FUNDAMENTALISMO ISLÁMICO: ANTES QUE NADA LO ESENCIAL
Aun a riesgo de ser
monotemáticos, como algunos nos imputan, insistiremos en el hecho más notable
de los últimos siglos: nos referimos a la aparición del fundamentalismo
islámico en sus distintas manifestaciones, sea el Estado Islámico como las
otras variantes, es decir, Al Qaeda, Al Nusra, Al Shabaab, Boko Haram,
movimiento Talibán, uigurs en China, emirato islámico del Cáucaso, “lobos
solitarios”, etc., y esperamos que sean muchas más.
Contra todos ellos se ha
desencadenado la totalidad del mundo moderno, y a esta altura de los tiempos,
sin excluir a nadie.
A poco que se piense en ello
nos encontramos frente a un hecho casi milagroso y extraordinario, en el cual
no solamente intervienen los factores humanos, sino que tenemos que pensar en
una conjunción con fuerzas de lo alto y lo trascendente.
Todo esto ha provocado la
confusión en muchas mentes que arrastradas por el mundo del devenir, de lo
superficial, lo banal, han perdido toda idea de lo que significa lo esencial
frente a lo contingente y, en virtud de la materialización de la modernidad,
caen en aquello de que “lo esencial es invisible a los ojos”.Este es el punto
que queremos tratar. Lo esencial es lo permanente, lo que no cambia, lo que
hace que una cosa sea lo que es, y este es el aspecto decisivo que diferencia
al fundamentalismo islámico en general y al Estado Islámico en particular del
resto del mundo moderno: nos referimos a la concepción del Estado que es
totalmente antitética entre ambos mundos.
El mundo moderno, a través
de sucesivas caídas ha terminado en un Estado dominado por la subversión
democrática, la demagogia populista, lo laico y profano, la voluntad del
pueblo, el desorden, y por querer referirse a lo humano, en la deshumanización.
Al decir de Nietzsche, se ha matado a Dios.
La fatal separación entre el
poder político y la autoridad espiritual en que cayó Occidente a partir de los siglos XII y XIII, terminó
desnaturalizando lo que es el Estado Tradicional, y esta concepción terminó
contaminando a casi todo el mundo, y decimos a casi todo el mundo porque
gracias a Dios la Tradición vuelve a manifestarse en el Estado Islámico y el
resto del fundamentalismo islamista. Vuelve a aparecer en forma visible, lo que
siempre fue, es y será y estaba oculto: el estado tradicional, en el cual el
poder político y la autoridad religiosa son una única cosa. De los de más o
menos 120 estados actualmente existentes, el islámico es el único que posee
bases tradicionales y que son el verdadero sustento del verdadero estado. Esos
fundamentos tradicionales, ocultos a los ojos del hombre moderno, son el
sustento de la política, de la economía, de la ciencia, de la tecnología y de
la cultura en general, sin la Tradición todo eso se descarría y se atomiza en
el caos de la modernidad.
Esto es lo que muchos no
quieren ver y critican al fundamentalismo islámico con argumentos totalmente
contingentes, superficiales y banales que no hacen a la esencia de las cosas,
porque el hombre moderno ha perdido toda noción de lo que es esencial y de lo
que no es esencial.
Lo que decimos no significa
que no tengamos que hacer críticas al fundamentalismo islámico, como ser su
exclusivismo religioso, que lo limita en su proyección mundial, pero antes que
nada debemos privilegiar lo esencial y eso es lo principal. Es un arma de la
subversión, de los tontos, de los ignorantes y de aquellos de mala fe, que no
ven más allá de sus ojos, el centrar las críticas en lo secundario, lo superficial
y lo contingente. Al dicho volteriano de mentir, mentir y mentir, nosotros
oponemos el decir insistentemente la verdad, porque ella quedará.
San Carlos de Bariloche, 31 de agosto del 2015.
JULIÁN RAMÍREZ
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