domingo, 3 de abril de 2016

RAMÍREZ: IMPORTANCIA DEL FACTOR HUMANO EN LA GUERRA

IMPORTANCIA    DEL   FACTOR   HUMANO  EN    LA     GUERRA


     Tengo a la vista el artículo de un periodista publicado por agencia RT el pasado 18-3-16 y elaborado para Reuters, titulado "¿ porqué las tropas extranjeras entrenadas por EE.UU. no tienen éxito en combate?"
     Si bien tanto Reuters como RT ( Russia Today) no son fuentes de nuestro agrado - ambas son voceros y propagandistas de lo peor del mundo moderno - no por ello podemos dejar de rescatar alguna perla.
     El articulista critica la tesis del exsecretario de Defensa de los EE.UU., Robert Gates, que sostuvo que los militares de EE.UU. son incapaces y demuestran escasa disposición en los entrenamienos de fuerzas destinadas a combatir al fundamentalismo islámico. El articulista, Lawrence Korn, sostiene, por el contrario, que la causa de la falta de éxito no estriba en el mal entrenamiento o el mal equipamiento, sino en el hecho que esas fuerzas no están  suficientemente motivadas. Agrega el articulista que " el éxito militar en el campo de batalla depende de si los hombres y las mujeres están dispuestos a luchar y morir por un gobierno en el que creen..." Y pone algunos ejemplos. En septiembre del 2015 7.000 efectivos afganos entrenados y equipados por EE.UU. fueron derrotados en Kunduz por los talibán muy inferiores en número. Lo mismo ocurrió en Irak en 2015 y hasta en Vietnam en 1975. Lo mismo se percibe en las fuerzas sirias entrenadas por EE.UU. que no solo no luchan contra el Estado Islámico sino que se unen a fuerzas fundamentalistas.
     El análisis del periodista es correcto pero incompleto, no profundiza en el tema que va mucho más allá de una simple falta de motivación causada por un gobierno en el que no se cree. La verdadera y más profunda causa está en que los yihadistas son portadores de una concepción religiosa del mundo y de la vida en tanto los mercenarios por más bien entrenados y equipados que estén no superan las ideologías del mundo moderno amén de los beneficios económicos que se les ofrecen. El horizonte es totalmente material, consumista y burgués y todo ello es insuficiente frente a los que están convencidos que esta vida es un simple tránsito hacia lo que es más que vida.
     En la actual guerra de civilizaciones se ha manifestado un particular tipo de personas: son los mártires - los "shahid" - que entregan su vida en la yihad por una causa religiosa para alcanzar así la vida eterna. Su cuerpo se transforma en un arma mucho más poderosa que las más modernas que puedan poseer sus enemigos. Todavía en la era burguesa se manifestaban ejemplos de combatientes que entregaban su vida por la patria, o por su rey o por la libertad o por el pueblo o por el honor. Incluso en el marxismo hubo quienes lo hicieron por el socialismo, pero todos ellos lo hacían en un plano naturalista sin alcanzar una instancia superior. Pero la entrega de su vida por lo que supera todo lo humano es actualmente patrimonio de los fundamentalistas islámicos. Entre los que defienden al mundo moderno nadie va a sacrificar su vida por la democracia, por la constitución, por la civilización o por los derechos humanos. Les faltan profundas convicciones, son vulgares retóricos y sus inspiradores intelectualoides de ínfima calidad humana.
     A los que aún pretenden defender a la civilización occidental, ex-cristiana, y a sus inexistentes valores les recordamos a San Bernardo de Claraval quien en su opúsculo dedicado a la Orden de los Templarios hace casi 900 años y titulado "Alabanza de la nueva milicia" decía: "La muerte de los santos será siempre preciosa delante de Dios; mas la que ocurre en la guerra es tanto más preciosa cuanto mayor es la gloria que la acompaña...el nuevo género de milicia no conocido en los siglos pasados, en el cual se dan a un mismo tiempo dos combates con un valor invencible: contra la carne y la sangre y contra los espíritus de malicia...no es maravilloso ni raro resistir generosamente a un enemigo corporal con las solas fuerzas del cuerpo...tampoco es cosa muy extraordinaria, aunque sea loable, hacer guerra a los vicios o a los demonios con la virtud del espíritu. Mas ¿quién no se pasmará por una cosa tan admirable y tan poco usada como ver a uno y otro hombre poderosamente armado de estas dos suertes de armas?...no teme ni a los demonios ni a los hombres...no teme la muerte puesto que desea morir..."
     San Bernardo nos plantea la misma cuestión que la doctrina islámica de la gran guerra santa y la pequeña guerra santa. Se trata de la misma idea tradicional vista desde dos religiones diferentes. Es una feliz coincidencia en la unidad trascendente de las religiones.

     El moderno católico ha olvidado todo esto. Tal vez algunos sepan reaccionar y recuperar ese catolicismo heroico, viril y guerrero.   

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