PRECISIONES DOCTRINARIAS
Estimados coforistas. En tanto ha sido pedida mi opinión sobre un conjunto de temas esenciales en un momento en que no me encontraba operando con mi Pc, aprovecho ahora para contestar los que recuerdo, en forma sintética en esta única nota.
1) Los crímenes rituales de los judíos
Este tema resulta muy significativo pues ha sido una problemática recurrente en el pasado en donde se demonizaba a los judíos como una especie maléfica que intentaba por todos los medios de eliminar por venganza a la humanidad aria. Así pues se los acusó de envenar las fuentes en las grandes epidemias de fiebre bubónica que invadieron Europa en siglos pasados causando la muerte de al menos un tercio de su población y luego de que esta epidemia logró ser controlada se pasó a acusarlos de efectuar ceremonias secretas con crímnes rituales especialmente de niños cristianos a los que se desangraba, se hacía disecar su sangre y se la mezclaba con un cierto pan que era consumido en una ceremonia propiciatoria. Esto generó hasta el mismo siglo XIX la sustanciación de juicios condenatorios contra algunos judíos, seguidos en algunos casos de condenas a muerte, lo que produjo un fuerte debate por el que mientras que los defensores de los derechos humanos decían que eran todas mentiras para buscar chivos expiatorios inculpando a los judíos como causantes de los males del mundo, otros en cambio acudían a pruebas precisas que expresaban que tales hechos habían existido realmente. Este debate a mi entender ha quedado finalmente resuelto a partir de una obra sustancial escrita por el hijo del rabino Toaff (que fuera el rabino principal de la colectividad judía romana hasta no hace mucho tiempo) quien es al mismo tiempo titular de historia en la universidad judía de Haifa. En dicha obra que está en italiano y una copia de la cual tengo en mi poder, Toaff reconoce la existencia de tales hechos y al mismo tiempo otorga licitud a los tribunales eclesiásticos que los juzgaron. Llega incluso a decir que fueron excesivamente benévolos en sus apreciaciones habiendo absuelto en algunos casos a personas de notoria culpabilidad. Pero lo interesante es que agrega que tales costumbres no fueron propias de la colectividad judía italiana de origen sefaradita, sino de una secta judía de origen centroeuropeo y ashkenazi emigrada en Italia la que acudía a tales prácticas, las que, de acuerdo a su punto de vista, contradecían notoriamente lo sustancial de la propia religión. Tal secta era en el fondo funcional respecto del antisemitismo en especial de aquel que tiene orígenes gnósticos (Marción y Valentiniano en la antigüedad y Streicher, Serrano y Moyano entre otros en nuestros tiempos). Los mismos dividen a la humanidad en dos grupos antitéticos creados por divinidades distintas las que se disputarían por igual el dominio del planeta y respecto de las cuales no hay una moral común ya que se trata de especies diferentes. Así como, desde el punto de vista de un gnosticismo ario el judío puede ser exterminado como una plaga ya que resulta equiparado a la condición de un parásito, del mismo modo esta secta judía opina exactamente igual del goim respecto del cual hay pasajes concretos del Talmud que inducen a tales prácticas destructivas que admiten diferentes procedimientos, uno de ellos. justamente el de la magia negra, que fue lo utilizado en los crímenes rituales aquí aludidos. En este caso englutir la sangre de un niño cristiano implica un acto mágico de posesión y doblegamiento que por supuesto no tiene absolutamente nada que ver con la ceremonia de la comunión critiana asumida e impetrada en la última cena de Jesús. En este caso el cuerpo de Cristo no es el de un hombre carnal, sino el símbolo de Dios que al encarnarse penetra en el hombre a través de una ceremonia transformadora de su naturaleza y la sangre, que no es deglutida por los fieles sino por el sacerdote, a diferencia de lo acontece con la aludida ceremonia de magia negra aquí mentada, se trata de la energía espiritual de Dios que se proyecta en el encargado de impartir sus ritos.
