GUERRA PROLONGADA
Y ESTRATEGIA SIN TÉRMINO
Los
actuales conflictos bélicos que se
suceden en diversas partes del mundo hacen necesaria una reflexión sobre
ellos. La guerra de civilizaciones
enfrenta al espíritu tradicional contra el mundo moderno. La Tradición nos conduce hacia lo
trascendente, la participación en lo sagrado y el “post mortem” hacia la
inmortalidad; el mundo moderno hacia la desaparición y la disolución.
El
objetivo es la restauración total o parcial de la Tradición. No se lucha por la
economía, la geopolítica, el nacionalismo, el racismo o apetitos personales. Se pelea para que en la sociedad sea lo
superior y tradicional lo que tenga hegemonía.
Hoy día las guerras tradicionales se manifiestan en Asia, África y en el
Cáucaso, sin que dejemos de mirar atentamente lo que ocurre en Ucrania.
Según Clausewitz la guerra pretende doblegar la voluntad del enemigo, o
sea, quitarle las ganas de pelear, y esto es de lo que se trata. Las guerras de
hoy día no son las napoleónicas y las de las dos grandes guerras mundiales, con
grandes batallas y formidables masas de ejército. Han cambiado las formas. La
guerra tradicional antes de conquistar territorio pretende conquistar las
mentes y los corazones para encarar después la conquista territorial y se
caracteriza por ser una guerra de guerrillas. Esta forma de hacer la guerra ya
fue estudiada por el general chino Sun-tsu hace dos mil años, La practicó el
cónsul romano Fabio frente a los poderosos ejércitos de Aníbal y fue arma decisiva
de la resistencia del pueblo español frente a la invasión napoleónica, y en
muchas otras ocasiones. En los últimos tiempos fue usada con éxito por los
marxistas en China, Vietnam y Cuba aunque en estos casos tuvieron gran ayuda de
parte del mundo e incluso la indiferencia y pasividad de los enemigos.
El
fundamentalismo islámico que hoy es la cabeza visible de las guerras por la
Tradición se encuentra ante la alternativa de librar guerras prolongadas debido
a la descomunal fuerza material que debe enfrentar en el orden mundial, y a la
existencia de masas que están dominadas por los medios de comunicación y la
aculturización del mundo moderno. No
deben pues esperarse resultados espectaculares y rápidos. Habrá avances y retrocesos a lo largo de un
tiempo cuyo término no se puede establecer por anticipado. Por ende, la virtud
del revolucionario tradicional deberá ser la paciencia, algo bastante ajeno al
hombre moderno siempre urgido por el apuro y el frenesí y la realización en
vida de sus deseos. Se trata de la construcción de un gran edificio en el cual
se pone pacientemente un ladrillo cada día, pero sobre fundamentos firmes e
inconmovibles. La base está dada por combatientes que han vencido al enemigo
interior y cuya voluntad es el arma más poderosa del universo, Contra esa arma el enemigo no
podrá vencer y no se cumplirá lo que hemos citado más arriba de Clausewitz, es
decir, que el enemigo no doblegue nuestra voluntad. Mientras ella exista habrá
guerra.
El
otro factor importante es la estrategia, entendida como el arte de la ejecución
de medidas militares para ganar la guerra.
Es
un camino difícil y no exento de riesgos, implica tener que elegir entre el
apoyo y las alianzas temporarias con distintas alternativas del mundo moderno
ninguna de las cuales nos satisface. Los hombres que han asumido plenamente la
Tradición son los únicos que exitosamente lo pueden hacer en virtud de su
fortaleza interior, puesto que contra todos los enemigos modernos no se puede luchar al mismo tiempo. Escuchamos a
muchos críticos del fundamentalismo islámico y también ahora del Pravy Sektor,
que los acusan de trabajar a favor de una u otra variante del mundo moderno
inventando las hipótesis más descabelladas. Precisamente son esos críticos los
que han renunciado a toda acción superior y rumian en su incapacidad para la
acción heroica su naturaleza femínea y espíritu burgués. Su débil naturaleza
los lleva a buscar apoyos externos como lo hacen todos aquellos que han puesto
sus ojos en la Rusia de Putin, como mujercitas que buscan una ayuda y sin abandonar su mediocre vida de
burgueses, discursean sin ton ni son.
San Carlos de Bariloche, 13 de mayo del 2014.
JULIÁN RAMÍREZ
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