CORONAVIRUS Y CONSPIRANOICOS
Por lo general hemos estado en contra sea de este gobierno como del anterior al reputarlos como formando parte de un sistema perverso, pero ante esta situación de emergencia no podemos menos que estar de acuerdo con la actitud tomada por el presidente Fernández de decretar una absoluta y total cuarentena de la población. Esto significa aprender de la experiencia de otros países que, por no haberlo hecho a tiempo, atraviesan circunstancias dramáticas y hasta desesperantes con multitudes de contagiados, hospitales colapsados y a punto de tener que elegir a quien salvarle la vida.
Sin embargo, a pesar de todas las evidencias demostradas hasta el hartazgo hemos tenido que toparnos con personas, muchas de ellas incluso con afinidades doctrinarias, que insisten en decirnos que todo se trata de un montaje bien pergeñado efectuado por una élite a la que actualmente se la identifica hasta con nombre y apellido que habría hecho todo esto para dominar el mundo, cuando no para aprovechar del miedo generado y quedarse con todas las riquezas. Estos delirantes oscilan entre dos posturas. 1) La de aquellos que dicen que esto realmente sucede pero fue planificado a propósito y 2) los otros que llegan a decir en forma aun más extrema que sería todo un invento para asustarnos y tenernos controlados. Al respecto han llegado hasta a decir que las imágenes propaladas de los 70 camiones que transportaban cadáveres en Bérgamo, eran falsas porque en realidad iban vacíos porque los muertos serían muy pocos y menos que los de la gripe estacional. Esta actitud, a todas luces irresponsable pues ayuda al despliegue de la pandemia, ha recibido una serie de fundamentaciones doctrinarias de autores respecto de los cuales nos ocuparemos oportunamente. Uno de ellos un argentino peronista, Carlos Di Sandro, quien ha sido el maestro de la paranoia conspirativa cuando se ocupó de política, habiendo dejado una serie de discípulos que hoy siguen repitiendo su mismo estilo. Y otro es en la actualidad el ruso Dugin, ideólogo del tirano Putin, quien en sintonía con los chinos acusa a los EEUU y a lo que él llama a la globalización de ser los responsables de esta situación. Nos ocuparemos de todos ellos.
Sin embargo, a pesar de todas las evidencias demostradas hasta el hartazgo hemos tenido que toparnos con personas, muchas de ellas incluso con afinidades doctrinarias, que insisten en decirnos que todo se trata de un montaje bien pergeñado efectuado por una élite a la que actualmente se la identifica hasta con nombre y apellido que habría hecho todo esto para dominar el mundo, cuando no para aprovechar del miedo generado y quedarse con todas las riquezas. Estos delirantes oscilan entre dos posturas. 1) La de aquellos que dicen que esto realmente sucede pero fue planificado a propósito y 2) los otros que llegan a decir en forma aun más extrema que sería todo un invento para asustarnos y tenernos controlados. Al respecto han llegado hasta a decir que las imágenes propaladas de los 70 camiones que transportaban cadáveres en Bérgamo, eran falsas porque en realidad iban vacíos porque los muertos serían muy pocos y menos que los de la gripe estacional. Esta actitud, a todas luces irresponsable pues ayuda al despliegue de la pandemia, ha recibido una serie de fundamentaciones doctrinarias de autores respecto de los cuales nos ocuparemos oportunamente. Uno de ellos un argentino peronista, Carlos Di Sandro, quien ha sido el maestro de la paranoia conspirativa cuando se ocupó de política, habiendo dejado una serie de discípulos que hoy siguen repitiendo su mismo estilo. Y otro es en la actualidad el ruso Dugin, ideólogo del tirano Putin, quien en sintonía con los chinos acusa a los EEUU y a lo que él llama a la globalización de ser los responsables de esta situación. Nos ocuparemos de todos ellos.
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