ACERCA DE HEIDEGGER, FARRERONS Y ALCÁNTARA
TERCERA PARTE
Recién el amigo Carpetini me acaba de enviar partes del debate en el que, en un foro nazi dirigido por Carante, un ex miembro del grupo que fuera oportunamente expulsado difunde en forma maliciosa un texto en donde el nazi bolchevique Farrerons nos critica de manera en nada amistosa como es su costumbre. Y agrega sarcásticamente que al no haberlo oportunamente refutado es porque fuimos derrotados por su dialéctica. Acotemos al respecto que prescindiendo de su lenguaje de guardián de Auschwitz, el cual no deja de resultarnos cómico por lo inofensivo en estos tiempos, Farrerons es un nazi valioso para nosotros pues, a diferencia de Alcántara y Resurrección, no pretende efectuar una reductio ad Hitlerum de Evola, sino que pone bien en claro sus diferencias esenciales con tal ideología moderna, tarea que ya fuera realizada a su manera por un tal San Trece que incluso llegó a publicar una nota en Wikipedia la que, al resaltar las diferencias esenciales entre Evola y el nazismo, pudimos utilizar como prueba en un juicio que nos iniciara el embajador de Israel. Por lo demás respecto de sus alusiones a Heidegger en donde nos dice que lo desconocemos en su obra Ser y Tiempo, le diremos que fuimos obligados a leerla en al menos 4 materias de cuando éramos estudiantes de Filosofía y que seguimos reputándola un verdadero ladrillo sin valor filosófico y menos aun metafísico ya que el aludido deforma lo esencial de tal disciplina, que es el estudio de lo que está más allá de lo físico, tal como su mismo nombre nos indica, y por lo tanto de lo espacial y temporal, cosa que en cambio él niega, pues desde el mismo título de su obra se vincula al ser con el tiempo y no con lo que es más que éste que es la eternidad. Todo lo demás lo rescatamos y ojalá que el nazismo tuviera a muchos más Farrerons y muchos menos Alcántaras.
Agruegemos también que se ofuzca cuando vinculamos a Heidegger con Marx, pero en el fondo son lo mismo cuando ambos aceptan que reconocer la existencia de la dimensión de lo trascendente, es decir lo auténticamente metafísico, sea incurrir en religión. Religión y metafísica son diferentes tan sólo en la manera como acceden a un mismo objeto, la realidad trascendente, una por la intuición intelectual y otra por la fe, pero no porque tengan contenidos diferentes. Eso de Heidegger de reputar a la religión como un opio o desvío o paralogismo es en el fondo lo mismo de Marx.
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