miércoles, 17 de agosto de 2016

RAMÍREZ: INFLUENCIA DE LAS PALABRAS EN EL HOMBRE MODERNO

INFLUENCIA  DE  LAS  PALABRAS  EN  EL  HOMBRE  MODERNO


     Vivimos en el mundo de las palabras. Desbordan por todas partes, estamos muy lejos de aquellos romanos y espartanos tradicionales de pocas palabras y de austeridad verbal. A medida que se ha ido desarrollando la modernidad las palabras han ocupado cada vez más espacio, y la era burguesa se ha caracterizado por ello. La Grecia de los oradores nos indica ya uno de los síntomas de la decadencia, pero con el triunfo del tercer estado con la Revolución Francesa la retórica no cesó de avanzar y sirvió para el desarrollo de todas las ideologías subversivas. La usaron y las usan los demagogos para adular y sublevar a las masas ya desconectados de toda influencia superior; sirven a los intelectualoides para difundir cualquier novedad aberrante; a los periodistas para charlar todo el día sobre las cuestiones más banales y superficiales; a los docentes para mal educar y a los abogados para defender las peores causas. Todos conocemos algunos conferencistas que después de largas peroratas nos preguntamos ¿qué dijo?
     El uso excesivo de la palabra es propio de la naturaleza femenina que constantemente busca dar explicaciones, disimular intenciones y actuar con sutileza, pero en la sociedad actual, ya muy femenizada, es propio también de los últimos hombres crepusculares. Los medios de comunicación han llevado la palabra escrita hasta límites inimaginables y constantemente derraman cataratas de palabras cada vez más vacías. Todo ello unido al bombardeo de imágines y a la cacofonía que los modernos llaman música, han llevado a despojar al hombre de todo lo que significa pensamiento, reflexión, introspección, mirada interior, silencio y soledad. Las sugestiones del mundo exterior sofocan las voces del interior. Todo es apuro y frenesí. Los modernos se quejan de que no les alcanza el tiempo y corren atrás del consumismo y de ilusorios escapismos y evasionismos para tratar de enfrentar la realidad que los llena de angustias.
     Qué lejos estamos de aquello que dijo Gracián: "Lo bueno, si breve, dos veces bueno." Así vemos como textos breves, para bien o para mal, han tenido gran influencia en diversas civilizaciones, tales como: el Tao-te-king,  el Baghavad Gîta, los Evangelios, el Corán, el Contrato Social, el Manifiesto Comunista y otros. No se necesitan muchas palabras para expresar ideas claras, sean verdaderas o falsas. Del gran maestro de la Tradición,  Julius Evola, podemos citar textos breves que sin duda alguna marcarán alguna tendencia en el pensamiento universal, tales como: Los Hombres y las Ruinas, Orientaciones, Imperialismo Pagano y sus monografías en "La Magia como Ciencia del Espíritu". Santo Tomás de Aquino también dijo: "Temo al hombre de un solo libro", y la misma Iglesia Católica ha producido una encíclica del Papa Pío IX cuyo breve apéndice, el Syllabus, resume un excelente catálogo de los errores de la modernidad,  totalmente olvidado por la Iglesia moderna y conciliadora con  la subversión actual.
     La actitud del hombre Tradicional debe ser la totalmente opuesta a la del mundo del palabrerío. Lo opuesto a la cháchara insubstancial debe ser la acción heroica. Frente a ella se aventa toda falsa retórica y cesa todo engaño. Daremos dos ejemplos de la superioridad de la acción aunque no se ajusten precisamente a héroes.  Se cuenta, y si no es verdad está bien puesto, que los obispos cristianos ortodoxos discutían en Constantinopla, en 1453, acerca del sexo de los ángeles mientras la ciudad caía en manos de los turcos. En 1917 los ministros del gobierno provisional ruso de Kerenski discutían sobre las medidas a tomar, cuando se abrió la puerta entró la Guardia Roja y los detuvo.
     De ninggún modo propugnamos una acción irreflexible e irresponsable, sino una acción medida dentro de las propias limitaciones, y de la cual no esperamos ningún beneficio material y como dice el Baghavad Gîta: si vences ganarás la tierra, si pierdes ganarás el cielo, de todas maneras triunfarás.
     Un ejemplo actual de acción triunfante sobre las palabras inútiles nos la da el fundamentalismo islámico. En un mundo dominado por los discursos, el parlamentarismo, las asambleas, la búsqueda del consenso, la demagogia, la hipocresía,  los debates, las discusiones, la mentira, el engaño, las convenciones y los congresos, emerge una acción tradicional, clara y positiva que hace tambalear todo eso, así como Alejandro Magno resolvió la cuestión del nudo gordiano cortándolo con la espada. El filósofo Michelstaertedt dijo: "Hay dos clases de hombres: los convencidos y los retóricos". Nosotros hemos elegido, nos asignamos a los primeros.

San Carlos de Bariloche, 
25 de julio del 2016. 

JULIÁN  RAMÍREZ      

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