NECESIDAD DE
UNA GRAN ESTRATEGIA
Decía
Aristóteles que en el comienzo está hecha la mitad del camino. Algo análogo
apuntaba Santo Tomás de Aquino cuando expresaba que un pequeño error al
principio puede transformarse en un gran error al final. Y decimos estas cosas
porque no dejamos de ver con creciente preocupación algunos hechos que se
manifiestan en el curso de la guerra de civilizaciones en el campo de los que
defienden el espíritu tradicional, es decir, hoy día, en el fundamentalismo
islámico.
Una
guerra como la que hoy se libra contra el conjunto del mundo moderno necesita
sin más una idea universal. El mundo moderno se compone de un conjunto de
fuerzas materiales, bélicas, técnicas, de medios de comunicación, con las que someten a las grandes masas de
población cuya mente está prisionera por todas las sugestiones que reciben
permanentemente de las centrales modernistas.
Contra este moderno Leviatán que pretende instaurar el gobierno mundial,
y llevarnos a una situación parecida a la de la novela de Orwell “1984”, solo
cabe, y ya lo hemos expresado en otras notas y aquí lo reiteramos, una idea
tradicional de carácter universal. Contra el imperialismo mundial, el Imperio
Tradicional.
Desde el glorioso 11-9-01, el fundamentalismo islámico ha llevado a cabo
una notable guerra que se ha extendido a muchas regiones del mundo y que hoy
día nadie puede ignorar, pero ha llegado el momento en que hagamos una
recapitulación para observar su futuro desarrollo, y desde nuestro humilde
lugar tan alejado de los campos de batalla tratar de orientarnos en los futuros
desarrollos. Lo hacemos con el ánimo de criticar desde la misma trinchera
luchando contra el mismo enemigo, puesto que la guerra contra la modernidad
debe ser sostenida cualquiera sea su resultado.
El
fundamentalismo islámico debe superar la limitación que le impone sostener el
exclusivismo de su religión. Si bien reconocemos que cada religión debe
mantener su relativa exclusividad ello no debe llevarnos al extremo de negar la
participación que en la Tradición tienen las otras religiones. Por supuesto que
esto no debe confundirse con los vulgares encuentros de religiones propiciados
por los últimos papas y con un manifiesto espíritu de acordar con el mundo
moderno y predicar un pacifismo llorón y las “bondades” de la democracia. Pero
es justo reconocer que hasta el presente el fundamentalismo islámico ha
predicado para la “umma”, es decir, para la comunidad islámico de los creyentes,
como si se ignorara que en el mundo el Islam es una religión minoritaria y hay
varias otras religiones que ocupan considerables espacios, aunque, también
reconozcamos, que hasta hoy día, no manifiestan ningún espíritu de lucha contra
la modernidad. Pese a ello creemos que es necesario un claro llamado a todos
aquellos que en el mundo, cualquiera sea su religión, creen en la existencia de
lo sobrenatural, de lo divino y lo trascendente. Es hora de aunar fuerzas y de
minar las bases del enemigo en su propio terreno.
Las guerras no se ganan solamente en el campo de batalla sino que es
necesaria y hoy más que nunca una profunda acción doctrinaria, propagandística,
moral, y psicológica para ayudar así a los que se juegan en los campos de
batalla y derrotar al enemigo en sus propios reductos. Y eso hay que empezar a
hacerlo lo antes posible, antes que el árbol nazca torcido y el buen comienzo
se transforme en algo con un error incurable.
Recordamos los errores de origen del Tercer Reich, su exclusivismo
nacionalista y su racismo biológico, que por un tiempo no fueron obstáculo para
sus arrolladoras victorias militares, pero que finalmente minaron la
posibilidad de una gran estrategia. Las correcciones que se intentaron al final
llegaron tarde. Los errores iniciales se transformaron en la derrota. Desde el
Frente Cristiano Islámico queremos hacer nuestro aporte a la victoria final.
San Carlos de Bariloche, 22 de junio del
2015.
JULIÁN
RAMÍREZ
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