2) Acerca del gnosticismo
Este tema nos conduce de lleno al gnosticismo una corriente filosófico-religiosa que existiera en el mundo oriental primero y que se expandiera hacia el occidente en manera simultánea con el cristianismo utilizando en algunos casos a la filosofía griega en la que había influido. El gnosticismo, que incluso como aquí se dice llegó a infiltrar ciertos círculos cristianos, representa una concepción metafísica notoriamente contrastante con la cristiana. Su punto partida puede hallarse en el orfismo en el mito de Zagreus que afirma sintéticamente lo siguiente. Zagreus o Dionisio era el hijo de Zeus predilecto que gozaba de la totalidad de sus dones y al que la especie impura de los titanes, que eran algo así como hombres gigantescos, lo devoran por envidia. Anoticiado de ello, Zeus en venganzalos destruye con un rayo pero, en tanto desea recuerpar a Dionisio que fuera devorado por los titanes, de sus cenizas crea a la especie humana la que está compuesta así de dos principios: uno puro proveniente de Dionisio, y otro impuro de los titanes. Esta postura pasará luego a la filosofía griega en especial en la vertiente helenista postplatónica la que asimilará lo titánico al cuerpo, es decir el elemento material que posee el hombre y lo dionisíaco al alma por lo cual el ser humano quedará así reducido a dos principios antitéticos entre sí. Ciertas herejías cristianas, como el caso de los Albigenses tomarán esta misma dicotomía que aproximará así el cristianismo al gnosticismo y se asociará así a aquellas corrientes que desprecian al cuerpo y endiosan en cambio al alma. Tenemos al respecto el caso famoso de Orígenes en rechazo por la sexualidad emanada del cuerpo llegó a amputarse el miembro viril.
Para el cristianismo en cambio el mal no tiene entidad ontológica por lo cual de ninguna manera la materia es mala y es por lo tanto, a diferencia del gnosticismo,también la reputa como creada por Dios quien no crea el mundo desde una materia mala preexistente, como el famoso demiurgo de Platón, siendo así un modelador de la misma a partir de las ideas, sino desde la nada, es decir que, junto al alma, también crea la materia y el cuerpo mortal. No hay por lo tanto dos dioses ya que Dios es sinónimo de absoluta perfección y un ser prefecto no puede admitir la imperfección de un competidor equivalente a su misma potencia. Por otro lado aquí se encuentra también el origen de la democracia moderna pues si no existe un poder absoluto y único, éste se encuentra repartido entre la partes según diferentes grados de equivalencia. El mal es siempre un bien inferior, una mala elección pero no puede ser nunca absoluto pues carece de entidad ontológica, es propiamente el pecado que consiste, a diferencia de la hybris griega, en la elección de un bien menor. El hombre que elige una vida apegada a lo corpóreo y material no elige un mal sino que elige mal pues lo hace con un bien de categoría inferior, ya que el cuerpo y la materia son bienes, como el sexo mismo o la comida, que cumplen funciones idóneas si son gobernadas oportunamente por la dimensión espiritual.
3) Eros y ágape
También se ha tratado este tema y del cual quiero decir dos palabras. En los dos casos se trata del término amor usado en el griego pero para denotar a dos tipos diferentes del mismo, lo cual ya no existe más en nuestra lengua que usa una misma palabra para referirse a dos cosas distintas-. El primero es un amor ascendente que constata el valor de un objeto para elevarse a él, es por lo tanto un deseo motivado por el carácter especial que tiene la cosa y que se va elevando por grados, como en el Banquete de Platón, desde lo que es más bajo hacia lo más alto, desde los cuerpos bellos hasta la belleza en sí, partiendo así de la premisa órfica de que porque en el alma existe lo divino ésta se siente atraída por lo que es de su misma naturaleza en tanto que lo semejante conoce y trata de unirse a lo semejante. El amor sólo puede ser propio de un ser carente pues cesa en el momento en que se posee la cosa que se desea, por lo tanto para la concepción griega Dios nunca puede amar pues es lo perfecto en sí mismo, ya que el amor es sólo un sentimiento propio de un ser carenciado.
