HIJOS
PARA LA GUERRA
Navegando
en la Internet en busca de informaciones acerca de los acontecimientos
relativos a la guerra de civilizaciones, algunas valederas, otras no tanto,
hemos encontrado un artículo titulado “Las mujeres ganan peso en el engranaje
yihadista” (Madrid 18-9-15, Edizioness).
El
articulista cita varios casos de mujeres que participan en la yihad, pero nos
hemos detenido en el caso de mujeres que el autor de la nota relata así: “Hay
casos de madres que influyen de manera directa sobre sus hijos a la hora de
tomar la decisión de irse a combatir a Siria.” Y agrega, que se trata de un
“fenómeno en alza”. Menciona el caso de una mujer que ya ha perdido un hijo en
Siria y está dispuesta a enviar a otros dos.
Nos encontramos aquí con hechos que revelan en toda su profundidad la
naturaleza femenina: parir hijos y educarlos para que sean guerreros, pero no
cualquier guerrero, sino yihadistas, es decir, guerreros de Dios.
Habría que remontarse a la antigüedad, a Roma y a Esparta, sociedades
tradicionales, para encontrar algo análogo. Recordamos el caso del joven
guerrero espartano a quién su madre le entrega una espada. El joven se queja
diciendo: “Madre, esta espada es muy corta”.La madre le contesta, diciendo: “da
un paso más adelante”.
Hechos de esta naturaleza superan en mucho el vínculo natural entre la
madre y el hijo y nos encontramos ya en un plano sobrenatural, nada menos que
parir hijos para la guerra.
El
mundo moderno ha hecho de la defensa y exaltación de la vida terrestre y física
un pseudo valor supremo. A una cosa finita y perecedera se la valora como el
bien más preciado, y hay que usarla para gozarla, pasarla bien y consumir. El
ejemplo que brindan esas madres musulmanas es todo lo contrario: la vida que
crean la destinan a un fin superior, a un guerrero dispuesto a combatir y a
inmolarse llegado el caso, y lograr así la inmortalidad que es también la
inmortalidad de ella.
El
mundo moderno nos presenta situaciones que son totalmente opuestas. El Che
Guevara decía que los hijos de los revolucionarios debían ser educados en las
mismas condiciones que los trabajadores, pensamiento netamente marxista y que
toma como ejemplo a la casta inferior. Otro caso es el que ofrecen en nuestro
país, la Argentina, asociaciones tales como las Madres de Plaza de Mayo y otras
similares, que reivindican el accionar de sus hijos muertos o desaparecidos en
la guerra revolucionaria marxista en la que fueron derrotados por las FF.AA.
argentinas. Habría que investigar hasta qué punto esa juventud equivocada fue
educada en familias que habían perdido toda visión de lo superior y
sobrenatural. Estos dos ejemplos son todo lo contrario de las madres que crían
a sus hijos para la guerra santa.
Otro ejemplo de la decadencia moderna lo constituye el sentimentaloide y
comercial “día de la madre”, festejo totalmente naturalista alejado de toda
consideración superior.
En
la sociedad moderna se cría y se “educa” a los hijos para las más variadas
actividades, por lo general, conformes al espíritu burgués. Se los “educa” para
tener no para ser, y a ello contribuye todo lo que en el actual mundo se llama
educación.
Por el contrario, el ejemplo que brindan esas madres musulmanas contiene
una concepción del mundo y de la vida de signo totalmente opuesto.
La
destrucción a que ha sido sometida la familia en la actual civilización
occidental excristiana conspira contra la formación de héroes, de santos y de
mártires, ya no hay un sostén para una vida que aspire a lo superior y a lo
sagrado. Por lo tanto reviste suma importancia el ejemplo de esas mujeres.
Nietzsche dijo que el hombre debe ser educado para la guerra y la mujer
para el reposo del guerrero. Creemos que este concepto debe ser ampliado de la
siguiente forma: el hombre educado para la guerra y la mujer para parir y criar
guerreros.
Mientras existan esas mujeres y cualquiera sea el futuro de esta yihad,
habrá guerreros santos hasta el fin de los tiempos, y esos guerreros serán
imbatibles.
San Carlos de Bariloche, 23 de noviembre del
2015.
JULIÁN
RAMÍREZ
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