EL GERMEN
DE LA DECADENCIA
Hoy día frente a las calamidades del mundo moderno: delincuencia,
drogadicción, inseguridad y muchas más, se pretenden encontrar soluciones, y
esto por parte de personas honestas y bien intencionadas; no nos referimos a
aquellos que, sin decirlo expresamente, defienden a los delincuentes, promueven
la drogadicción, y exaltan y propagan a las modernas desviaciones sexuales
entre otras grandes "conquistas" de la modernidad. A estos últimos
dejémoslos de lado porque ya se encuentran en un nivel subhumano y presa de
fuerzas inferiores, embarcados en el marxismo cultural que ha hecho presa de la
humanidad.
Prestemos ahora atención a
los primeros, a las personas sinceramente preocupadas por la situación. Estas
personas no cesan de promover movimientos, protestas y reclamos de todo orden;
condenan las cosas que ocurren, se lamentan y desean que la situación cambie,
pero lo más fácil es que sus acciones y reclamos caigan en saco roto y que todo
siga empeorando. Las autoridades públicas son incapaces de resolver la
situación o no quieren hacerlo por motivaciones de orden político, o peor aún, por complicidad. Y así vemos como
transcurren los días , cada uno peor que el anterior y se llega así a un estado
de resignación y se dice " a esto no lo arregla nadie".
Ante tal cuadro de situación
profundicemos en el tema. A "esto no lo arregla nadie" es cierto,
mientras se insista en partir de planteos superficiales que no consideren el
origen de los problemas y mientras se insista en mantenerse dentro de las
pautas e ideologías de la modernidad y de la sociedad burguesa y mercantil.
La causa reside en la total
decadencia - y a esta altura derrumbe - de la sociedad moderna, y esta
decadencia y derrumbe residen en la progresiva pérdida de la hegemonía que en
las civilizaciones tradicionales tuvieron los principios y valores de una
concepción del mundo y de la vida de un orden superior, trascendente,
metafísico y religioso. Muchas personas hablan de valores, pero de qué valores
se trata. Nosotros nos referimos a los únicos que merecen ese nombre, a los
derivados de la Tradición, y ésta NO es de origen humano.
Todas las lacras que
padecemos derivan de esa pérdida de sustentación en lo superior y sagrado con
lo cual se han roto todos los vínculos. La sociedad moderna marcha a la deriva
librada a las fuerzas irracionales que la gobiernan y contra esto no valen protestas,
lloriqueos y lamentaciones y desde ya anticipamos que serán inútiles todas las
tentativas que se hagan en sentido contrario si no se fundamentan en atacar lo
más profundo del mal.
La decadencia de las
civilizaciones comienza por lo interior de las personas que la componen, como
bien lo expresaba Julius Evola, cuando su élite gobernante decae en su
superioridad espiritual y pierde su concepción sagrada del mundo y de la vida.
Lo que sigue es una consecuencia de esto: es un río que fluye hacia una catarata
y la caída definitiva es lo que debe esperarse. Viene después la influencia de
factores externos y la civilización es agredida desde lo exterior y el derrumbe
final es inevitable.
Esta es la situación en que
se encuentra Occidente, en estos momentos
cabeza de la modernidad y tomemos el ejemplo de Europa que fué la base de la
civilización occidental y cristiana. Su sostén fué el cristianismo y sus
mejores gobernantes poseían una fuerza espiritual interior que influía en toda
la sociedad. Eso ya se perdió porque el hombre posee esa terrible facultad -
como bien dice Evola - de usar de su libertad en sentido contrario a la
potencia espiritual. Ahora los europeos están preocupados por lo que consideran
un ataque exterior por parte del Islam y más de uno habla de la
"islamización" de Europa. Los comprendemos: no son musulmanes ni
quieren serlo. Pero su reacción se basa en acciones exteriores que de ningún
modo se fundamentan en una transformación interior, porque interiormente siguen
siendo partidarios del mundo moderno, de la vida burguesa, consumista,
hedonista y materialista. Han renunciado desde hace tiempo a una concepción
espiritual , sagrada, heroica y viril del mundo y de la vida. Por este camino
ya están derrotados, el germen interior de la decadencia ya se ha transformado
en una enfermedad terminal e incurable. Podrá ser a manos del Islam o de
cualquier otra coyuntura histórica pero Occidente si sigue así ya está
condenado. Lo que decimos de Europa sirve también para nosotros los íberoamericanos:
los imperios incaico, maya y azteca cayeron porque habían perdido ante de la
llegada de los españoles su espiritualidad interior, y éstos completaron la
obra derrumbándolos desde el exterior.
San Carlos de Bariloche, 4 de abril del 2016.
JULIÁN RAMÍREZ
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