CUARENTENA Y TRADICIÓN
Quizás donde mejor pueda percibirse el caos en que hoy vive el mundo moderno en sus fases terminales lo sea al analizarse el fenómeno de la cuarentena. A tal respeco hay una serie de equívocos producidos por la propaganda del sistema consistentes en hacernos creer que la misma es querida por éste como una forma de controlarnos o de obtener otros fines similares. Esto es una mentira total. Primeramente porque el sistema ya controla adecuadamente al hombre moderno (no ha existido en la historia una humanidad menos libre y más contralada que ésta) y aun a muchos que se autocalifican como tradicionales y en realidad no lo son. Segundo porque la misma desde el punto de vista que se la mire resulta inconveniente para todos, gobernantes y hombres modernos comunes. Curiosamente están en contra de ella y se sublevan tanto católicos integristas que reclaman por recibir la comunión en la boca como jóvenes rockeados que hacen fiestas para contagiarse. De acuerdo al concepto vertido por Evola en exclusividad y que lo distingue del resto de los pretendidos tradicionalismos, el procedimiento a aplicar en los tiempos terminales del kaliyuga es el de cabalgar el tigre consistente en convertir el veneno en remedio. En este caso la cuarentena tan denostada puede ser usada como medio de desmasificación, de autoaislamiento de desintoxicación respecto de todos los trivios de la modernidad obteniendo así efectos diferentes de los formulados por quienes la han promovido. Esto sea dicho teniendo en cuenta que no necesariamente conlleva a que todos los que acudan al mismo arriben forzosamente a una conversión en la perspectiva tradicional.
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