GUERRA EN UCRANIA
EL SÍNDROME TFP
Evitar la trampa del enemigo
Hemos denominado de tal manera un viejo síndrome existente en nuestro
medio, que se manifestara por primera vez allá por la época de la guerra de
Malvinas. El mismo pasará luego a formar parte de una de las tácticas preferidas
de nuestro enemigo, la de confundir las causas con los efectos, o también la de
reducir la magnitud de un mal en una sola de sus manifestaciones.
Era la organización Tradición, Familia y Propiedad (TFP) un grupo
originado en el Brasil, poseedor de una gran cantidad de medios económicos de
propaganda, el cual, en nombre de la sustentación de valores cristianos
tradicionales, había hecho del comunismo bolchevique el enemigo principal y
excluyente, por lo cual cualquier política que se hubiese de asumir siempre
debía formularse a contrario sensu de
lo efectuado por aquél. Y a través de tal actitud se sostenía que, como los
rivales de la URSS
eran en ese entonces los EEUU e Inglaterra, por tal razón nos debíamos siempre
ubicar del lado de estas potencias. Fue así que al haberse desencadenado la
guerra de Malvinas y a pesar de que en ese entonces las banderas que se
levantaron durante ese período fueron de lucha incondicional en contra del
protestantismo anglosajón y su consecuente civilización materialista y
anticristiana, por el mero hecho de que Rusia y Cuba en ese entonces se
hubiesen planteado ponerse del lado de la Argentina en razón de sus propias conveniencias, de
acuerdo a dicho grupo, tal cosa sin más
terminaba descalificando totalmente dicha causa convirtiéndola en un peligroso
instrumento del avance del comunismo en el planeta. Nosotros en ese entonces
formulamos el siguiente razonamiento. Rusia y los EEUU son por igual naciones
materialistas y partes integrantes de un mismo mal que afecta al planeta, que
es el mundo moderno. Pero afortunadamente están divididas entre sí y se
combaten muchas veces con dureza. ¿Por qué no aprovechar de tales antagonismos
y disidencias de la misma manera que el enemigo lo hace con las que existen en
nuestras filas? Es indudable que en aquella guerra, desde el punto de vista
militar, la superioridad británica, armada a su vez por su aliado, los EEUU,
era en ese entonces aplastante, Rusia nos hubiera podido haber dado una mano en
su intención de debilitar el poder norteamericano en tal región. Aceptar su
ayuda no significaba de ninguna manera habernos hecho comunistas, y hoy
diríamos euroasiáticos en caso de que se repitiera una circunstancia similar.
Lamentablemente este debate no pudo continuar por la triste circunstancia
de la rendición argentina en donde su fuerza militar, en ese entonces en el
gobierno y no debiendo estar condicionada aun por la sociedad civil, evitó
continuar motu propio y en forma
inexplicable con la guerra y este debate con la TFP no pudo continuarse. Sin embargo en
simultaneidad con ello tuvimos una interesante enseñanza que podía servirnos de
contraste. En el Oriente, el movimiento de los Mujaidines afganos, integrado en
ese entonces por Bin Laden, nos daba una excelente lección para curarnos de tal
síndrome. Si bien las circunstancias eran diferentes, la situación resultaba
similar. A diferencia de nosotros que nos encontramos bajo la influencia
angloyanqui, el enemigo para ellos era la otra pinza del mal moderno, la misma
URSS que nos ofrecía armas a nosotros, pero que en su caso era la fuerza
invasora. Entonces dicho movimiento, aun sin ser pronorteamericano y prooccidental,
tal como lo demostró luego abiertamente, aceptó las armas norteamericanas para
contrastar la fuerza militar rusa y así ganó. Una excelente lección también
para la táctica empleada por el finado Hitler. Así como resultaría un error
tremendo renunciar a nuestros principios para subordinarnos por miedo a una de
las partes del mal moderno, también lo resultaría no ser capaces de percibir
sus diferencias y no evitar siempre confrontar con los dos al mismo tiempo.
El síndrome de la TFP
hoy se repite pero al revés. En Europa el pueblo ucranio, en una revolución
virulenta, logró desplazar del poder a un régimen colonial de Moscú. Rusia se
ha mostrado dispuesta a enviar tropas a fin de reimplantarlo en el poder, tal
como hiciera en situaciones similares en Hungría, en Checoeslovaquia y
recientemente en Georgia. Una vez más y siguiendo con la misma liturgia, el
Occidente protesta, y como siempre, respetuoso aun de Yalta, ni siquiera
insinúa con intervenir militarmente, aunque no queda excluida para nada la
ayuda militar. Del mismo modo que en el caso de Malvinas, resulta a todas luces
correcto aceptarla, tal como en este caso lo ha sostenido también el Pravy Sektor,
la vanguardia de tal revolución. Pues si en una revuelta callejera se puede
acudir a bombas molotov y a catapultas medievales, en una guerra de invasión se
necesitan en cambio armas sofisticadas. Y como siempre ya han salido a la
palestra nuevos émulos afectados por el síndrome TFP en tanto sostienen, de la
misma manera que en la época de nuestra epopeya malvinense, que solamente bajo
el regazo de alguna de las dos potencias antagónicas, en este caso Rusia, es
posible orientarnos en el escenario mundial. Que si perturbamos alguno de sus
intereses nos convertiríamos sin más en agentes peligrosos e instrumentos de la OTAN y el sionismo, de la
misma manera con que antes se nos acusaba como criptocomunistas o agentes de
tal potencia maléfica y excluyente, todo por querer ser personas libres. Desde nuestro punto de vista una vez más
sostenemos que resultaría absurdo y pertenecería al género idiota pensar que,
para no ser tachados de proyanquis por los nuevos émulos de la TFP, el Pravy
Sektor y el pueblo ucranio tengan que renunciar a defenderse. Más aun en tanto que
dicho movimiento ha manifestado, del mismo modo que otrora Bin Laden en la
guerra afgana, que de ninguna manera aceptar esa ayuda significaría convertirse
en secuaz del Occidente, sino por el contrario, una vez que se haya terminado
con un enemigo, se habrá de organizar la lucha en contra del otro.
Marcos Ghio
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