A SETECIENTOS
AÑOS DE LA
EJECUCIÓN DE JACQUES
DE MOLAY
El 18 de marzo se cumplieron
700 años de la ejecución en la hoguera del Gran Maestre de los Templarios
Jacques de Molay, que tuvo lugar en Paris en el año 1314.
Algunos preguntarán qué
importancia tiene recordar un hecho ocurrido tantos siglos atrá. El hombre
moderno que vive permanentemente el devenir y el presente ignora totalmente la
génesis del mundo moderno, y por lo tanto sufre los efectos porque no conoce
las causas que los provocaron, ha perdido la concatenación de los hechos que a
través de causas sucesivas han conducido a la situación de disolución y caída
terminal de la civilización moderna.
La Orden de los Templarios
fue la más notable orden de caballería de nuestro mejor medioevo compuesta por
monjes guerreros que en vez de dedicarse a la contemplación se esforzaban en la
guerra, pero no en cualquier guerra, sino en la guerra santa. Gran inspirador
de ella fue San Bernardo de Claraval que en su opúsculo titulado “Elogio de la
nueva milicia” dijo de ellos: “ El nuevo género de milicia no conocido en los
siglos pasados, en el cual se dan a un mismo tiempo dos combates con un valor
invencible…¿quién no se pasmará por una cosa tan admirable y tan poco usada
como ver a uno y otro hombre poderosamente armado de estas dos espadas…?
Estando fortalecido con estas dos suertes de armas no teme ni a los demonios ni
a los hombres…no teme a la muerte puesto que está dispuesto a morir… ¡Qué
seguridad hay en la vida que espera la muerte sin temor ninguno!...la muerte
que se da o recibe por amor de Jesucristo, muy lejos de ser criminal, es digna
de mucha gloria…Así el soldado de Jesucristo mata seguro a su enemigo y muere
con mayor seguridad”.
Estas tremendas palabras de
San Bernardo, que a muchos parecerán insólitas hoy dia, resuenan como un eco de
lo que fue la Cristiandad y dentro de ella la Orden de los Templarios, monjes
guerreros que aunaban el espíritu y la materia en una misma cosa: la guerra
santa.
El bárbaro ajusticiamiento
de Jacques de Molay puso fin a la Orden y, ¿quiénes fueron los responsables? El
rey de Francia Felipe IV El Hermoso y el
Papa Clemente V que se asociaron para exterminarla. Dos grandes subversiones se
abrían camino. Por un lado el estado moderno y laico fiel a sus apetitos
materiales y por el otro el catolicismo güelfo con su pretensión de monopolizar
el poder espiritual. Todo lo que vino después fue la consecuencia de una
sucesión de causas y efectos: Renacimiento, Reforma, racionalismo, masonería, liberalismo,
democracia, marxismo, ateismo.
Conforme a los grandes maestros Evola y
Guénon somos fieles al criterio de que hay que partir de los principios de la
Tradición y máxime en estos tiempos. Toda concesión o transacción con el mundo
moderno resulta fatal. Lo ocurrido hace 700 años resuena en nuestros días. Lo
lejano está presente. Es una equivocación pensar que la Tradición fue el pasado
y el mundo moderno es el presente; la Tradición siempre es, y es lo que válido
en todo lugar, para todos y para siempre.
El espíritu que animó a los
templarios y que se intentó suprimir con
el asesinato de Jacques de Molay no ha muerto, es eterno presente.
En estos tiempos del
Kaliyuka, de confusión, de degradación y tinieblas, los monjes guerreros están
ya afilando sus espadas.
San Carlos de Bariloche, 18 de marzo del 2014.
JULIÁN RAMÍREZ
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