoluta en Occidente.
Frente a esto y para
sorpresa e incomprensión de intelectuales, politólogos, periodistas, políticos
y público en general ha surgido y se ha manifestado el Estado Islámico, como
nacido milagrosamente de la nada. Pero el Estado Islámico no es nada nuevo. Se
trata de la reaparición del Estado Tradicional fundado sobre bases metafísicas
y religiosas, estado siempre presente en todas las doctrinas tradicionales de
todas las civilizaciones. La Tradición está siempre presente aunque los ojos no
la perciban, cuando parezca perdida puede irrumpir como en este caso. Es como
esos animalitos que cavan túneles bajo tierra, que nadie los ve, y de repente
asoman en cualquier otro lugar. ¡Milagro! dirán unos pocos, ¡horror! proferirán
muchos otros. Ni una cosa ni la otra. Solo la ignorancia y la esclavitud en que
se haya sumida la mente del hombre moderno podrán explicar esta incomprensión.
El Estado Islámico no se
trata de un estado cualquiera, es de una naturaleza totalmente contraria a la
del estado moderno y no se lo puede medir con los mismos criterios que la
modernidad aplica a todos los demás. El Estado Islámico es lo normal, siendo lo
anormal el estado moderno; la existencia de una civilización sin bases
metafísicas y religiosas, como lo es la moderna, es una total anomalía, que
tarde o temprano sumirá en el caos a toda la humanidad.
Una de las más
impresionantes pruebas de la existencia de esa fuente irradiadora de
espiritualidad y de trascendencia lo constituye el hecho de que el Estado
Islámico se ha convertido en foco de atracción para miles de combatientes de muchas
partes del mundo, para hombres y mujeres que encuentran en el Estado Islámico
algo por lo que vale la pena vivir y morir con dignidad.
Otra cosa extraordinaria es
que esos guerreros están construyendo un estado mientras libran la guerra, un
estado que debe atender a la población civil, prestar los servicios más
elementales, dispensar justicia, seguridad, educación y salud pública; y al
mismo tiempo enfrentar a todo el mundo moderno con sus grandes potencias al
frente: EE.UU., Rusia, China, Unión Europea, Israel, OTAN, Naciones Unidas y no
poca parte del mismo Islam.
Únicamente una gran fuerza
espiritual y una intervención de lo alto puede explicar esta hazaña. La lucha
será prolongada y difícil, pero los que no empuñamos las armas, ayudaremos.
San Carlos de Bariloche, 11 de
mayo del 2015.
JULIÁN RAMÍREZ
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