Lo opuesto exacto es el ágape que es lo propio del amor cristiano. Se trata de un amor descendente que baja de Dios al hombre en tanto que se considera aquí que un ser perfecto no puede tener la imperfección de carecer de algo, en este caso el amor. Pero al ser el atributo de un ser perfecto es diferentes del que posee el ser humano que es imperfecto. A difreencia del amor humano, el amor divino es superabundante no cesa con la posesión de un objeto sino que se expande ilimitadamente. Por eso es que Dios creó el mundo sin tener necesidad de él pues su amor, a diferencia del eros humano, es inmotivado: ama no por la perfección que constata en un objeto sino porque el amor es su esencia propia. Y no ama al hombre por alguna cualidad que éste posea ya que el abismo entre ambas realidades es absoluto (Dios no necesita del hombre como éste en cambio necesita de Dios). Al no constatar un valor en la cosa, crea en cambio el valor de la misma. Convierte al pecador en justo, al revés de lo que sucede en cambio en la metafísica griega en la que Dios se une con el hombre en tanto que ambos participarían de un mismo principio. Se recrea aquí un viejo debate de la escolástica medieval entre voluntaristas y racionalistas, entre Duns Scoto y Santo Tomás. Dios, decía Duns Scoto, no quiere una cosa porque es justa, sino que porque la quiere ésta se convierte en justa. Si la acción humana fuese un factor determinante en la elección divina sucedería que Dios estaría limitado por la obra del hombre y se convertiría en un ente pasivo que por lo tanto no ama ni crea, sino que simplemente como un juez constata (y esto se asmila también al legalismo judío farisaico) dedicándose a premiar o a castigar de acuerdo a leyes preexistentes o, como un acomodador de plateas en el cielo, que ubica las almas de acuerdo a lo que cada uno haya hecho. Y esto se lo ve en los mismos evangelios. Dios no elige entre sus discípulos a los sabios de su tiempo, sino a pescadores casi analfabetos, a personas pecadoras como Magdalena, a Pablo o Saulo un perseguidor aleve del cristianismo y ello lo hace no a causa de su pecado sino a pesar del mismo mostrando de esta manera con sus elecciones el carácter paradojal que tiene el cristianismo, la religión de un Dios que en tanto es tal está por encima de la misma razón humana, no es Dionisio recuperado sino que es el ser trascendente que se manifiesta al hombre para transformarlo y concluyendo en él con los planes de amor, comprendido como ágape, por lo que ha hecho el cosmos.
(Esta nota es el producto de un debate sostenido en el foro Fuerzas Combativas contra el mundo moderno de Facebook)
1) Los crímenes rituales de los judíos
Este tema resulta muy significativo pues ha sido una problemática recurrente en el pasado en donde se demonizaba a los judíos como una especie maléfica que intentaba por todos los medios de eliminar por venganza a la humanidad aria. Así pues se los acusó de envenar las fuentes en las grandes epidemias de fiebre bubónica que invadieron Europa en siglos pasados causando la muerte de al menos un tercio de su población y luego de que esta epidemia logró ser controlada se pasó a acusarlos de efectuar ceremonias secretas con crímnes rituales especialmente de niños cristianos a los que se desangraba, se hacía disecar su sangre y se la mezclaba con un cierto pan que era consumido en una ceremonia propiciatoria. Esto generó hasta el mismo siglo XIX la sustanciación de juicios condenatorios contra algunos judíos, seguidos en algunos casos de condenas a muerte, lo que produjo un fuerte debate por el que mientras que los defensores de los derechos humanos decían que eran todas mentiras para buscar chivos expiatorios inculpando a los judíos como causantes de los males del mundo, otros en cambio acudían a pruebas precisas que expresaban que tales hechos habían existido realmente. Este debate a mi entender ha quedado finalmente resuelto a partir de una obra sustancial escrita por el hijo del rabino Toaff (que fuera el rabino principal de la colectividad judía romana hasta no hace mucho tiempo) quien es al mismo tiempo titular de historia en la universidad judía de Haifa. En dicha obra que está en italiano y una copia de la cual tengo en mi poder, Toaff reconoce la existencia de tales hechos y al mismo tiempo otorga licitud a los tribunales eclesiásticos que los juzgaron. Llega incluso a decir que fueron excesivamente benévolos en sus apreciaciones habiendo absuelto en algunos casos a personas de notoria culpabilidad. Pero lo interesante es que agrega que tales costumbres no fueron propias de la colectividad judía italiana de origen sefaradita, sino de una secta judía de origen centroeuropeo y ashkenazi emigrada en Italia la que acudía a tales prácticas, las que, de acuerdo a su punto de