lunes, 6 de julio de 2015

RAMÍREZ: EL ESPÍRITU ES LA MÁS FUERTE DE LAS FUERZAS

EL  ESPÍRITU  ES  LA  MÁS  FUERTE  DE  LAS  FUERZAS

    

    El título de esta nota pertenece a “El problema de la decadencia” artículo de Julius Evola publicado por EdicionesTeseo, Bs. As., 1997, junto con otros artículos bajo el nombre de “Jerarquía y democracia”.
     En ese artículo Evola nos dice: “Allí donde el espíritu, concebido como la tradición lo quiere, es decir como la más fuerte de las fuerzas, hubiese estado realmente presente, al mismo no le habrían faltado los medios en más o en menos invisibles, directos o indirectos, para alcanzar una superioridad técnica o material.”
     Esto viene a cuento porque hay mentalidades modernistas y materialistas preocupadas por determinar de dónde el Estado Islámico y los otros movimientos islámicos fundamentalistas obtienen sus recursos materiales, y al efecto elucubran las hipótesis más absurdas. Esos divulgadores de fantasías y mentiras, ajenos a todo lo sobrenatural, ignoran la fuerza espiritual de la cual son portadores los heroicos yihadistas. Esa fuerza espiritual les otorga una inmensa superioridad en el campo de batalla frente a soldados para quiénes solo existe lo material y huyen despavoridos entregando su material bélico, abandonando campos petrolíferos, pueblos y ciudades. La fuerza espiritual se transforma pues en proveedora de lo técnico y material, y a ello debemos agregar las influencias invisibles de lo alto que mueven el sacrificio heroico de los mártires.
     El espíritu en su más profundo sentido tradicional, no es algo que está navegando por los cielos, como lo interpretan modernas corrientes “espiritualistas”, y religiones que separan al cielo de la tierra, sino por el contrario, adquiere su verdadera dimensión enraizándose en el estado, en la guerra, en la política y en las instituciones, e infundiéndoles de esta manera, el crisma sagrado de lo trascendente.
     Las civilizaciones que a lo largo de la historia han caído y han sido vencidas por la fuerza militar y material se encontraban en una situación de abandono de los principios tradicionales y con un déficit espiritual que las carcomía. Así ocurrió, por ejemplo, con las civilizaciones americanas y con la India. Con las primeras bastaron unos pocos centenares de heroicos guerreros armados con algunos arcabuces y montados en unos pocos caballos; para conquistar la India fueron suficientes algunos regimientos ingleses. En ambos casos faltó totalmente una resistencia espiritual.
     La civilización islámica también atravesó un período d algunos siglos de decaimiento espiritual y de pérdida de valores tradicionales por lo cual sucumbió ante la superioridad material de las potencias colonialistas, pero supo reaccionar y a partir de la Hermandad Musulmana, ya avanzado el siglo XX, y fracasado el nacionalismo moderno, laico y promarxista, reemprender el camino de la Tradición. Ese reencontrarse con la potencia espiritual es lo que tiene confundidos a muchos, que sumergidos en la cueva de Platón, ignoran lo que es la luz.
     Esperamos que la potencia espiritual lleve a la concreción de una gran estrategia de carácter universal, que supere los límites de la “umma” ( la comunidad de los creyentes), pues es la única forma de derrotar a la globalización materialista que hoy pretende gobernar el mundo.
     Señores marxistas, progresistas, nacionalistas, religiosos güelfos, identitarios europeos, prorrusos, prochinos y geopolíticos,  terminen con tanto macaneo. Es hora de que por lo menos empiecen a sospechar que la fuente de los recursos del fundamentalismo islámico se encuentra en la perenne, eterna e inagotable fuerza espiritual de la Tradición.

San Carlos de Bariloche, 15 de junio del 2015.


JULIÁN  RAMÍREZ

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