LA FALSA ALTERNATIVA
DEL “RUSISMO”
Frente a la creciente e
indudable decadencia, involución y degradación del mundo moderno, los que de
alguna manera quisieran reaccionar corren el peligro de verse envueltos en
falsas salidas. Que se reaccione contra el mundo moderno es totalmente
coherente frente a lo que ocurre todos los días ante nuestros ojos, pero no
solamente hay que reaccionar, sino que hay que accionar, no solamente contra lo
que no se quiere sino a favor de qué. Y si esto no se sabe, consciente o
inconscientemente se estarán usando presupuestos culturales, políticos e
ideológicos propios del mundo moderno. Con la moderna subversión no se transa;
espíritu tradicional y modernidad son totalmente antitéticos y contradictorios,
no se puede servir a dos señores al mismo tiempo como nos lo recuerda la cita
evangélica.
Todo esto viene a cuento por
una tendencia que se ha venido desarrollando en los últimos años en distintos
ambientes políticos que pretenden dar una salida al caos moderno. Calificaremos
a dicha tendencia como “rusismo” o también “putinismo”, porque sus simpatías se
encaminan hacia Rusia y a su dirigente Putin.
Comprende un arco variopinto de distintas ideologías, culturas y
diversas corrientes políticas incluso enfrentadas entre sí, pero su rasgo común
es lo que calificamos de “rusismo”. En mayor o menor medida son críticos con
respecto a EE.UU., la Unión Europea, la OTAN, el atlantismo, el FMI y otras entidades financieras
internacionales, pero reiteramos, esto lo decimos en forma muy general; lo que
nos interesa es el rasgo distintivo que es su simpatía e inclinación por Rusia
y su dirigente Putin.
La actual Rusia forma parte
del mundo moderno. Si bien se ha despojado de lo que fue el comunismo, se
presenta como una potencia imperialista que pretende recrear al imperialismo
soviético en su extensión territorial. Asume la democracia, es decir la peor
forma de gobierno, ha desarrollado una verdadera oligarquía financiera y
considera a la geopolítica como instrumento de expansión como bien lo expresa
el ideólogo Alexandre Dugin. Es enemiga de todos los movimientos
fundamentalistas islámicos, como lo viene haciendo en su guerra en el Cáucaso,
y ahora con su intervención en Siria. No pretende terminar con el mundo moderno
sino ocupar un destacado lugar en él, conviviendo en un mundo multipolar junto
a otras potencias. Uno de sus instrumentos es el BRICS para disputar espacios
económicos y financieros, junto con su socio China, potencia en dónde el
marxismo sigue vigente.
Sin embargo este
imperialismo ha atraído las simpatías de grupos nacionalistas, neomarxistas,
progresistas, identitarios europeos,
neonazis, antislamistas,
sionistas, e incluso de religiosos católicos, protestantes y cristianos
ortodoxos.
El problema de toda esta
gente es que han renunciado a buscar una alternativa superior, la que sería
propia de una posición tradicional, viril, heroica y guerrera. En general sus
propuestas son de naturaleza femínea, buscan alguien en quién apoyarse y que
los defienda de los otros poderosos imperialismos. Han decidido moverse dentro
del mundo moderno y por eso se sienten atraídos por Rusia como la mujer se
siente atraída por el varón buscando protección y amparo. Se disculpan diciendo
que se trata de una táctica circunstancial. Así lo hicieron los “próceres
libertadores” de Hispanoamérica que para liberarse del Imperio Hispánico
buscaron el apoyo inglés con las consecuencias conocidas. Muchos de estos
contestatarios llegan en su búsqueda de un apoyo a defender los bombardeos
rusos en Siria inventando la estupidez de decir que el fundamentalismo islámico
es un invento de yanquis y sionistas.
Nuestra propuesta es luchar
por una alternativa de respuesta total a la modernidad y ella únicamente puede
provenir de la Tradición, en su más amplio sentido, y a través de movimientos
religiosos sin componendas con los poderes mundiales, como lo está haciendo el
Estado Islámico y los otros movimientos fundamentalistas.
San Carlos de Bariloche, 19 de octubre del 2015.
JULIÁN RAMÍREZ
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