vista, contradecían notoriamente lo sustancial de la propia religión. Tal secta era en el fondo funcional respecto del antisemitismo en especial de aquel que tiene orígenes gnósticos (Marción y Valentiniano en la antigüedad y Streicher, Serrano y Moyano entre otros en nuestros tiempos). Los mismos dividen a la humanidad en dos grupos antitéticos creados por divinidades distintas las que se disputarían por igual el dominio del planeta y respecto de las cuales no hay una moral común ya que se trata de especies diferentes. Así como, desde el punto de vista de un gnosticismo ario el judío puede ser exterminado como una plaga ya que resulta equiparado a la condición de un parásito, del mismo modo esta secta judía opina exactamente igual del goim respecto del cual hay pasajes concretos del Talmud que inducen a tales prácticas destructivas que admiten diferentes procedimientos, uno de ellos. justamente el de la magia negra, que fue lo utilizado en los crímenes rituales aquí aludidos. En este caso englutir la sangre de un niño cristiano implica un acto mágico de posesión y doblegamiento que por supuesto no tiene absolutamente nada que ver con la ceremonia de la comunión critiana asumida e impetrada en la última cena de Jesús. En este caso el cuerpo de Cristo no es el de un hombre carnal, sino el símbolo de Dios que al encarnarse penetra en el hombre a través de una ceremonia transformadora de su naturaleza y la sangre, que no es deglutida por los fieles sino por el sacerdote, a diferencia de lo acontece con la aludida ceremonia de magia negra aquí mentada, se trata de la energía espiritual de Dios que se proyecta en el encargado de impartir sus ritos.
2) Acerca del gnosticismo
Este tema nos conduce de lleno al gnosticismo una corriente filosófico-religiosa que existiera en el mundo oriental primero y que se expandiera hacia el occidente en manera simultánea con el cristianismo utilizando en algunos casos a la filosofía griega en la que había influido. El gnosticismo, que incluso como aquí se dice llegó a infiltrar ciertos círculos cristianos, representa una concepción metafísica notoriamente contrastante con la cristiana. Su punto partida puede hallarse en el orfismo en el mito de Zagreus que afirma sintéticamente lo siguiente. Zagreus o Dionisio era el hijo de Zeus predilecto que gozaba de la totalidad de sus dones y al que la especie impura de los titanes, que eran algo así como hombres gigantescos, lo devoran por envidia. Anoticiado de ello, Zeus en venganzalos destruye con un rayo pero, en tanto desea recuerpar a Dionisio que fuera devorado por los titanes, de sus cenizas crea a la especie humana la que está compuesta así de dos principios: uno puro proveniente de Dionisio, y otro impuro de los titanes. Esta postura pasará luego a la filosofía griega en especial en la vertiente helenista postplatónica la que asimilará lo titánico al cuerpo, es decir el elemento material que posee el hombre y lo dionisíaco al alma por lo cual el ser humano quedará así reducido a dos principios antitéticos entre sí. Ciertas herejías cristianas, como el caso de los Albigenses tomarán esta misma dicotomía que aproximará así el cristianismo al gnosticismo y se asociará así a aquellas corrientes que desprecian al cuerpo y endiosan en cambio al alma. Tenemos al respecto el caso famoso de Orígenes en rechazo por la sexualidad emanada del cuerpo llegó a amputarse el miembro viril.
Para el cristianismo en cambio el mal no tiene entidad ontológica por lo cual de ninguna manera la materia es mala y es por lo tanto, a diferencia del gnosticismo,también la reputa como creada por Dios quien no crea el mundo desde una materia mala preexistente, como el famoso demiurgo de Platón, siendo así un modelador de la misma a partir de las ideas, sino desde la nada, es decir que, junto al alma, también crea la materia y el cuerpo mortal. No hay por lo tanto dos dioses ya que Dios es sinónimo de absoluta perfección y un ser prefecto no puede admitir la imperfección de un competidor equivalente a su misma potencia. Por otro lado aquí se encuentra también el origen de la democracia moderna pues si no existe un poder absoluto y único, éste se encuentra repartido entre la partes según diferentes grados de equivalencia. El mal es siempre un bien inferior, una mala elección pero no puede ser nunca absoluto pues carece de entidad ontológica, es propiamente el pecado que consiste, a diferencia de la hybris griega, en la elección de un bien menor. El hombre que elige una vida apegada a lo corpóreo y material no elige un mal sino que elige mal pues lo hace con un bien de categoría inferior, ya que el cuerpo y la materia son bienes, como el sexo mismo o la comida, que cumplen funciones idóneas si son gobernadas oportunamente por la dimensión espiritual.
