EL
GOBIERNO MUNDIAL DE
LOS PARIAS
El reciente y
publicitado a escala mundial escándalo
de los "Panamá Papers" sirve para extraer conclusiones de la situación
actual en que se encuentra la putrefacción del mundo moderno.
En las sociedades
tradicionales se reconocía la existencia de las castas y las personas se
ubicaban en cada una de ellas de conformidad a su
naturaleza y de acuerdo a las distintas posibilidades humanas. Así teníamos que
la primera casta correspondía a los jefes sacrales como detentadores de la más
alta espiritualidad; la segunda era la constituida por la nobleza guerrera; la
tercera por los mercaderes, lo que hoy conocemos como burguesía, organizadores
de la vida material de la sociedad; la cuarta eran los trabajadores. Estaban
también los excluidos de las castas por ser seres ajenos a toda posibilidad
espiritual: eran los parias. Estos últimos eran la negación de los
pertenecientes a las castas que de una u otra forma participaban en el contexto
espiritual de la sociedad.
En el desarrollo histórico se
produjo lo que se llama la regresión de las castas. La hegemonía fue pasando de
una a otra casta en la medida en que descendió la espiritualidad original. De
los jefes sagrados descendió a la nobleza guerrera y de ella a la burguesía -
conocida como el Tercer Estado en la Revolución Francesa -, finalmente
asistimos a la tentativa del Cuarto Estado, la casta de los trabajadores a
través del comunismo. Esta tentativa fracasó pero no sucedió lo que muchos
esperaban - como el ideólogo Francis Fukuyama -
y que era el retorno de la burguesía a la cúspide del poder social. A
ello sucedió lo que estamos actualmente viendo: la aparición de los parias. Es
mérito de Julius Evola haber previsto hace algunas décadas atrás la aparición
de lo que denominó el Quinto Estado, el de los parias, ajenos a toda
orientación superior, atendiendo exclusivamente a sus más inferiores apetitos,
con el ansia desaforada por el dinero y la posesión sin medida de bienes
materiales. Carentes de religión, de ética y de afecto alguno por su patria y
con gran desprecio por sus semejantes. Individualistas en su máxima expresión,
lo único que les importa es seguir acumulando. Ya no son como las burguesías
originales, como eran la mercantil y la industrial que cumplían algunas
funciones sociales y mantenían ciertos vínculos con inquietudes superiores, que
podían ser religiosos, artísticos, de relativo orden social, patrióticos o
morales. Hoy día nada de eso, y su última expresión dramáticamente se expone
con los Panamá Papers y con los fondos buitres. La usura otrora combatida en
las sociedades tradicionales y por la Iglesia Católica - cuando ésta todavía
sostenía valores tradicionales - hoy se apodera del mundo e incluso es
elogiada. Lo de Panamá es apenas un botón de muestra, hay muchos otros paraísos
fiscales: Caimán, Bahamas, islas Vírgenes, islas Seychelles, Luxemburgo,
Liechtenstein, la intocable Suiza, etc..
Jefes de estado, políticos,
empresarios, intelectuales, deportistas, miembros de noblezas decorativas,
usureros, todos mezclados en los paraísos fiscales con los dineros que han
malhabido en sus países vampirizando a los pueblos para usarlos quién sabe en
queé turbias actividades.
En esta crítica no nos guía ninguna falsa moralina. La riqueza puede ser
utilizada con fines superiores como, por ejemplo, hizo Bin Laden, que utilizó
la suya al servicio de la guerra santa contra la modernidad y dejó en
testamento la que le quedaba para los mismos fines. Pero son casos
excepcionales propios de una personalidad de alto nivel espiritual. Todo lo
contrario del actual presidente de la Argentina, Mauricio Macri, que con toda
hipocresía predica la necesidad de inversiones extranjeras en nuestro país y el
pago de los usureros fondos buitres, mientras envía sus capitales propios a los
paraísos fiscales.
Este poner al descubierto los
Panamá Papers es sólo la punta de un témpano, lo que está bajo la superficie es
muchísimo más, pero es suficiente para demostrar la universalidad del fenómeno.
El poder del dinero se ha enseñoreado del mundo moderno y todo ello apunta a un
gobierno mundial que ya lo es de hecho, y si las cosas siguen así, lo será de
derecho.
Todo este proceso traspasa
largamente las fronteras nacionales que ya son inútiles para detener el
enloquecido y frenético movimiento del poder del dinero. Solamente una
globalización de signo inverso, fundada en valores de la Tradición, más allá de
las subversiones liberales y marxistas, y con una organización supranacional
podrá combatir con éxito este caos que promueven los parias.
Como dijo el dictador romano
Sila: "Prefiero el hierro al oro, porque con el hierro podré vencer a los
que poseen el oro."
San Carlos de Bariloche, 11 de abril del 2016.
JULIÁN RAMÍREZ
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