3) Eros y ágape
También se ha tratado este tema y del cual quiero decir dos palabras. En los dos casos se trata del término amor usado en el griego pero para denotar a dos tipos diferentes del mismo, lo cual ya no existe más en nuestra lengua que usa una misma palabra para referirse a dos cosas distintas-. El primero es un amor ascendente que constata el valor de un objeto para elevarse a él, es por lo tanto un deseo motivado por el carácter especial que tiene la cosa y que se va elevando por grados, como en el Banquete de Platón, desde lo que es más bajo hacia lo más alto, desde los cuerpos bellos hasta la belleza en sí, partiendo así de la premisa órfica de que porque en el alma existe lo divino ésta se siente atraída por lo que es de su misma naturaleza en tanto que lo semejante conoce y trata de unirse a lo semejante. El amor sólo puede ser propio de un ser carente pues cesa en el momento en que se posee la cosa que se desea, por lo tanto para la concepción griega Dios nunca puede amar pues es lo perfecto en sí mismo, ya que el amor es sólo un sentimiento propio de un ser carenciado.
Lo opuesto exacto es el ágape que es lo propio del amor cristiano. Se trata de un amor descendente que baja de Dios al hombre en tanto que se considera aquí que un ser perfecto no puede tener la imperfección de carecer de algo, en este caso el amor. Pero al ser el atributo de un ser perfecto es diferentes del que posee el ser humano que es imperfecto. A difreencia del amor humano, el amor divino es superabundante no cesa con la posesión de un objeto sino que se expande ilimitadamente. Por eso es que Dios creó el mundo sin tener necesidad de él pues su amor, a diferencia del eros humano, es inmotivado: ama no por la perfección que constata en un objeto sino porque el amor es su esencia propia. Y no ama al hombre por alguna cualidad que éste posea ya que el abismo entre ambas realidades es absoluto (Dios no necesita del hombre como éste en cambio necesita de Dios). Al no constatar un valor en la cosa, crea en cambio el valor de la misma. Convierte al pecador en justo, al revés de lo que sucede en cambio en la metafísica griega en la que Dios se une con el hombre en tanto que ambos participarían de un mismo principio. Se recrea aquí un viejo debate de la escolástica medieval entre voluntaristas y racionalistas, entre Duns Scoto y Santo Tomás. Dios, decía Duns Scoto, no quiere una cosa porque es justa, sino que porque la quiere ésta se convierte en justa. Si la acción humana fuese un factor determinante en la elección divina sucedería que Dios estaría limitado por la obra del hombre y se convertiría en un ente pasivo que por lo tanto no ama ni crea, sino que simplemente como un juez constata (y esto se asmila también al legalismo judío farisaico) dedicándose a premiar o a castigar de acuerdo a leyes preexistentes o, como un acomodador de plateas en el cielo, que ubica las almas de acuerdo a lo que cada uno haya hecho. Y esto se lo ve en los mismos evangelios. Dios no elige entre sus discípulos a los sabios de su tiempo, sino a pescadores casi analfabetos, a personas pecadoras como Magdalena, a Pablo o Saulo un perseguidor aleve del cristianismo y ello lo hace no a causa de su pecado sino a pesar del mismo mostrando de esta manera con sus elecciones el carácter paradojal que tiene el cristianismo, la religión de un Dios que en tanto es tal está por encima de la misma razón humana, no es Dionisio recuperado sino que es el ser trascendente que se manifiesta al hombre para transformarlo y concluyendo en él con los planes de amor, comprendido como ágape, por lo que ha hecho el cosmos.
(Esta nota es el producto de un debate sostenido en el foro Fuerzas Combativas contra el mundo moderno de Facebook)
No hay comentarios:
Publicar un comentario